VIII

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Desperté sintiendo los cálidos brazos de Jacob acurrucarme dulcemente en sueños, di varias vueltas a la cama antes de suspirar y sentarme de mala gana, pero al ver al chico a mi lado durmiendo plácidamente no pude evitar sentir paz, y la necesidad de verle dormir por el resto de mi vida.

Quizás esto es un poco extraño, pero..

Me quedé viendole dormir más de lo que me gustaría admitir.

Pero después me di cuenta de que parecía una loca, por lo que decidí alejarme de él y bajar a la cocina, donde me encontraría a Cristina canturreando una alegre canción.

Al oírme llegar no dejó de cantar, se giró a mi y cantó felizmente antes de girarse y seguir con lo que estaba haciendo, no sin dejar de tararear.

—¿Qué haces?— quise saber.

Me acerqué a ella y la encontré batiendo una masa en un bowl.

—Hago unas galletas que encontré en pinterest— formuló alegremente —para una fiesta a la que voy.

Me sorprendió saber que iría a una fiesta, pero me transmitió el entusiasmo.

—¿Puedo ir contigo?— alcé la voz dando un saltito.

Asintió, haciéndome muy feliz.

Le dejé un sonoro beso en la mejilla y salí corriendo escaleras arriba.

Era más que obvio que llevaría a Jacob, ¿verdad?

Puede que se note tu obsesión de lejos.

Me caes mal, ¿sabías?

Nunca pretendí caerte bien, loca.

¿Cómo que loca? ¡Eres mi conciencia!

Estás manteniendo una conversación con tu conciencia, rarita.

Cierto.

Subí a la cama, y de un saltito quedé acostada sobre Jacob, que se encontraba boca arriba, soltó un gruñido antes de abrir un ojo solo.

—¡Buenos díaaaaaaaaaaaaas!— exclamé abrazando su cuerpo.

—Hola— musitó con la voz adormilada.

Me acaba de poner cachonda.

Oh, cállate.

Abracé su cuerpo fuertemente, y él descansó su mano en mi espalda, en un intento de devolverme el abrazo, dejé un beso en su mandíbula.

—Despierta idiota— murmuré poniendo un mohín.

—Es una buena forma de despertar sintiendo tus tetas contra mi pecho— formula divertido.

Eso quería, nos vamos entendiendo tatuado buenorro.

¿Cómo se desactiva a mi conciencia?

Le doy un golpe en el brazo, divertida, antes de acercarme aún más a su rostro y dejar un beso corto en sus labios, sonríe pero al instante pone una mueca de indignación.

Toma mi rostro entre sus manos y me besa.

Un beso apasionado, lleno de deseo.

Nuestros labios se mueven en sincronía, haciendo que una burbuja se forme a nuestro alrededor, como si nada exterior existiera.

Me despego de él, viendo como sus ojos se mantienen cerrados, y sus rosados labios —ahora más hinchados— siguen entreabiertos.

Decido jugar un poco con él, llevando mis manos a su pelo, acariciandolo suavemente, acerco mis labios a una de sus orejas y le doy pequeños roces al lóbulo.

•Tardes a tu lado• (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora