X

51 5 4
                                    

Antes de que nuestros labios se tocaran me eché sobresaltada hacia atrás.

Axel me miró con el dolor surcando su rostro, pero yo ahora mismo no podía hacer de psicologa.

—Y-yo...— balbuceé.

Salí corriendo de la sala y busqué a Charles para que me llevara de vuelta a casa, necesitaba estar lo más lejos de ahí posible.

Subí al coche y arrancó a mucha velocidad, cosa que agradecí ya que debido el contexto.

Al llegar a la casa ordené los papeles y me acosté en la cama en un intento de dormir.

Pero tenía muchas cosas en la cabeza.

-Axel enamorado de mí.

‐Mis sueños con el niño misterioso uno y el niño misterioso dos.

-Lo que Jacob tenía que decirme en la playa.

-A qué se refería mi padre con esa carta.

Mi pequeña cabecita no daba para más.

Yo era una desesperada que necesitaba tener todas las respuestas al segundo.

Y nadie daba respuestas.

Mala combinación.

Me revolví en la cama y mi mente volvió a los sueños.

Al parecer era eso lo que más me intrigaba.

Con el pelinegro ojiazul me doy por vencida, llevo desde el primer sueño tratando de averiguar quién es, y es imposible.

Ahora que aparece alguien más, quizás pueda atar cabos.

Pensemos en posibles personas que yo conozca de tez clara, hombres...

Joder son muchísimos.

De pelo largo...

Castaño con destellos rojizos...

¡ROJIZOS!

¡JAMES!

¡CLARO!

¿Cómo no me había fijado antes?

Tendría que hablar con él.

Me levanté corriendo de la cama y recorrí pasillos de la casa Dachs hasta llegar al cuarto de Cristina.

Al abrir desesperadamente la puerta me la encontré plácidamente durmiendo.

Tuve un poco de respeto y no la desperté, sabiendo que mañana trabajaría.

Eso si.

Mañana la colapsaría a preguntas.

***

Bajé corriendo y entré a la cocina sobresaltada.

—¿¡Dónde está Cristina!?— espeté a las personas que ahí se encontraban.

Las miradas cayeron sobre mí.

—No está— respondió mi madre —salió a hacer algunas cosas, ¿por?

Solté una maldicion en bajo y cogí mis cosas necesarias para la clase.

Al abrir la puerta un grito proveniente de la calle casi hace que me culgue del techo.

—¡Maddie!— exclamó Nora.

•Tardes a tu lado• (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora