Maratón 1/1
Era la noche anterior al cumpleaños de Naya, por lo tanto había decidido pasar el rato con ella y a las 12 felicitarla.
La tenía subida a mis hombros mientras paseabamos por toda la casa.
—¡Corre corre!— me animó con su dulce voz.
Aceleré el paso y la agarré más fuerte para que no se cayera, todo rastro de diversión desapareció al ver a mi padre llegar por las escaleras, mi sonrisa se desvaneció de golpe y la voz de Naya se apagó.
—Hola, hija— habló con su sonrisa arrogante, especialmente para mi.
Di media vuelta y traté de ignorar su presencia, no podía dejar que un imbecil como él arruinara el cumpleaños de Naya.
La llevé a mi cuarto y la dejé en la cama, me acerqué al escritorio, donde tenía mi móvil y miré la hora.
Y 58.. quedaba poco.
Llevé el móvil conmigo y me senté en la cama al lado de ella.
—Maddie...— murmuró en un hilo de voz.
—¿Si?
—¿Por qué papá es así?— preguntó, dejándome en blanco.
Siempre tenía que contestarle a todo, pero eso me dejó sin palabras.
—¿Así cómo?
—Así tan malo, contigo— susurró con los ojos vidriosos.
Ver a mi hermana pequeña con lágrimas en los ojos por culpa de mi supuesto padre me rompió el corazón.
—Naya, mi niña él es así, um— no sabía que decirle la verdad —porque cuando mamá y papá se separaron yo no me fui con papá— intenté una excusa.
Mentira.
Todo mentira.
—¿Entonces papá no es malo?— preguntó con la esperanza en los ojos.
Oh si, es un hijo de puta.
Me gustaría poder responderle eso, pero pensé en ella, así que suspiré y le tomé las manos.
—Papá es un buen hombre.
Las palabras me ardieron en la garganta, no me gustaba mentirle a Naya, me hacía sentir miserable.
Sonrió y me abrazó, me dejó un beso en la mejilla y se puso a jugar con mis peluches, mientras ella no miraba cogí el móvil y miré la hora, quedaba nada. Miré con ansias el móvil esperando que llegara la hora, cuando el reloj marcó las doce le enseñé felizmente el móvil.
—¿Qué?— ¿enserio no lo entendía?
—Feliz cumpleaños Naya.
Sonrió ampliamente y alzó los bracitos hacia mi, para que la cogiera. La cargué en mis brazos y me dejó muchos besos por la cara.
—¿Ya es?— preguntó ilusionada.
Asentí y se le iluminó la mirada.
—Deberías ir a dormir si no quieres que mañana en tu fiesta te quedes dormida.
Su cara se contrajo en miedo y se bajó rápidamente de mis brazos.
—¿Puedo dormir aquí?— preguntó poniendo carita de cachorrito.
No quería que durmiera aquí porque tenía que envolver su regalo, pero bueno, tampoco quería echarla. Suspiré y asentí.
—Acuéstate, yo iré un rato al balcón— murmuré.
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•Tardes a tu lado• (Pausado)
RomantizmDespués de tanto tiempo lo tendría superado. ¿Que podía pasar al abrirse con un chico?