Capítulo 17: "- Estoy enamorada."

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La moto paró en un café que ni siquiera sabía que existía en este pueblo. No sabía qué hacer, así que simplemente espere a que Allan bajara de la moto.

Era obvio que si yo me hacía la profesional en todo esto, lo más probable era que rompiera alguno de estos tubos o la correa esa que no sabía para qué servía. Allan se bajó y quitó su casco junto con las gafas que llevaba puestas. Me miró y sonrió.

Deja de hiperventilarte estúpida Marinette, es sólo un chico con dientes por el amor de todo lo santo.

Sus manos se dirigieron hacia mis piernas.

Epa, epa. ¿Qué estaba pasando?

—Pasa esta pierna por aquí… —tomó mi tobillo y lo deslizo a un lado de la moto.

Genial, parecía una idiota inválida.

Sus manos subieron a mi cabeza liberándome del casco. Él comenzó a reír.

—¿Qué? ¿Qué tengo? —no moví mis manos a mi cara, pero lo hubiese hecho de no ser por el terror que tenía de caerme de esta cosa.

—Es que estás roja… —No sé por qué pero estaba segura de que ahora parecía un gran tomate. —Y tú cabello… Déjame acomodarlo. —Sus dedos comenzaron a acariciar mi pelo y me quede estática ante su gesto.

Soy Clifford. Soy Clifford el gran perro rojo maldita sea.

Sus ojos se clavaron en los míos. Tenía una sonrisa hermosa y yo solo estaba con cara de estúpida, lo usual.

—Listo. ¿Entramos? —Asentí y él me ayudó a bajar de la moto con cuidado. Dejó los cascos por encima de ésta y le quitó las llaves. No le puso seguro ni nada parecido.

Es increíble la confianza que tiene este chico con la gente del pueblo. Si yo pasara por aquí y encontrara una moto sin seguro me la llevaría con todo gusto. Claro, si supiera como llevármela, por supuesto.

Abrió la puerta del café para mí e inmediatamente un rico olor a café me golpeó. Está bien, no me gustaba el café pero el olor era tan exquisito que estaba dispuesta a probarlo.

—Busca una mesa, voy a hablar un minuto con el dueño. —Asentí otra vez y me senté en la primera mesa vacía que encontré.

Para ser un café de pueblo, estaba bastante lleno. Había música ambiental como en todas partes, las paredes eran de un bonito color naranja amarillento rojizo (si es que ese color existía) y las mesas eran de madera oscura, al igual que las sillas. En el mostrador había unas cuantas meseras y meseros recibiendo órdenes y yendo de acá para allá con bandejas. Vi a Allan detrás de la barra del mostrador hablando con un viejo con bigote de italiano. Quería reír, pero no sería justo. A mí también me crecía el bigote italiano a veces.

—Disculpa, ¿esperas a alguien? —me di vuelta recuperándome del estúpido comentario que había hecho en mi mente.

—No, emmh… Él ya está aquí.

—¿Está en el baño? ¿Quieres ordenar por él?  —Era una rubia muy bonita de ojos marrones con el delantal de mesera que tenían todas las demás que estaban atendiendo.

ADRIEN #1 - Adaptación                                      (Adrinette/Lukloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora