Capítulo 51: "- Marinette, no enloquezcas."

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Toda esta previa me estaba matando de a poco. El estómago cada vez se me achicaba más y más y rogaba que no terminara vomitando en el piso de la sala de los Agreste, en frente de ellos. Sería lo último que me faltaba.

—Hablaré con ella primero. —Les susurró Adrien, mientras ninguno despegaba su mirada de mí. Luego de unos segundos, en los que todos se quedaron estáticos en sus lugares, incluso yo, Emilie y Gabriel se pararon y comenzaron a caminar hacia afuera. Todos los siguieron, uno atrás del otro. Pero esta vez, ni siquiera Marc pudo verme a los ojos mientras salía por la puerta y la cerraba. —Marinette, no enloquezcas. —Fue lo primero que me dijo Adrien, mientras revoleaba mi bolso a alguna esquina del cuarto, ni siquiera estaba segura si había roto algo o si había aterrizado sobre el suelo. Caminé con rapidez y me puse frente a él, que me había seguido con la mirada por cada paso que había dado.

—¿¡Que no enloquezca!? ¡PERDISTE EL DERECHO DE PEDIRME ESO EN EL MOMENTO EN QUE TODOS ME MIRARON COMO SI ALGUIEN HUBIESE MUERTO! —Adrien no respondió, y de repente se me hizo un nudo en la garganta, incluso más grande que la masa que invadía mi estómago, y mi vista se nublo. Me senté en el sofá junto a él de repente y apoyé mis manos temblorosas sobre mis rodillas. —¿Es Luka? Dímelo. Puedo soportarlo. —Adrien tomó una de mis manos con las suyas y sentí su mirada sobre la parte derecha de mi rostro.

—¿Qué? ¡No! Te juro que Luka está bien. —De pronto sentí que volvía a respirar y junté las cejas mientras lo veía.

—Pero acabo de ver a Chloé roncando en su cuarto. —Negó con la cabeza.

—Nadie se murió, Mari. —Tragó saliva y me acomodé sobre el sofá para verlo directamente a los ojos.

—Dime qué está pasando. Ahora mismo Adrien. —Por un segundo, mi propia voz retumbó en mis oídos, y me di cuenta que había sonado igual que Emilie cuando Claude hacía alguna de las suyas. Adrien se acomodó en el sofá al igual que yo y me miró a los ojos por unos cuantos segundos que duraron una eternidad. Acarició mi mejilla con uno de sus dedos, y dejó caer la mano sobre mi pierna.

—No he sido completamente honesto contigo. —Sentí que mi rostro se arrugaba de a poco. Lamió sus labios y volvió a acomodarse en el sofá. La palabra ‘nervioso’, quedaba corta si me refería a cómo se encontraba Adrien en este momento. —¿Recuerdas que hace mucho tiempo, tú me preguntaste sobre los vampiros, y yo te dije que la verdad, era que no sabíamos mucho de su origen? —Asentí con la cabeza, para que supiera que recordaba a la perfección ese día. Me había obligado a bailar con él sin música. Sonreí interiormente. —Te mentí. —Mis cejas se juntaron aún más y al notarlo, se apresuró a hablar. —Te mentí porque no sabía si podía confiar en ti. Y luego, cuando me di cuenta de que sí podía contarte lo que sea, omití ese tema. No sé por qué, sólo lo hice. Pero ahora… Tú necesitas saberlo todo. —No estaba enojada. Tal vez un poco confundida. Confiaba en que él había tenido sus razones en el pasado, pero si iba a contármelo ahora, no tenía por qué causar una escena que era claramente innecesaria. Tampoco quería crear una pelea cuando Adrien parecía tan nervioso. —Sabes que siempre bromeamos sobre que somos los hijos perdidos del diablo, y que cuando muera y me convierta en cenizas e iré al infierno… —Asentí con la cabeza otra vez. No sabía qué responder con exactitud. —La verdad, es que no somos hijos del diablo. Es, más bien, nuestro abuelo.

¿QUÉ?

—¿QUÉ? —Mi cabeza empezó a dar un millón de vueltas y no pudo evitar recrear la imagen de Adrien disfrazado de diablo hacía unas cuantas noches, en la fiesta de Halloween.

—No es nuestro abuelo realmente. Es algo así. La historia es muy larga, y necesito que no interrumpas para que puedas entenderla. —Estaba muda, y sentía que mi boca caía hasta el suelo, si es que ya no estaba más abajo. —¿Sabes la historia de Dios y Lucifer, el arcángel rechazado por su padre? —Pestañeé dos veces, intentando decirle que obviamente la conocía. —Lucifer fue desterrado a la Tierra, junto con todos los ángeles que lo seguían, y desde ese momento, él juró exterminar a la raza humana, por ser la causante del supuesto odio de su padre. —No entendía qué tenía que ver esto con el origen de los vampiros. —Fue el responsable de instalar el pecado en el mundo e hizo que las almas humanas que habían sido tentadas para pecar lo siguieran hasta el infierno, el que él mismo había creado. Cuando se dio cuenta que los humanos eran demasiados, y que la mayoría aún eran fieles a Dios, decidió hacer algo con las almas que eran torturadas en el infierno, y de ahí nacieron los demonios. Estas… Cosas, eran algo así como los súbditos de Lucifer y eran reclutados para manchar todas las almas humanas que pudieran con pecado, y así mandarlas al infierno. —Levanté mis manos deteniéndolo. Sabía que me había dicho que no debía interrumpirlo, pero tenía un buen punto.

ADRIEN #1 - Adaptación                                      (Adrinette/Lukloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora