Capítulo 36: "- ¿Qué estabas haciendo con Adein Agreste?"

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Bajé del auto lo más rápido que pude y toqué la puerta con fuerza para que pudieran escucharme. Claramente todos iban a escucharme, pero de todas maneras, la desesperación y la exageración corrían por mis venas. Emilie abrió la puerta y podía notar sus ojos algo irritados.

—¿Cómo está? —Ella hizo un extraño puchero con sus labios tragándose las lágrimas que querían salir por sus ojos.

—Mal. —Abrió sus brazos y me envolvió en un fuerte abrazo que me dejó sin aire. Literalmente. La rodeé con mis brazos y acaricié su espalda intentando tranquilizarla. —¿Puedo verlo? —Emilie se alejó de mí y antes de entrar en la casa, vi a Adrien salir del auto, más irritado y callado de lo normal. Al parecer, esto era serio.

Los tres entramos en la casa y subimos las grandes escaleras de madera hasta llegar a la habitación de Marc. Su puerta estaba abierta y podía verlo dormir. Me tapé la boca cuando me di cuenta de su aspecto. Su piel estaba casi gris, sus labios estaban pálidos y tenía ojeras bajo sus ojos. Estaba cubierto de sudor, pero su cuerpo temblaba.

—Voy a buscar su sopa. Tal vez hoy sí quiera comer. —Adrien y yo nos quedamos parados en la puerta, no contestamos. Estaba demasiado sorprendida de ver a Marc así. Él siempre parecía tan feliz y lleno de vida y alegría. Ahora parecía… consumido. Como si tuviera algún tipo de enfermedad terminal y su tiempo hubiese llegado.

—¿Qué le pasó? —Salió de mis labios sin que yo quisiera. Todo esto era tan jodidamente raro.

—Lo que nos pasa a todos, Marinette. —Lo miré juntando mis cejas sin entender. —Sangre.

—¿Sangre? ¿No se supone que cazan animales? ¿Por qué no le traen un maldito topo y terminan con esto de una vez? —Adrien negó con la cabeza.

¿Es que acaso ahora los topos estaban en peligro de extinción?

—Somos vampiros. Necesitamos de sangre humana para sobrevivir. —Junté mis cejas, y antes de que pudiera replicar algo, él habló. —Si no bebemos de ella, morimos. No importa que te alimentes de ciervos o pumas o lo que sea que encuentres allí afuera, siempre vas a necesitar de sangre humana aunque no quieras beber de ella. Es nuestro alimento. Tarde o temprano vamos a necesitarla. Y cuando la necesitas y no bebes de ella, esto sucede. —Miré a Marc sin poder creer lo que Adrien estaba diciendo. —Se rehúsa a beber sangre de un humano. A pesar de que el humano no se haya muerto y Emilie haya robado unas cuantas donaciones del hospital. Él no quiere saber nada con ella. Y termina a punto de morirse. Casi siempre.

—¿Pasa todo el tiempo? —Pregunté. Sinceramente, esto era nuevo para mí.

—Una vez al mes, más o menos. Es como el período. Pero completamente al revés. —Me hubiese reído, pero no estaba para escuchar ningún tipo de chistes, ni siquiera los de Adrien. —Pero va aumentando a medida que cumplimos más y más años. Hasta que llega un momento en que comienzas a depender de ella, y terminas convirtiéndote en un cazador, aunque no lo quieras. Es por eso que Marc no quiere beber de ella. Cree que así el proceso será más lento y nunca llegará a convertirse en lo que siempre debió ser. Pero está equivocado. —Lo miré mientras me apoyaba en el umbral de la puerta.

—¿Te ha pasado alguna vez? —Adrien apretó la mandíbula y miró al suelo.

—No. —Sentía que esta conversación lo ponía incómodo. —Nunca he dudado de beber sangre humana. Jamás. Aunque no es algo que me enorgullezca, es la verdad. —Asentí con la cabeza intentando demostrarle que no lo juzgaba. Era algo que él necesitaba hacer para vivir. Y aunque la vida en sí era una mierda, todos queremos vivirla.

ADRIEN #1 - Adaptación                                      (Adrinette/Lukloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora