Capítulo 35: "- Al parecer, hoy es el maldito día de los malditos celos."

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—Cada día, esto se torna más imposible y retorcido. —Kim estaba igual que preocupado que todos nosotros. Salvo Marín. Marín estaba tranquilo leyendo su libro, sentado en un rincón, mientras nosotros estábamos parados formando un círculo, debatiendo la cantidad de posibilidades que podían existir con respecto a lo que sucedía con Félix. Nadie podía culpar a Marín por no preocuparse, y nadie podía culparnos a nosotros por sobre-preocuparnos.

—Estoy perdido. —Declaró Claude y se sentó junto a Marín. Tocó su libro molestándolo y él lo fulminó con la mirada, sacó sus manos y se rió de su hermano. —¿Y a éste qué le pasa? ¿Acaso la presencia de mujeres te pone incómodo? Está bien, puedes hablar con Claudy Claude Claude, cuéntamelo todo. —Marín lo miró por unos segundos y me imaginé que estaba debatiéndose entre matarlo o simplemente golpearlo muy fuertemente. Optó por la opción de ignorarlo y volver su atención al libro.

—¿Cómo pudo siquiera tocar la daga de plata? Otra vez. —Susurró Marc como si estuviera diciéndolo para sí mismo.

—Un humano. —Adrien dijo como por décima vez y Kim suspiró exasperado.

—Imposible. Ni un humano ni un lobo. ¿Tu cabeza no puede procesarlo? Félix no podría mantenerse cerca de un humano ni por diez segundos sin comérselo como a un sándwich, hombre. —Adrien pasó sus manos por su cara y se sentó en uno de los sillones que había en la sala. —Y jamás, ni siquiera el lobo más asqueroso y putrefacto, sería capaz de aceptar un trato con un vampiro… Y si así fuera, por principios, no podría matar a uno de los suyos. —Bien, la explicación de Kim parecía razonable.

—¿Cómo hizo para tocar la plata? Con sus propias manos. —Marc volvió a repetir, y la verdad, ya empezaba a preocuparme.

—Tal vez usó guantes. —Dije y me encogí de hombros. Todos en la sala pararon lo que estaban haciendo, hasta pensar, para mirarme a mí. Debo decir, que me sentí un poco intimidada por unos segundos. Hasta que todos estallaron en risas y lo único que pude hacer fue apretar mi mandíbula y cruzarme de brazos para demostrar lo enojada que estaba porque ellos se burlaran de mí. Hasta me pareció que Marín había sonreído, aunque probablemente estaba alucinando. Y no era justo, porque Claude había sugerido ‘aliens’ y nadie se rió de eso. Y estaba cien por ciento segura de que mi idea era menos estúpida que la suya. Claude paró de reír y me miró por unos cuantos segundos examinando mi rostro y luego sonrió.

—Podría funcionar. —Dijo haciéndome sonreír.

—Gracias. —Les sonreí a todos con mi falsa gratitud.

—¿Ya te volviste loco? Porque pensé que la cú-cú, solamente era ella. —Kim juntó sus cejas y yo hice lo mismo. Claude se paró de su lugar mirando a todos como si no pudieran ver lo que tenían en frente.

—Piénsenlo. El material correcto, el hombre correcto, la suficiente práctica… ¿Por qué no? —Todos me miraron a mí una vez más y Adrien sonrió mientras se acercaba y me rodeaba con sus brazos, besando mi frente.

—Por esto eres mi humana favorita en todo el universo. —Intenté no sonreír.

—Aún sigo enojada. —Dije con mis brazos aún cruzados.

—Celosa. Y lo sé. —Salió lo más rápido que pudo por la puerta y detrás lo siguieron Claude, Marc y Kim. Miré a Marín que seguía leyendo su libro. Al parecer, sintió mi mirada, porque levantó sus ojos hasta los míos.

—¿Vienes? Va a ser divertido. —Sonreí intentando parecer amable, cuando la verdad, su seriedad y la razón de que nunca hablara, me ponían jodidamente nerviosa. Apoyó su libro con fuerza sobre la mesa, haciendo que sonara más de lo necesario, se paró, caminó hasta mí, me miró unos tres segundos de la peor manera posible y luego salió por la puerta.

ADRIEN #1 - Adaptación                                      (Adrinette/Lukloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora