2. Visibilidad

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A lo largo de todas las semanas que le siguieron a aquellos infames cincuenta días, el caso se mantuvo estancado: todo había vuelto a empezar desde cero, los sospechosos habían sido semi descartados y el mejor detective del mundo tenía sus ánimos por los suelos, aunque nadie podía percatarse de aquel hecho debido a la impasibilidad e invariabilidad que su rostro y ademanes mostraban. Solo Light parecía tener algún tipo de motivación para resolver el caso: nadie dudaba que la debido a la cadena que lo unía cada uno de los minutos de cada uno de los días a L, una persona de cuya inteligencia dudaba. ¿Por qué tenía metido en lo más profundo de su psique la idea de que él y Misa eran el primer y el segundo Kira?

A pesar de que el hecho de que Misa estuviera en una situación similar a Light le debería provocar frustración, indignación y determinación, no lo hacía. Y aquello desconcertaba al miembro del grupo de investigadores que era considerado idiota pero que, como era bastante invisible a causa de ello y de la subestimación que sufría, cuando quería podía ser un buen observador sin llamar la atención.

Los rubios cabellos de Misa-san estaban distribuidos de una manera desordenada al enredarse unos con los otros e inevitablemente formar nudos y masas de pelo visibles y no visibles que no parecían perturbarla como se lo esperaría de una modelo acostumbrada a tener características perfectas con el fin de recibir la admiración y envidia de sus fans.

"Tenía la cara larga", y su pelo desvaído, y sus labios juntos y visiblemente curvados hacia abajo: casi todo el tiempo posaba su mirada en el suelo, su cara se veía cada vez más demacrada, sus ojos se hundían y allí solo parecía resplandecer la tristeza. De aquella forma avisaban que no estaban muertos, descoloridos y completamente ordinarios: solo quienes la hubieran visto antes los verían sobresalientes al compararlos con los anteriores y preguntarse cómo una joven tan simpática y sonriente había terminado de semejante manera.

Sin embargo, aquel entrecejo fruncido parecía diferir de la mezcla de aspectos que contagiaban sus sentimientos al expresar confusión y concentración a pesar de los movimientos desganados que realizaba el resto de su cuerpo.

Matsuda se preguntaba por qué se encontraba así, por qué su cuerpo lucía diminuto y fácil de romper, por qué su rostro, congelado en el medio de una realización, parecía estar muy, muy lejos.

Poco sabía que Misa desde tiempo atrás se sentía así y simplemente no lo demostraba. Al menos no de forma notable.

No era el primero que se percataba de su raro estado pero si era el primero que, preocupado, le comentaba algo al respecto de vez en cuando.

—Así estoy siempre, Matsuda. No sé qué decís —Le contestó ella casi un minuto después de pronunciada la pregunta, cuando se percató de que le estaban conversando.

—Me refiero a su aspecto, Misa-Misa —aclaró él, algo apenado, tratando de pasar por alto que la rubia se estremeció apenas terminó de articular su respuesta.

Con expresión confusa, la rubia pasó su mirada por su vestimenta arrugada, y tanteó su cuerpo con sus manos, cuyas uñas apenas estaban pintadas. Así, se dio cuenta de lo incómoda que estaba.

—¿Por qué nadie me dijo que olía? —inquirió, simplemente extrañada.

—Fui el único que lo notó, creo —respondió, con duda por su afirmación y algo de desconcierto porque aún no se acostumbraba a la Misa tranquila y desganada que claramente no aparecía en las revistas repletas de sus rostros alegres, radiantes, agradables y todo lo que podía ser positivo y hermoso—. Los demás están ensimismados navegando por lugares sin pistas, enojándose con L y deprimiéndose por el tiempo que perdieron con usted y Light, quienes claramente no son los dos primeros Kira.

Antes de que las palabras las terminara de comprender, y finalmente entristecerse aún más por la situación actual, como él esperaba, ciertos hechos se formaron y evitaron que reaccionara.

—Acabo de encontrar un patrón, Matsuda —intervino Light desde su silla, presuntuoso, sin dejar de mirar la computadora que tenía enfrente.

—¿Light-kun? —A pesar de prestar atención a su entorno, L se sorprendió. Ya empezaba a analizar y sacar varias posibles hipótesis a lo dicho por el de cabellos castaños.

—Mirá esto, L.

En un segundo el detective estaba a su lado.

Mientras Light procedía a explicarle a L acerca de que las situaciones de ciertas empresas cambiaban para mejor o peor debido a las muertes de sus empleados, Misa lucía como si estuviera volviendo al planeta Tierra luego de semanas de hallarse instalada en lo profundo de sus recuerdos y, por primera vez, de desistir de mantener las apariencias.

—¿Entonces cuando atrapen a Kira nos liberarán a Light y a mí? —preguntó la de cabellos enredados, interrumpiendo a su novio y llamando la atención con su voz alta que extrañaban en silencio Light y L, quienes la habían conocido antes.

—Es lo más probable, puesto que aunque tengo certeza de que ustedes no son inocentes, no tengo manera de probarlo —dijo L, sin denotar emoción.

A pesar de indignarse por que las sospechas del detective para con su hijo siguieran igual de altas, Yagami Soichiro permaneció callado. Ya suficiente estrés tenía, y no quería comenzar una discusión con alguien que no podía aceptar que había cometido un error.

Yagami Light no pensaba lo mismo, no obstante.

—¿Cuántas veces te tengo que decir, L, que no soy Kira? También estoy cien por ciento seguro de que Misa no lo es. Ya te dije que no sé en qué pensaba cuando me ofrecí para que me encerraran —expresó sin muchas ganas, en un discurso demasiado repetido y con palabras ya sin el mismo significado que el que tenían la primera vez que el detective las había oído.

Al contrario de lo que todos podrían suponer, a la rubia no se le iluminó el rostro al escuchar las palabras de su novio y pensar en un significado romántico como "confío en Misa", mas bien lucía una mirada indiferente.

Caminando por los pasillos, alejándose de las voces de Light y L, del primero que discutía alto y del segundo que parecía pensar que todo era una charla amistosa y animada, Misa se dirigió a su habitación asignada, misma que nunca había personalizado por escasez de ganas.

Agarró algo de ropa, una toalla y fue directo al baño a pegarse una ducha. Todo lo hizo con la mayor rapidez posible, temiendo olvidarse o distraerse con sus pensamientos para recién acordarse dentro de otro par de días, gracias a Matsuda o a Watari, como por lo general sucedía.

Luego, con la mirada perdida y los movimientos torpes, se cambió de ropa, arregló su pelo en una sencilla cola de caballo y, distraída en un sector de su mente creado en las últimas horas, comió y se fue a acostar.

Pensando en la nueva pista del caso Kira, Misa se durmió.

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Nota: Siento la necesidad de explicar que Misa no tiene una hermana en este fic. Cuando empecé a escribir lo hice guiada por mi inspiración y al final me decidí a hacerla hija única, puesto que su hermana sería más objeto de mención que de importancia.

El significado de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora