III

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¿Kacchaco?

¿Bakumomo?

¿Bakudeku?

¿Dekubaku?

¿Sin parejas?





Katsuki había tenido una pésima semana. No fue al colegio y se mantuvo la mayoría de su tiempo dentro de su habitación, evitando a su preocupada madre y ansioso padre. Sabía todo, y a la vez nada. No entendía porque su amigo se fue sin dejar indicios de alguna señal o si tal vez volvería. Nada.

Se sentó en su cama pensando en las mil y una posibilidades por las que marchó. En la penumbra de su habitación, volvió a quedarse estático imaginando lo que pudo haber pasado para que su tonto amigo se haya ido del país, tan lejos. Dio unas cuantas vueltas en su cama, hasta caer en el suelo. Se quejó gruñendo por lastimarse la cabeza y parte de sus rodillas. Sintió como sus ojos se inundaban en lágrimas nuevamente, sabía bien que no eran por el dolor físico más si emocional.














Una castaña estaba en su casa, pese a que ya sabía todo sobre el viaje de Izuku, ella también sabía que su plan se había ido por la borda. Se suponía que su amiga, Tsuyu, le había dicho que para conquistar a su "crush" necesitaba primero enamorar a su mejor amigo. Ochaco sabía bien que su amiga era muy inteligente, tenía ya 10 años, y si ella decía algo era porque así mismo sería. Entonces fue cuando decidió ir por Izuku, pidiéndole un noviazgo solo para poder acercarse a Katsuki, el rubio de ojos granate que tanto le gustaba.

Bien sabía la castaña que ese niño era sumamente orgulloso pero también era muy genial y admirable, eso le llamaba muchísimo la atención. Ahora que su "amigo" peliverde no estaba, decidió ella misma en busca del niño cenizo.

...

Después de un mes, las cosas ya estaba medianamente bien para los dos peliverdes. Ambos podían entender mejor los idiomas y también hablarlo más fluido. Consiguieron lugar donde alquilar y un trabajo por turno, siendo dos en su totalidad.

Inko, preocupada por su hijo, decidió inscribirlo en una escuela rural cerca de donde vivían. No quería que su muchacho fuese una persona ignorante e incapacitada. Quería que tuviera un excelente futuro y un hombre con honra, diferente a su padre. Con el tiempo, se logró. La mujer trabajó y luchó demasiado, llegando a enfermarse por tanto estrés y presión, pero no se rindió.

Al cabo, ya de 6 meses. Ambos estaban totalmente residenciados en Canadá, esperando pacientemente aún sus papeles legales, sin interrumpir la vida ya hecha que tenían. Izuku estudiaba y de vez en cuando ayudaba a su mamá en casa vendiendo pan por las noches, eran un dúo imparable.

Por parte de Katsuki, a lo largo de ese tiempo. Superó superficialmente la partida de Izuku, aún nostálgico le recordaba, odiandole por el simple hecho de olvidarle. No podía creer que casi se cumplía un año de su partida y ni una vez se dignó de preguntar por él. O al menos eso le decía su madre triste las pocas veces que Inko llamaba desde afuera.

Durante ese tiempo, se preparó mentalmente. Iba a cumplir 9 años en unos días y quería que de regalo fuese hablar con su antiguo amigo. Estudió, obedeció y hasta intentó no gritarle a medio mundo sólo para que su mamá viera que estaba cambiando y que merecía ese maravilloso presente para un día tan especial como su cumpleaños.

El día 20 de abril llegó, todos estaban emocionados y contentos, felicitando a un niño rubio muy lindo, que no paraba de seguir a su madre a todos lados. Mitsuki ya le había comentado todo a Inko, habló con el niño peliverde también, pero éste solo dijo con tristeza que Katsuki lo había enviando a comer mierda y que no quería saber más nada de él desde esa última vez. La rubia intentó convencerlo de que esa era una vil mentira pero no sirvió de nada, porque Izuku sabía que Katsuki jamás le mentiría.

Ese cumpleaños fue el peor que el rubio cenizo jamás haya tenido. Sin Izuku. Muy contradictorio de su parte pero ese niño era la mitad complementaria de él, no podían simplemente separarse y ya.

Por lado de Izuku no estaba mejor. Su madre había jurado que su hijo jamás volvería a sufrir ni lamentarse por nada, pero verlo llorar una vez más por Katsuki, sin saber cuantas veces lo habría hecho a sus espaldas, le carcomía la conciencia. Se sentía culpable por haber separado a esas dos pequeñas criaturas.

Y desde esa vez, los dos niños no se volvieron a hablar más. Sus madres, pese que seguían en comunicación no podían simplemente interferir en sus problemas aunque sean niños, ellas aún así les respetaban.














A lo largo del tiempo, pasaron meses y años, años increíblemente lentos y tortuosos, pasando sin pedir perdón ni permitiendo arrepentirse del pasado más queriendo un futuro sin rencores.

Actualmente, Izuku ya tenía 15 años. Ya estaba saliendo de la secundaria para entrar a preparatoria. Su madre recientemente había empezado a salir con un señor mayor que ella, pero muy buena persona. El joven adolescente lo sabía, y aprobaba ciegamente su relación.

Katsuki, ya tenía 16. Se había vuelto novio de una de las chicas del vecindario, Momo Yaoyorozu. La jovencita era muy linda, inteligente y educada, toda complementaria para el rubio. Llevaban ya 1 año de noviazgo y pensaban seguir así, la chica siempre se interesó por el joven, mientras que Katsuki solo quería experimentar.

Bakugo estudiaba en UA. Llegó a conocer muchos nuevos compañeros y algunas nuevas compañeras, que a su parecer, eran digna de rivalidad. Para el rubio, las cosas estaban estables y así deberían permanecer.








CHAN, CHAN, CHAAAAAN

¡DEKU ES DE KACCHAN! [BAKUDEKU | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora