VII

5.3K 516 153
                                    

Izuku había llegado a una tienda de ropa junto a Mitsuki. Se sorprendió cuando la rubia lo tomó del brazo y lo llevó hasta la sesión masculina, y lo obligó a elegir ropa nueva. Si bien, el peliverde no tenía idea de cómo era sentirse a la moda, tampoco quería aprovecharse de la adulta.

- Si no compras buenas pintas de ropa, entonces no vas a conquistar mujeres. Debes estar siempre decente y más lindo de lo que ya eres, Izuku.

- No te-tengo suficiente dinero justo ahora. Además, allá tengo algo de ropa.

- Tenías. Las he usado para paño de suelo.

- ¡Espere, no!. ¡No puede hacer eso!

- Porque ya lo hice. Ahora, escoge.

El chico se rindió. No podía ponerse en contra de la palabra de la mujer. Era muy astuta y sabia al actuar, no podía ganarle una batalla verbal ni racional.

(...)

Después de casi 1 hora apenas eligiendo todo tipo de atuendos y vestimenta para el joven chico, tocaba probar cada una de las prendas. La mayoría de todo lo que habían elegido le quedaba a la perfección, y Mitsuki como buena "tía" pagó absolutamente todo.

Luego, la adulta invitó al peliverde a una mini cafetería a comer algún dulce o tomar un maravilloso cappuccino. Sólo quería tener una oportunidad para hablar a solas con Izuku. Y lo logró porque el chico había caído redondito ante su eficiente plan.

- Entonces, ¿no has tenido ni UNA novia? - resaltó la palabra, intentando enfocar la mentira. Pensaba que a lo mejor tenía al menos unas tres ex novias.

- No, ni una he tenido. - respondió firmemente.- sólo cuando era un niño, pero eso creo que ya no importa.

- Oh, sí. Ya recordé. La culpable de tu separación con Katsuki. - la rubia habló sin pensarlo.

- ¿Cómo lo...? - pareció pensarlo. - Oh, ya veo. Kacchan le contó, ¿no?

"Con qué Kacchan".

- Sí, Katsuki me lo dijo.

El peliverde deparó de su error segundos después, y su cara se volvió rojisíma debido a la vergüenza, que aumentaba gradualmente cuando Mitsuki sonreía más grande.

- Guardaré el secreto, Izuku. - le guiñó el ojo izquierdo para levantarse de la silla e ir hacia la caja a pagar apenas los dos cafés con leche.

Midoriya antes esa confesión y promesa no supo que decir. Sabía que la señora Mitsuki era muy divertida y juguetona a la hora de hablar, pero sabía que esta vez había hablado en serio y eso le aterraba de una manera indescriptible.

(...)

Katsuki llegaba a su casa molesto. Había tenido una discusión con su novia, y no era para menos, fue debido a los celos que tuvo temprano en el auto antes de llegar a la universidad. Le había prohibido estrictamente no tocar ni mucho menos ver a Izuku.

La pelinegra, obviamente, se enojó demasiado y le gritó, reclamando por su actitud tan posesiva y tóxica. El rubio, simplemente no dio su brazo a torcer y la situación empeoró. Bakugo creía ciegamente en que estaba en lo correcto.

Al llegar a su casa, vio a su padre sentando con su madre en la sala viendo la televisión mientras charlaban tranquilamente. Eso le hizo pensar un poco la situación, no quería perder a su novia. Apenas hace un día había decidido casarse o, en dado caso, plantearse una vida juntos.

Cuando giró hacia el pasillo que daba para la escaleras, vio que venía caminando lentamente Izuku con unos audífonos y una pijama cómoda. Veía su celular concentrado sin notar la presencia del contrario, e inocentemente comenzó a sonreír mientras revisaba su perfil de Facebook. Katsuki tuvo un ataque de rabia, y bajo la impulsividad, empujó al otro de medio lado.

Izuku abrió los ojos grandes e intentó mantener el equilibrio para no caer ante ese golpe tan brusco, y observó a Katsuki caminar a paso lento dando pisadas fuertes, era obvio que estaba echando humos. El peliverde hizo el amago de ir a reclamarle por su actitud, pero se retractó de inmediato. No valía la pena.

Izuku fue hasta donde Mitsuki y su esposo, Masaru. La pareja hablaban y aconsejaban al pecoso sobre muchas cosas, se mantenía una constante conversación de cualquier tema. Se llevaban muy bien.

Cuando se hicieron las 19:00, Mitsuki había pedido a todos que se sentaran en la mesa para cenar. Esa noche había hecho pan de queso, y nada mejor que comerlo en familia. Katsuki fue el último en llegar al lugar, pero al menos había optado por comer con todos.

- ¡Hoy Izuku compró muchísima ropa!. ¡Se ve demasiado genial!. - chilló emocionada la rubia. - Apuesto a que en cualquier momento de consigue una novia muy bonita.

Izuku sonrió nervioso, no era como que el necesitara mucho de una chica pero tampoco se le hacía tan mala la idea.

- Eso es genial, querida. - expresó Masaru mientras sonreía. - Siento que a Katsuki también le haría falta unas nuevas mudas de ropas.

- ¡No me hace falta una mierda, viejo!

Mitsuki le metió un golpe en la cabeza por ser tan grosero con su padre, obligándolo a que se disculpara con el adulto. Izuku solo se limitaba a comer, pensando en lo maravilloso que hubiesen sido las cosas sino se hubiera marchado de allí en aquel momento pasado. Suspiró triste.

- ¿Te encuentras bien, hijo? - Mitsuki preguntó preocupada, haciéndole sentir más confianza al chico con decirle "hijo". Era especial.

- Lo estoy. Sólo pensaba que necesito buscar trabajo. - rió nervioso.

- ¿Y por qué no continúas con tu carrera universitaria aquí? - preguntó Masaru. - Yo puedo ayudarte con los gastos.

- Oh, no. Claro que no. Yo he pausado mi carrera porque quería hacer mi vida y también, necesitaba un descanso. Por ahora solo quiero trabajar para ayudarlos a ustedes.- explicó el hombre.

- No está nada mal. Ustedes crecen demasiado rápido.- hizo referencia a los dos jóvenes en la mesa.- Un día eran dos malcriados llorones y hoy ya se quieren casar... Hasta tener hijos..- habló inconscientemente la mujer.

- Es parte de crecer. Todos pasamos por eso, cariño. Ellos están yendo bien, a su debido tiempo.- dijo Masaru.






















Nada que ver pero me quiero morir. El trabajo no me deja vivir.

¡DEKU ES DE KACCHAN! [BAKUDEKU | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora