XVIII

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Kirishima limpiaba con cuidado las heridas nuevamente abiertas de Midoriya. Ambos estaban en el cuarto del pelirrojo, y uno de ellos estaba sentado en la cama mientras que el otro estaba agachado a la altura de su pecho para curar algunos hematomas y heridas algo profundas.

Eijiro estaba tan enojado como triste, en esos momentos solo quería partirle la cara a Katsuki pero sabía que no era lo mejor de las opciones, estaba Izuku y el joven necesitaba de él en esos momentos. El peliverde había llorado, gritado y hasta se había autolesionado con la única intención de mitigar ese dolor tan agudo y fuerte que le atacaba a su pobre corazón. Le dolía el pecho, y eso no era comparado con el dolor de aquella heridas físicas. Sabía que ellas sanarían, con algo de tiempo quizás dejen una que otra cicatriz pero su corazón roto, tal vez no lo haga nunca.

— He terminado. ¿Ahora sí quieres ir a comer? Vamos, te hará bien una sopa llena de verduras. — ofreció el joven de dientes afilados. Sin duda, era un sol en medio de aquella tormenta que era la mente de Izuku en esos momento.

— Vamos... — apenas susurró eso y el contrario asintió sonriente mientras lo ayudaba a caminar hasta el pequeño comedor de su casa. Y no era para menos aquella felicidad para Kirishima, ya que había sido un gran avance ese pequeño murmullo por parte del pecoso, pues, anteriormente no pronunciaba ni monosílabos.




Sero había estado hablando con Mina un rato. Había ido por información referente a Momo, y su amiga le comentaba todo lo que había sucedido. Tsuyu y Ochaco estaban en su casa, y pues, solo ella se había quedado cuidando y atendiendo a la pelinegra que descansaba en su habitación después de tanto estrés.

— Yo.. Yo me siento tan miserable, Ashido. — el pelinegro mantenía su voz uniforme pero el temblor en sus manos delataban toda la rabia que sentía en esos momentos. — Juro que.. Juro que Katsuki va a pagar por todo lo que ha hecho, como sea y donde sea.. — dijo con seguridad en sus palabras mientras la pelirrosa tomaba sus hombros para masajear.

— Tranquilo, Sero-kun.. Sabes que el karma existe y es un hijo de perra. — aseguró seria para luego cambiar su expresión por una más alegre. — Momo estará bien. Nosotros estaremos bien. — afirmó la chica con una sonrisa encantadora, que a ojos de su amigo, había sido la más linda que le había visto.

— Te quiero tanto, Ashido. — la abrazó con tanto anhelo, y la menor solo pudo corresponder gustosa. Ella no permitiría que nadie más saliera lastimado entre sus amigos, ni siquiera aquel chico de pecas que conoció en la fiesta de la noche pasada. Se lo había propuesto.

Después de aquel encuentro amistoso e íntimo entre ellos dos, Sero se despidió de su pequeña amiga y le pidió indulgente, que le diera un besito a Momo de su parte cuando despertara, agregando también que le avisara de cualquier cosa que sucediera. Y sin más, partió de allí antes de la medianoche.

Caminaba despacio por las calles de ese lugar, para buena o mala suerte, había gente y los postes mantenían sus faros encendidos dando bastante claridad por donde caminaba. Mientras tanto, tomó su celular y llamó a uno de sus amigos, quien rápidamente tomó la llamada.

— ¿Qué tal, Hanta? — hablaron al otro lado de la línea.

— ¿Como sigue? Yo iré en un rato allá, guarda mi cena. — fue lo único que dijo antes de escuchar por parte de Kirishima un "él está bien" y "aquí te espera suficiente comida, viejo". Después de cortar la llamada, sonrió entre dientes. Eijiro era una grandísima persona, difícil de conseguir y muy fácil de querer.

Al doblar la calle, notó que una silueta demasiado conocida para su gusto, caminaba en sentido contrario y desde lejos venía con la mirada en el suelo como si buscara algo. Probablemente, su hombría. Claro que lo reconocía, era al imbecil que andaba buscando.

Sin pensarlo dos veces llegó hasta donde estaba Katsuki, quien había reaccionado demasiado tarde, para el empujón que le echo su ex amigo y tampoco pudo detenerlo cuando a su rostro llegaron, no uno ni dos, sino cinco golpes seguidos. Claramente, el pelinegro se estaba descargando su furia con él, y con una patada en la entrepierna y un cabezazo, logró sacárselo de encima.

— ¡¿Es que no tienes a quién más joder, maldito cara plana?! — preguntó irritado el rubio mientras pateaba furiosamente el cuerpo del más flaco. Después que se cansó se echó a un lado, dispuesto a escuchar lo que el otro le tenía que decir. Quería seguir escuchando más mierda hacía su persona, al parecer.

El de cabello negros lo quedaba viendo con una rabia inmensurable, y hasta este punto ya no entendía porqué.

— ¡Quiero que dejes a Momo en paz! — declaró el pelinegro. — Joder, ya haz jodido todo esto. ¿Qué coño intentas ganar con todo esto, ah?

— ¡A mí no me estés diciendo que hacer, pedazo de mierda! — le gritó el rubio en defensa mientras limpiaba su boca de algunos rastros de sangre que tenía.

— Pues deberías, si es que tanto te importaría seguir.. — no había terminado de hablar cuando Bakugo se le lanzó encima y con el puño cerrado le golpeó en el ojo derecho y parte de su nariz.

Sero tampoco se quedó atrás, le había golpeado en parte del pecho y uno de sus brazos había tomado con fuerza su cuello, impidiendo la respiración del otro. Ambos habían entrado en guerra, y peleaban con la única intención de hacerle entender al otro su desacuerdo. No había más nada que perder, sólo la miserable humillación del perdedor y, uno de ellos sin antes de haber comenzado la pelea, ya había perdido.

Definitivamente, apenas era que empezaba el problema.











Ando desaparecida, perdonen

¡DEKU ES DE KACCHAN! [BAKUDEKU | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora