𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

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El callejón se veía opaco, humedecido por las aguas estancadas que, en cierto modo característico, eran expulsadas de las canaletas, de las alcantarillas o por alguna insignificante lluvia que dejó charcos a falta de la luz solar. Bae, por primera vez, podía sentir el olor del desagrado ingresando a sus fosas nasales inevitablemente, como por ejemplo el del moho cubriendo las paredes, el de la basura acumulada y desastrosa por los perros callejeros, el del orín causado por los borrachos que se escondían en las noches, y quien sabe cuanto más.

Sujetó con fuerza la pequeña cartera. Ahora que no tenía su ropa holgada y gruesa ocultando cada parte de su anatomía, se sentía desprotegida, como fuera de su hogar.

Para ella, los edificios de alta economía social, eran como las personas en general; al frente muestran una cara que no era en cuanto más investigabas a fondo.

Hoseok disminuyó los pasos después de asegurarse el que no hubiera nadie que pudiera escucharlos, y es que, vamos, ¡iba a vender droga en plena luz del día! no debía ser tan tonto como para confiarse de un lugar como ese.
Volteó sobre sus talones para observar a la pelirroja, elevando la comisura derecha mientras que abría su chaqueta.

⎯⎯ Lo que sea que tengas, lo aceptaré. Incluso si el dinero no es en papeles ⎯⎯ guiñó, sintiéndose realmente poderoso ante una joven necesitada de narcóticos. Claro, falsamente ya que éste no sabía. La contraria sonrió, más aún cuando vio el pequeño sobre saliendo de un bolsillo interno, fingiendo su deseo en lo que mordía el labio inferior bajo la mirada incendiada del pelinegro.

Estiró su mano para agarrarlo, no obstante, Hoseok elevó la mercadería por encima de la cabeza ⎯⎯ Apapapa, el dinero primero, cariño.

Mi-suk entreabrió los labios como si eso pudiera generar algún tipo de palabra que le ayudara a salir de la tensión. Mierda, lo único que tenía en la cartera era aire, no había ningún objeto o billete a excepción del que usó para el café. Además, ¿cuántos wons valdría eso? no es como si su valor fuera barato pese de ser poco.

⎯⎯ Verás, yo a-ahora no tengo el dinero conmigo, n-ni siquiera el mínimo.

⎯⎯ ¿Qué? ⎯⎯ frunció el ceño un tanto molesto. Ocasionando que la menor diera pasos hacia atrás ⎯⎯ ¿hiciste que viniera hasta aquí y te muestre la mercancía por nada? ⎯⎯ avanzó.

⎯⎯ No puedes juzgarme, vine a tomar un café con el dinero suficiente, no creí que debía traer más para una compra casual como ésta ⎯⎯ chocó su espalda contra una pared que sobresalía desde el costado izquierdo, tropezándose con las bolsas de consorcio.

⎯⎯ Tranquila, dije que podías pagarme aunque no fuera con billetes ⎯⎯ sonrió.

Bae tembló, presintiendo que pasaría lo peor, ¿qué tanto podrían estar haciendo los agentes? ¿a caso no la vieron salir? Comenzó a observar hacia sus alrededores por si encontraba algún objeto que sirviera como arma, no dejaría que éste sujeto la tocara indebidamente y menos sin su consentimiento. Hoseok acarició la mejilla izquierda alterando su paz escasa, divirtiéndose por la exhaustiva escena que él mismo estaba creando. No obstante, cuando iba a hacer la aproximación de sus labios hacia la tibia piel, dos hombres aparecieron en la entrada del callejón con sus armas apuntándole. Desconocidos para él, alivio para Bae.

⎯⎯ ¡Arriba las manos! ¡BIC! ⎯⎯ gritó Jungkook, con el ceño fruncido, la quijada tensionada al igual que sus músculos. Ver la desfachatez de la femenina, con su rostro tembloroso y las manos hechas puño a los costados de su cuerpo en lo que se encontraba prisionera por la anatomía varonil contraria; le causaban miles de estragos en su garganta. No porque fuera Mi-suk, sino porque era una mujer. La amargura que sentía en su pecho al saber que miles de femeninas pasaban por esa travesía -siendo o no salvadas-, se extendía en cada rincón de su complejidad a la velocidad de la luz.

好きな笑顔 | 𝐉𝐊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora