𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄

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Una mañana frívola. Perfecta para salir a caminar y ver si podía encontrar algún trabajo de medio tiempo en los comedores del recinto mientras que investigaba a Choi San y el porqué estaba en Seúl cuando debería estar en Busan.

¿Si podía haber hecho esto hace mucho tiempo? por supuesto, pero siempre la rechazaban por su aspecto sucio callejero; ahora por lo menos tenía el cabello limpio y el rostro impecable gracias al agua que salía por la tubería de la cocina.

Anoche el masculino le había hecho varias preguntas, todas fueron respondidas con mentiras que ciertamente tenían algún tipo de lógica. Sólo dijo la verdad en cuanto a su pasado: el haber sido criada solamente por su madre en cuanto su padre escocés, un extranjero común y corriente, se marchó del país para regresar al suyo, borrando todo tipo de señal y rastro por años eternos y probablemente para siempre.

Bae tampoco lo quería de regreso.

Para ella, aquel ser estaba muerto y enterrado como un mal recuerdo. La única persona valiosa que amaba con su vida era su madre, quien había hecho hasta lo imposible porque no le faltara nada; sólo su lecho de muerte, fue el final para los momentos felices.

Metió sus manos dentro de los bolsillos delanteros, la punta de su nariz siendo rosada y fría como la de un cachorrito; aún no tenía una bufanda, pero no creía que fuera necesario al estar en esa época estacional. Después de todo, su cuerpo se había acostumbrado a todos los desniveles de la temperatura al estar escasa de ropa y una estufa encendida.

No obstante, toda paz mañanera se fue en un pestañeo, al visualizar que un Mercedes Benz negro, brilloso y nuevo, se aparcaba a su lado sin apagar el motor; bajando la ventanilla del acompañante en lo que dejaba al descubierto el rostro de Jeon.

Éste no tenía su costoso traje del trabajo, más bien era una camiseta verde oliva de mangas cortas casual, junto con un pantalón deportivo negro. Claramente, no dejaba de ser atractivo ante los ojos de Mi-suk.

Luego de unos segundos, el silencio se hizo tenue hasta que la voz masculina resonó en los oídos femeninos.

⎯⎯ Sube.

La menor tomó el picaporte de la puerta, abriéndola con parsimonía en lo que asomaba su cabeza en una posición de 90 grados para ver el interior.

⎯⎯ ¿Estás seguro? puedo ensuciar el asiento de tu auto con mis mugrosos trapos.

Jungkook suspiró. Tomando con poca paciencia la delicada muñeca de la chica en lo que implicaba fuerza para que se metiera en el vehículo, no dándose cuenta que la contraria había desprendido brillos de sus ojos ante la conectividad de corriente que sintió en cuanto los dactilares del mayor rozaron su piel.

Sumando que el perfume del mismo golpearon sus fosas nasales salvajemente. Todo él ahora estaba en su vestuario y piel, todo aquel reducido espacio gritaba que era propiedad de Jeon Jungkook. No se había dado cuenta que esa era la primera vez en que ambos estaban en un lugar tan apartado e íntimo; lo del callejón no había sido nada en comparación de esto.

Jungkook procedió a ponerle el cinturón luego de haber cerrado la puerta con seguro, y en cuanto vio que ningún vehículo pasaba a su alrededor, salió del cordón de la vereda emprendiendo viaje hacia alguna otra calle donde no estuviera el peligro presente.

Mi-suk observó cada movimiento pero aún se mantenía en un trance del que no sabía cuando es que iba a salir: la mano masculina izquierda firme en el volante, en lo que la derecha estaba sobre la palanca de la caja de cambio para mover a ésta misma con el talón de la mano. Y su mirada de concentración al frente, en lo que su postura era relajada, mientras que de vez en cuando observaba por el espejo retrovisor del lado del conductor cada vez que iba a cambiar de carril.

好きな笑顔 | 𝐉𝐊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora