𝐓𝐑𝐄𝐒

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Tal vez estaban bien encubiertos.

Tal vez no llamaban la atención con esos trajes tan relucientes.

Tal vez nadie -a excepción de las chicas que pasaban por su mesa con sonrisas coquetas- se daría cuenta de sus presencias en el interior de la cafetería.

Jeon miró nuevamente su muñeca donde se posaba un lujoso reloj de agujas. Soltando el quinto suspiro en aquella mesa púrpura atrayendo la molestia del más bajo ya que debía ser quien lo soportara.

Hace siete minutos, aproximadamente, debía haber llegado la chica, ¿qué demonios estaba haciendo en el departamento federal?

Es decir, no estaba preocupado por ella, simplemente no quería que el sujeto investigado se fuera antes de tiempo, llevándose consigo todas las oportunidades de sacarle información importante.

⎯⎯ ¿Podrías calmarte? ⎯⎯ le cuestionó el pelicastaño, acercando la blanquecina taza de porcelana con café en su interior, a los labios.

⎯⎯ Era sólo tomarse un maldito baño para quitar lo irritante y maloliente que es ⎯⎯ contestó con los dientes apretados, no limitando sus palabras ⎯⎯ si sabía que esto pasaría, hubiera entrado a las duchas yo mismo, y sacarla de allí a las rastras.

Jimin lo observó con una ceja elevada, depositando su bebida sobre un pequeño plato.

A veces no lograba entender a su menor pese de conocerlo hace años. Jamás había hablado con tanto asco sobre una persona, y mucho menos sobre una mujer, ¿por qué aparentaba tenerle un cierto resentimiento si ni siquiera era capaz de interactuar con ella? es decir, difícilmente hablaba con una femenina cálidamente a excepción de la secretaria, que era todo profesional pero sin una chispa de desprecio.

⎯⎯ ¿Qué? ¿por qué me miras así? ⎯⎯ preguntó, no dándose cuenta que había empezado a hablar con el satoori de Busan.

Tal dialecto, hacia que las palabras sonaran más agresivas, fuertes y potentes, dependiendo de la ocasión y el punto de vista.

⎯⎯ ¿Olvidas que estás hablando con tu mayor? baja los niveles ⎯⎯ respondió de la misma forma el castaño, ocasionando vergüenza y molestia en el contrario al ser reprendido en un lugar como ese ⎯⎯ y si te miro así, es porque no entiendo tu estúpida conducta con esa chica. La tratas como a un maldito perro. No, corrección, a un perro lo tratas mucho mejor. Además...

Dejó de oírlo, una vez que comenzaba con su plática o discurso de buen samaritano, ya nadie podría detenerlo. Su atención se desvió a la entrada principal del local por si podía ver a la chica ingresar y así estar listo en caso de que algo saliera mal.

No la trataba como tal, él sabía que no era así. Interactuaba con Mi-suk de la misma forma en que hablaría con cualquier desconocido. Y es que, vamos, apenas si había sido un día en que supo de su existencia, no podría confiar en su persona al cien por ciento, ni mucho menos darle una condición "afectiva".

Un minuto más fue el que transcurrió, cuando un cuerpo femenino hizo su presencia en el local.

Suficientemente atractivo como para que Jeon dejase de pensar en todo y su mente se volviera en blanco. Haciendo de sus ojos aún más redondos y brillantes mientras que abría la boca levemente.

Había pasado mucho tiempo en que volvió a ver a una chica con determinados ojos cautivados.

Ésta era pelirroja, su cabello siendo sedoso y rizado aunque no tan esponjoso. Piernas largas, conformadas por un par de zapatos negros de tacos altos que la hicieran ver aún más alta y esbelta; falda de tubo gris a la medida perfecta, y una camisa blanca de seda con las mangas remangadas hasta los codos prolijamente, dejando al descubierto sus delgados brazos adornados por una pulsera de oro.

好きな笑顔 | 𝐉𝐊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora