Necesitó salir a tomar aire, fuera del palacio, lejos de la gente.
Sentía ganas de llorar, vomitar y gritar. No es que se sintiese mal solo porque Víktor tuviese razón, sino porque Yuri sabía, en el fondo de su ser, que no podía reprocharle nada.
Estaba en su derecho a dejarlo. Acababa de perder a sus dos mejores amigos y sabía que la muerte de Yuri acabaría hundiéndole del todo. No quería cargar con esa culpa. Sabía que aquello era lo mejor y había sido un egoísta por pretender que podían seguir juntos como si no fuera a pasar nada.
Lo sabía, lo sabía... Pero le dolía igualmente. Porque Víktor tenía razón: se había rendido. No había nada que pudiera salvarle, ni después de acudir a rompemaldiciones ni ninguna otra cosa. Sara estaba investigando un caso que ella creía que era cercano al de Yuri, pero este sabía que lo que le ocurría no le había pasado a nadie más.
Así que comprendía el ultimátum de Víktor: si él mismo no iba a buscar ayuda, si él mismo había tirado la toalla, al menos otras personas podrían intentar ayudarle. Aunque Yuri sabía que no había solución posible.
Pero quería vivir.
Pero no podría sobrevivir a aquello.
Debía seguir luchando.
Debía darse por vencido.
Lo mejor era buscar ayuda, seguir con Víktor, con Phichit y sus amigos hasta el final.
Lo mejor era entregarse a la oscuridad y cederle su vida.
En medio de sus pasos que huían lejos del palacio, se detuvo de golpe. Le costaba respirar, sentía los latidos del corazón demasiado fuertes en el pecho y los oídos. La magia bullía en su estómago y crepitaba en su piel, a punto de estallar.
No se detuvo por estar agotado, sino porque acababa de darse cuenta de una cosa. Él no se había rendido. Él no había perdido la fe. No, no había sido él: había sido Eros. Le había obligado a abandonar toda esperanza y cederle el control. Eros, aquel que convivía dentro de él, quien luchaba por hacerse con su poder y usarlo a su antojo. Aquel a quien le había vendido su alma.
Él no quería rendirse. Quería pedir ayuda. Quería seguir amando a Víktor. Quería seguir divirtiéndose con Phichit. Quería seguir conociendo a los Elegidos, a Yurio, a Otabek, a Sara, a todos... Pero Eros no le dejaba.
¿Y para qué hacerles daño?
Esa voz en su cabeza no dejaba de taladrarle la mente, pero no podía ignorarla: cada vez la oía más fuerte.
Sabes que no hay forma humana de acabar conmigo... ¿No sería mejor que aguantases en silencio?
No. No le callaría la voz.
Solo preocuparás más a tus amigos. Suficiente tienen con el tema de los Sombras... ¿Quieres que también te tengan miedo a ti? ¿Quieres convertirte en su enemigo?
ESTÁS LEYENDO
Gran Prix Mágico: La Final (Yuri!! on Ice)
FanfictionSegundo libro de Gran Prix Mágico. ¡¡NO LEER ESTE LIBRO SIN HABER LEÍDO ANTES EL PRIMERO!! El Gran Prix Mágico, la competición de magia más asombrosa de todos los tiempos, está a punto de terminar. Sus Doce Elegidos, sin embargo, tienen otras preoc...