CAPÍTULO 182: SALVARSE SIN CONFIAR

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No habían hallado nada nuevo sobre Igor Nikiforov

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No habían hallado nada nuevo sobre Igor Nikiforov. Era como si Sergéi no hubiese querido mencionar demasiado a su hermano, a juzgar por el miedo o respeto que debía infundirle. Las pocas veces que escribía sobre él en los diarios lo hacía solo con su inicial, «I», como si hasta su propio nombre fuese peligroso. Y siempre añadía frases del estilo «si I se enterase de que escribo este diario...» o «I me ha obligado a hacerlo», lo cual daba a entender que Sergéi Nikiforov siempre había sido un peón y había sido Igor el que manejaba la partida. Tal vez Igor lo hubiese utilizado como chivo expiatorio, en caso de que los Sombras fuesen descubiertos; o tal vez no quiso mancharse las manos directamente. En cualquier caso, Igor Nikiforov era un misterio del que todavía no habían encontrado respuesta.

Reyna, por su parte, era un misterio en sí misma. Sergéi no había hablado demasiado de ella, al menos no donde habían buscado. En el cuaderno de experimentos siempre se refería a ella como «sujeto número uno», demasiado impersonal, lo que le hacía suponer a Phichit que, realmente, Reyna había sido un experimento totalmente secreto desde el principio.

Lo que sí estaba claro era que Sergéi había fracasado con muchos de los ensayos que realizaba en ella; en otros, había logrado acertar después de varios intentos y unos pocos habían culminado con éxito. Había reproducido estos últimos en Víktor, mejorado los que habían funcionado bien en ella y eliminado aquellos que no habían servido de nada. Reyna parecía haber sido la cobaya en la que investigar antes de convertir a Víktor en quien era.

—Es horrible —murmuró este cuando comprendieron finalmente la finalidad de Reyna—. Mi padre la utilizaba para estudiar en ella todo lo que luego quiso probar en mí. Si yo sufrí con las cosas que sí funcionaban... no puedo ni imaginar por qué tuvo que pasar ella.

Todavía le costaba asimilar que tenía una hermana mayor cuya existencia se le había ocultado. Y más le costaba asociarla con la mujer que los había protegido como aurora personal durante la competición... y mucho más con la mano derecha del Maestre de los Sombras. La mujer que posiblemente había ordenado la muerte de Mila; quien con mucha probabilidad había matado a Chris.

No sabía cómo sentirse con ella. La odiaba. La temía. La compadecía. Le apenaba. Y, al mismo tiempo, se sentía extrañamente aliviado por ver que no era el único superviviente de su familia: tenía una hermana.

Pero era la peor mortífaga con la que podría cruzarse.

—Tal vez por eso se unió a los Sombras —apuntó Phichit, apoyado contra un madero en el establo de los thestrals. Compartían espacio con otros equinos, como los abraxans, los unicornios o los kelpies. En Beauxbatons había tantas especies de criaturas mágicas que costaba un poco llevar la cuenta.

Víktor no entendía a qué se refería exactamente, así que Phichit procedió a explicarse:

—Puede que Igor todavía tuviese cierta influencia sobre ella después de que vuestro padre muriera. Es su hija adoptada, ¿no? Posiblemente quisiera utilizar su poder.

Gran Prix Mágico: La Final (Yuri!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora