Amor supremo.

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Pasaron los días y cada vez ella y yo estábamos más unidas y queriendo estar más la una con la otra.

Compartíamos mucho más tiempo juntas, Valentina se quedaba casi todos los días en mi casa, diría yo que prácticamente vivía ya conmigo solo que de vez en vez dormía en casa de su padre.

Estaba en la cafetería haciendo la lista de las cosas que faltan para rellenar lo que ya no teníamos y siento que alguien me toma desde atrás pasa sus manos por mi abdomen las toco, reconozco la suavidad de la piel, era Valentina.

Volteo a verle y sus ojos están rojos su cara está llena de lágrimas, entro en pánico absoluto, sin decirnos nada me ve y se echa a mi hombro a llorar. No entendía que la puso así, pero en mi cabeza se armaban mil posibilidades.

- ¿Estas bien? - al preguntar salió de mi voz un tono de incertidumbre por la respuesta. No quería que me dijera que logro hablar con su padre y este la trato muy mal.

De repente ya no era tan apetecible que todos supieran de nosotras, porque lo que menos quería era que ella se llevara la peor de las partes, pero aun así tenía esperanzas de poder expresarle amor estando en público.

Deje de pensar tanto en lo que quería y regrese al presente, el de ella abrazada a mi llorando desconsoladamente, sin responder mi pregunta.

Seguía llorando a todo lo que su cuerpo le permitía entando de pie, se ahogaba cada que intentaba tomar una bocanada de aire. Poco a poco fui llevándole a un asiento que teníamos en el almacén, hago que se siente para que no se desintegre ante mí.

- ¿Val que sucede, me estas preocupando? - escucho en mi propia voz terror y dolor, no quería verle así bajo ningún concepto- Quiero ayudarte morrita, pero para eso necesito que me hables y me digas que pasa y porque estas así.

Ella como niña intentaba dejar de llorar y limpiarse las lágrimas que sin control caían una tras otra, dejando a su paso mejillas rojas y ojos irritados, como si fuera el reflejo de su corazón aquella mirada llena de dolor.

Intente nuevamente verle directamente a los ojos, pero ella esquivaba mi mirada y solo veía el suelo. Sentía como en mi corazón comenzaba a tener grietas como si quisiera romperse y estallar en mil pedazos.

Necesitaba saber que le pasaba, tenía ganas de ayudarle y tener el poder de que lo que sea que le agobiara ya no lo hiciera más. Decidí no presionarla más para que me contara que paso solo me quede a esperar que terminara de llorar.

Me sentía desolada e inútil, sin poder saber si quiera si estar así callada solo limpiando sus lágrimas y palpando su espalda ayudaba.

Luego de una larga hora para mí, Val dejo de llorar. Con dificultad se limpia las lágrimas arrastrando las que ya se habían secado en sus mejillas, se aclaró la garganta al verme sus ojos eran azul cristalino.

-Juls, perdóname. Se que llegue alterada y que probablemente te estas imaginando mil cosas. De antemano te digo que nada de lo que te imaginas es- mientras yo sigo callada ella toma un respiro para continuar lo que me dice- Hable con Lucho y termine con él.

Yo solo pude quedarme helada en el lugar donde estaba, procesando lo que me dijo, intentando entender porque entonces llego tan afectada. Comencé hacerme preguntas que prefería no decirlas en voz alta por miedo a que tuvieran respuestas afirmativas.

-¿Juls?- agita su mano ante mi para traerme a tierra- ¿Estas bien?

-Si es solo que no entiendo tu entrada con lo que me acabas de decir. ¿Te hizo daño?

-No. Bueno no físicamente. Se puso agresivo verbalmente, la verdad se puso como loco. Comenzó a decir cosas sin sentido, si salía con otro, si le puse el cuerno. Es que simplemente no entendió que lo nuestro no funciono.

Adelante, mira mi corazón arderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora