Al día siguiente se encuentra a Peter en la plaza del Olivar como la primera vez que quedaron.
—Me alegra ver que te has aprendido bien mis horarios —comenta ella emocionada al verle. Él se acerca y le da dos besos que ella acepta con una agradable sonrisa.
—Recuerdo cada momento libre que tienes —asegura guiñándole un ojo. Elisa tiembla ante esas palabras que le han parecido más bien una declaración en toda regla pero serena y prudente como es ella, se convence para no dejarse embaucar tan fácilmente.
—Espero no estar entorpeciendo nada importante en tu vida.
—En estos momentos no hay nada más importante que venir a recogerte y llevarte a dar un paseo, aunque sean las diez de la mañana de un lunes.
Elisa sonríe sonrojada apretando la carpeta llena de papeles que lleva entre sus brazos. Es único y no sé corta un pelo en dejarle claro lo interesado que esta en ella.
—¿Dónde te apetece desayunar hoy? —le pregunta guiándola hacia el aparcamiento para coger el coche.
—Me da igual, donde a ti te parezca bien.
—¿Quieres que vayamos a mi casa? Allí tendremos un poco más de intimidad para hablar —sugiere con tranquilidad, pero Elisa se queda parada en el sitio y Peter se da cuenta enseguida de que ha metido la pata.
—No voy a ir a tu casa —advierte incomoda.
—¿Por qué no? No tiene nada de malo, solo es para desayunar y hablar tranquilos.
—Podemos desayunar y hablar tranquilamente en cualquier sitio, pero ir a tu casa no es algo correcto.
—Prometo que no es con mala intención, no quiero que pienses mal. Tengo piscina y un porche donde estar al fresco.
—No pongo en duda que sea con buena intención, pero no puede ser —contesta muy firme en su decisión. Tiene miedo de que se enfade, que eso le haga darse cuenta de que no va a ser fácil, pero lo que tiene claro es que no va a ceder porque siente el temor de flaquear y es algo que jamás podría perdonarse. Peter es muy persuasivo y sabe como hablarle para hacerle olvidar sus principios por eso debe andarse con cuidado.—Está bien, como quieras, entonces iremos al bar de siempre —indica con una sonrisa de resignación —me sorprendes tanto Elisa... no sabes cuánto. Cualquier otra habría aceptado sin más.
—Ya te adverti que no soy como las chicas de ahora, soy de la vieja escuela, siento si te he decepcionado —murmura algo avergonzada volviendo a caminar a su lado.
—Al contrario, eso me hace darme más cuenta de lo especial que eres, espero estar a la altura de tus expectativas y que me perdones meteduras de pata como las de hoy.
Se puede decir que este ha sido otro bache que han superado, Elisa ha estado a punto de dejarse llevar solo por el miedo de perderlo, pero tiene muy claros su principios y no va a pasarlos por alto por mucho que le interese un chico. Por lo menos será así de momento porque algo le hace darse cuenta de que quizás si las cosas siguen así y él continúa insistiendo puede flaquear en algún momento. Sólo espera que para entonces su relación esté clara y sea estable.Aquel día por la tarde, estando en el ensayo, Peter da más de sí que nunca. Toca con ganas, con ilusión, como si estuviesen en un concierto importante plagado de gente
—Tío hoy estas que te sales —le comenta Joss.
—Pues hoy me han dado algo así como calabazas y no me puedo creer estar tan contento.
—¿Hablas en serio? —pregunta Alan sorprendido.
—Cuenta, cuenta... —imploran sus amigos.
—No hay nada especial que contar, es solo que le he propuesto a mi chica llevarla a desayunar a mi casa y se ha negado rotundamente.
—¿Le has dicho que tienes piscina? —pregunta Santi extrañado.
—¿Y que tendrá eso que ver pardal? —le recrimina Eric.
—Pues que si le ha dicho que tiene piscina y lo ha rechazado de todas formas, es que es tonta, con el calor que hace es lo que más apetece —afirma divertido.
—¡Anda ya! —exclama Eruc dándole una colleja.
—Bueno le he comentado lo de la piscina, no os digo que no, es una de mis bazas para llevarme a las chicas a casa, de momento a todas les ha picado mucho la curiosidad menos a esta.
—Igual es que no le gustas lo suficiente —comenta Alan.
—Pues fijate que yo creo que sí, no sabéis como se le ilumina la cara cada vez que me ve. Es otra cosa, ya os dije que es diferente, es única. Cada día me gusta más.
—Uuuuuuuu —vitorean todos al verlo tan ensimismado pensando en ella.
—¿Por qué no la traes aquí algún día? Así podemos hablar con ella y ver de que pie cogea, cuando fuimos al restaurante no dio tiempo a mucho —propone Joss con curiosidad.
—Tiene muy poco tiempo libre para quedar conmigo, es una chica muy trabajadora, ya visteis la hora que era y seguía allí a pie de cañón. Pero quizás algún día pueda traerla.
—Invítala al próximo concierto —indica Alan.
—Podría hacerlo, pero dudo que le guste mucho nuestra música.
—Venga, que seguro que le gustamos —afirma Santi deseando pasar tiempo con ella para conocerla mas— invítala al concierto del mes que viene en la sala Magna, seguro que no viene mucha gente y así tendremos más publico, que se traiga a algunas amigas y listo.
—Está bien, puedo comentárselo.
—Venga, tu solo dile el tipo de música que tocamos para que esté preparada y ya está —le aconseja Eric.
—Vale, vale... vosotros ganáis. Se lo diré en cuanto pueda.
—Bueno chicos yo me abro que seguro que mi hermana ya está en casa —afirma Alan recogiendo sus cosas.
—¿Le has buscado una canguro por fin? —pregunta Peter al verlo más relajado que de costumbre.
—Algo así... Alma es única, ¿os podéis creer que se ha echado una amiga y la cuida casi todo el día cuando no estoy? —les explica con una sonrisa de satisfacción.
—No te puedes quejar, que suerte has tenido —afirma Eric contento por su amigo y por la niña.
—¿Quién es? ¿alguna vecina? —pregunta Peter con curiosidad.
—Lo cierto es que se poco sobre ella. Supongo que debería indagar más, solo se que vive cerca pero no es de la finca.
—¿Y cómo es? —pregunta Santi con con atención.
—Pues que is puedo contar, tan solo que me sorprendió, pude conocerla el otro día y lo cierto es que esperaba una cría de unos diez años y me topé con una preciosa chica de unos 20 años.
—No fastidies ¿en serio? —pregunta Santi sorprendido. La verdad es que ha captado la atención de todos sus amigos. Que permanecen cerca de él interesados en saber más detalles.
—¿No será ella la razón de que estés menos borde estos días? —le preguntan con sonrisa pícara.
—Anda, no os montéis películas. Es maja, pero ya está. Cuida de mi hermana y es lo único que me interesa. Incluso le comenté que podía pagarle algo, pero dice que no le cuesta cuidar de ella que le tiene aprecio y no sé qué más, así que no he puesto pegas.
—Pues a ver si nos la presentas algún día. Tráetela al concierto también y así ya estamos todos —exclama Joss divertido.
—Sí claro, para que la asustéis con vuestras chorradas, paso tíos, por el bien de mi hermana más me vale no hacerla enfadar.
—Pero que la trataremos bien —exclama Santi por la puerta cuando sale de la sala de ensayo escapando del interrogatorio de sus amigos.
—Que sí, que sí, que lo que digáis, pero que no la llevo a un concierto nuestro ni en broma. Venga nos vemos mañana —se despide sin darse la vuelta para mirarlos que están en la puerta todos viendo cómo se marcha.Lo cierto es que no se la imagina en absoluto en uno de sus conciertos, no quiere asustarla, no quiere perderla. Ni si quiera le ha comentado que tiene un grupo de heavy metal por miedo a lo que pueda pensar de él.
Está a punto de entrar en casa cuando la puerta se abre de golpe y se topa de bruces con Elisa. Esta da un respingo al verlo dando un paso atras, aun le causa cierto temor.
—Acabo de dejarla en la cama, estaba muy cansada y se me quedo dormida en brazos de camino —le explica nerviosa. Se había prometido a si misma no volver a entrar en esa casa, no desde que sabe que es la casa de él, pero esa noche no le había quedado más remedio que pasar y ahora está asustada. El la mira agradecido por la tranquilidad que le da saber que la niña está bien, saber que en sus manos no debe preocuparse.
—De verdad que no sé cómo agradecértelo, me estás haciendo un favor que no sé cómo voy a devolverte.
—Para mí no es ninguna molestia, Alma y Gucho me animan mucho, nos hacen mucha compañía así que no debes preocuparte —asegura deseando marcharse. Pero Alan no se aparta de la puerta impidiendole así la huida.
—Voy a dejar mis cosas y te acompaño a tu casa —le propone dando un paso adelante. Elisa corre a apartarse para dejarle pasar a su casa intimidada por su presencia. El pasillo es estrecho y no puede impedir que le roce un poco al pasar. Deja escapar un suspiro nervioso de miedo que el no logra identificar.
—No es necesario, ya te he dicho que vivo muy cerca, puedo ir sola —corre a decir consiguiendo salir de la casa.
—Ya ha oscurecido, deja que te acompañe.No acepta un "no" por respuesta y ella no sabe como negarse, no le parece buena idea ir hasta su casa acompañada por semejante personaje, ademas si los ve su padre pondrá el grito en el cielo eso lo tiene claro pero Alan lo tiene claro y deja la guitarra y su maleta rápidamente para correr tras ella que ya a empezado a marcharse.
—Alma me pide todos los días para volver al parque contigo —le comenta mientras baja las escaleras unos escalones por detrás de ella. Elisa se apresura a bajar más rápido.
—Lo sé, a mí también me lo ha dicho varias veces, creo que se lo pasó muy bien.
—Lo cierto es que no tengo muchas ocasiones así con ella, trabajo mucho dando clases particulares de música —le explica sin mencionar lo del grupo, prefiere no decirle nada por el momento para que no sienta curiosidad por conocerlos.
—Bueno, quizás cuando vuestros padres regresen, y Alma vuelva a su casa estará más atendida, es una pena que este tan solita —afirma mientras se aleja lo que puede de él cuándo van caminando por la acera.
Alan no sabe que decir a eso, se da cuenta de que ya se ha formado una historia en su cabeza, imagina que ha ido atando cabos con lo poco que debe saber ya que le tiene prohibido a Alma hablar más de la cuenta. Le da pena mentir, le da pena que no sepa la verdad, con ella siente que debería ser sincero, pero decide callar y dejarla creer lo que quiera.
—En septiembre cuando empiece el colegio estará más entretenida —dice extrañado porque cada vez que da un paso trata de acercarse a ella y esta pone distancia entre los dos. Le resulta curioso hasta que se cansa, la toma de la mano y la acerca a él un poco—. Es incomodo hablar mientras te vas alejando —indica soltándole la mano cuando la tiene cerca. El corazón de Elisa late desbocado por la extraña situación, no se daba cuenta de lo que estaba haciendo, por instinto necesita alejarse.
—Perdona... —murmura nerviosa, intimidada, violenta por el acercamiento obligado.
—¿No será que te doy miedo?
—No exactamente, pero tu aspecto... esas camisas que llevas... el pelo... los tatuajes...
—¿Qué hay de malo en ello?
—Nada, supongo, no digo que sea malo... es solo que me cuesta acostumbrarme.
—Solo son apariencias, en el fondo no soy mala persona, puedes estar tranquila a mi lado —le asegura con una sonrisa cargada de cariño. Le parece gracioso que le tenga miedo.Cuando están cerca del restaurante Elisa se detiene.
—Mi casa esta sobre ese local de ahí —indica sin decir nada del restaurante, teme que en algún momento decida presentarse ahí y que a su padre le de un infarto al verlo—. Muchas gracias por acompañarme, nos vemos en otra ocasión —se despide con rapidez, pero antes de que pueda darse la vuelta él consigue retenerla unos instantes para darle dos besos de despedida.
—Gracias por todo Elisa —le susurra mirándola fijamente a los ojos.Se marcha sin decir nada, envuelta en un manojo de nervios mientras él, se permite unos minutos más para observarla mientras se aleja. Le gusta y acaba de descubrirlo.
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SIROCCO LOVE
RomanceUn viento de amor inesperado consigue desbaratar la rutinaria vida de Elisa. Ser canguro de una niña sin darse cuenta, tener un pretendiente muy tenaz al que da esperanzas, pero con cautela. Conocer después al padre de la pequeña que cuida y sentirs...