6. El ladrón de perros

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-¿Y ese flequillo? -pregunta Alan al ver a su hija cuando llega a casa y darse cuenta de que lo lleva más corto.
-Me lo ha cortado Eli.
-¿Qué Eli?
-Elisa, mi amiga -contesta con suficiencia. Alan resopla cansado y se acerca a la niña para sentarse a su lado en el sofá haciendo ver que le interesa mucho lo que está dibujando. Se siente mal porque sabe que no le está dedicando el tiempo necesario y se da cuenta de que nisiquieea sabe nada de su nueva amiga-. Ella es Eli y también te he dibujado a ti, a Gucho y a mí -explica mostrándole el dibujo con emoción.
-Vas mucho con esa niña y no sé apenas nada de ella... -comenta observando los garabatos de la niña y la forma tan graciosa de dibujar, a él siempre lo dibuja muy grande casi de arriba a abajo del papel, luego se dibuja a ella misma siempre con un vestido rosa y a Gucho también algo desproporcionado más grande de lo que debería ser. Se fija entonces en la que se supone que es su amiga y sonrie al ver que también la ha dibujado muy grande.
-No has debido dejar que tu amiga te corte el pelo, podría haberte echo un estropicio -le reprende con voz serena y paciente. No quiere reñirla solo advertirla.
-Ella me ha dicho que sabe hacerlo y lo ha hecho muy bien, ahora no me molesta en los ojos.
-Te dije que te llevaría a la peluquería -le recuerda algo molesto. Sabe que todas esas cosas; el corte de pelo, el pasar tanto tiempo con esa niña... es más culpa suya que de la pequeña.
-Lo dijiste hace mucho tiempo y me molestaba y Eli me ha dicho que ella podía -refunfuña sin apartar la vista del dibujo.
-Ya veo que no lo ha hecho mal, siento curiosidad por ella, deberías contarme más cosas...
-¿Por qué no vienes a conocerla? seguro que te gusta mucho.
-Tienes razón debería ir contigo por lo menos para darle las gracias.
-¿Mañana? -pregunta con ilusión.
-Mañana no puedo, lo siento, pero te prometo que iré otro día.
-Siempre dices lo mismo... -murmura decepcionada.
-Sabes de sobra que no es mi culpa, que tengo mucho trabajo, el grupo no va muy bien que digamos y tengo que trabajar por las mañanas para ahorrar un poco para cuando empiece la universidad.
-Ya lo sé... siempre dices lo mismo.
-Alma... siento no poder prestarte más atención.
-Da igual, además cuando estoy sola voy a ver a Elisa, con ella me lo paso muy bien.
-Pero tienes que tener cuidado, no quiero que molestes a sus padres.
-Solo tiene papá.
-¿Y su madre?
-Estaba malita y se murió.
-Vaya , cuanto lo siento...
-Pero no es triste, Elisa siempre sonríe cuando habla de ella, dice que era muy buena y estoy segura de que es por eso que ella es tan buena, porque es como su mamá.
Cada vez siente más curiosidad por la amiga de su hija, habla de ella con tanta admiración que desea conocerla.
-Si quieres este fin de semana puedes preguntarle a tu amiga si quiere venir con nosotros al parque. Si le apetece, le pedís permiso a su papá y si se lo da, podemos pasar la tarde juntos -propone intrigado por conocerla.
-¿¡De verdad!? -exclama entusiasmada y sorprendida de que sea tan pronto.
-Así le puedo dar las gracias por toda la compañía que te hace.
-¡¡¡Si!!! -grita entusiasmada poniéndose en pie dando palmas -¿puedo ir a decírselo ahora papi? -pregunta dando saltitos.
-Es muy tarde, es hora de dormir.
-Pero puedo ir un ratito para decírselo seguro que no está dormida.
-No puede ser, ya se lo dirás mañana.

Y con esa nueva ilusión Alma se duerme esa noche pensando en el momento en que su padre conozca su mejor amiga. En su interior no desea otra cosa más que se hagan también amigos para así tenerlo más fácil para ir con ella siempre que quiera. Si su padre sabe lo buena que es, nunca le pondrá pegas por que vaya su casa.

A la mañana siguiente nada mas marcharse su padre, sale corriendo junto a Gucho hacia el restaurante de Elisa. Entra por la parte de atrás como siempre y como siempre se encuentra a su mejor amiga preparándolo todo para empezar un nuevo día de trabajo. Se emociona al verla y no tarda un segundo en abalanzarse sobre ella para darle un efusivo abrazo que Elisa corresponde después de llevarse un pequeño sobresalto.

-¿Qué te pasa hoy pequeñina? -pregunta con curiosidad.
-Estoy muy contenta
-Eso es evidente ¿y puedo saber porque? -pregunta sonriendo manteniéndola en brazos para mirarla a la cara.
-Alan quiere conocerte -afirma con una gran sonrisa.
-¿Tu hermano? ¿Conocerme a mí? -pregunta extrañada.
-Dice que paso mucho tiempo contigo y que lo normal es conocerte y darte las gracias.
-Pero no es necesario que me dé las gracias yo te cuido con mucho gusto, para eso están las amigas -le asegura con una gran sonrisa- además si alguien aquí tiene que dar las gracias esos deberían ser tus padres.
-Ya... pero es Alan quien me cuida ahora y él quiere conocerte ¿no te hace ilusión? -pregunta algo desilusionada por la reticencia de Elisa- me ha dicho que puedes venir el sábado con nosotros al parque.
-Está bien si te hace tanta ilusión iré a conocer a tu hermano, espero caerle bien -comenta cuando la pequeña se abraza a su cuello emocionada.
-Seguro que le caes super bien, Alan es muy bueno.
-Estoy segura de eso, pero no le diremos nada a mi papá para que no se preocupe ¿Vale?
-¿Por qué se va a preocupar? -pregunta extrañada. Elisa se encuentra sin saber muy bien como explicarle la situación, la deja en el suelo y se pone a hacer cosas mientras le habla.
-Es solo que no le gusta que salga mucho de casa, le pediré permiso solo para acompañarte al parque, pero no le daremos más detalles.
-¿No puede saber que vas a conocer a mi hermano?
-Es mejor no decírselo, sabes que a mi papá no le gustan los extraños y él no conoce a Alan por lo que es un extraño.
-Pero es mi hermano -comenta divertida por lo raro que le parece.
-Mi papá es un cascarrabias ya lo sabes -le recuerda guiñándole un ojo.

SIROCCO LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora