1. El encuentro

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—¿Qué hora es? —pregunta Alan con voz perezosa.
—Aún no he aprendido las horas papi, pero la aguja pequeña está en el número siete —contesta la niña que está a su lado en la cama mirando el despertador de la mesita de noche.
—¡Mierda me he dormido! —grita él pegando un salto para ponerse en pie— si llego tarde a la cita en la universidad no me darán la maldita beca. Tengo solo media hora para prepararme —exclama entrando en el baño apurado.
—No te preocupes papi que seguro que te dará tiempo —afirma la niña poniéndose en pie también.
—Necesito más de media hora para dominar esta maraña de pelo —espeta asomando la cabeza por la puerta señalando su larga melena, rubia y ondulada. Lleva unas cuantas mechas de un azul intenso mezcladas con su color natural, un look atrevido y pintoresco que vuelve locas a las pocas fans que tiene.
—¿Volverás pronto? —pregunta preocupada entrando en el baño.
—Haré todo lo posible para llegar a la hora de comer, tú no te muevas de casa para nada.
—No quiero estar sola... —murmura con los ojos empañados, entristecida, sabiendo de antemano que no sirve de nada quejarse.
—Alma ya hemos hablado de esto, tengo que ir a la universidad y hasta que no empiece el colegio tendrás que pasar algunas horas sola. Tienes a Gucho para que te haga compañía no estás del todo sola —le indica señalando al enorme perro que los observa desde el salón.
—Pero Gucho no habla, es aburrido... ¿y qué voy a desayunar? Tengo hambre —pregunta de pronto.
—En la nevera hay patatas hervidas de ayer y algo de fiambre, prometo que en cuanto regrese te llevaré a comer a algún sitio bonito, lo que a ti te apetezca —le asegura mientras termina de prepararse a toda prisa. Lo cierto es que le da mucha pena tener que dejarla, es demasiado pequeña para estar sola, lo sabe, pero no tiene más opción.
—¿Puedo sacar a Gucho a la calle? —pregunta esperanzada. Él la mira pensativo sin saber cómo decirle que no. Además sabe que el perro tiene que salir y no tiene tiempo para sacarlo a pasear.
—Está bien, puedes sacarlo, pero solo por esta calle, le pones la correa y si alguien te ve sola y te pregunta por mi, ¿qué le tienes que decir?
—Que mi papá ha entrado en la tienda y enseguida sale. ¡Pero eso es una mentira! —reclama molesta.
—Lo es, pero es una mentira buena para nosotros, ya te he dicho que si alguien sabe que estas sola pueden hacerte daño o pueden llevarte lejos y no volverás a verme —le advierte con gran seriedad. La niña lo mira espantada—. Pero eso no pasará porque tú vas a hacerlo tan bien como siempre ¿verdad?
—Sí papi —responde orgullosa—. ¿Porque no vamos con los abuelos? así no estaré sola.
Alan la mira algo molesto por tener que repetirle una y otra vez las mismas cosas, toma aire armandose de paciencia y trata de hablarle con calma.
—Ya te he explicado que los abuelos se han ido a vivir lejos.
—Pero la abuela me dijo que podíamos ir con ellos.
—Alma; nuestra vida esta aquí, yo voy a la universidad aquí, mi grupo de música está aquí, mis amigos están aquí y tu empezarás el colegio aquí. Los abuelos se han ido a vivir a un pueblo muy pequeño donde no hay apenas nada, no podría ir a la universidad porque allí no hay, tampoco podría triunfar con mi grupo de música porque allí no esta y tú apenas podrías hacer amigos porque tan solo hay dos o tres niños en todo el pueblo —le explica con la esperanza de que esta vez lo entienda y deje de preguntar por sus abuelos—. Si quieres, el verano que viene podemos ir a visitarles ¿Qué te parece?
—¿Me lo prometes?
—Te lo prometo y ahora me marcho que llegaré tarde. Volveré lo antes posible —le dice antes de salir por la puerta.

Alma mira a su alrededor y suspira resignada. No le gusta estar sola pero no le queda mas remedio que conformarse.

Estira las sabanas de la cama y busca su ropa en el pequeño armario empotrado que hay cerca de la puerta de entrada.
No sabe lo que debe ponerse, todo está desordenado, toda su ropa mezclada con la de su padre y va sacando prendas una a una y dejándolas en el suelo hasta encontrar algo. Unos pantalones elásticos y una camisa de tirantes. Mientras se viste piensa en sus abuelos, los echa mucho de menos. Desde que se fueron han vivido en tres sitios diferentes en poco tiempo y le cuesta acostumbrarse.
Gucho la mira mientras tanto algo impaciente y ella lo comprende enseguida.

SIROCCO LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora