Girasoles

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Y lo imposible pasó, Kageyama Tobio despertó.

¿Estoy... vivo?

Parpadeó una, dos veces.

Estoy vivo.  Repitió en su cabeza como afirmación, encontrando difícil de procesarlo. Kageyama de verdad había creído que ese iba a ser su fin.

Respiró hondo y se tomó un momento para procesar lo que había ocurrido. Recuerdos de su accidente lo golpearon de repente, Kageyama sintió náuseas al recordar las cantidades abrumadoras de dolor y miedo que llenaron su pobre cuerpo. Pensó en el frío que sintió antes de cerrar sus ojos, en la mortal oscuridad que lo envolvió al perder la consciencia.

Sintió que se ahogaba.

Pesadas lágrimas cayeron por su rostro. Kageyama comenzó a sollozar de forma desgarradora. Sus llantos eran una extraña combinación de angustia y alivio. Encontraba imposible de creer lo afortunado que había sido por seguir aquí después de salvar a Oikawa.

Oikawa.

Recordaba los llantos de Oikawa, como le había suplicado una y otra vez que se quedara con él. Kageyama sintió su corazón latir intensamente al pensar en sus dulces ojos café y la manera tan dulce en la que tocó su mejilla.

 Me confesé, me confesé a Oikawa Tooru... Y él me correspondió. 

Kageyama cubrió su rostro con ambas manos sintiéndose avergonzado. Estaba feliz, claro, pero él se confesó únicamente porque creía que iba a morir. Estaba seguro que después de salir de aquí Oikawa se quejaría y le haría "confesarse como era debido", ja.

Por cierto, ¿dónde estoy?

Kageyama limpió las lágrimas de rostro y giró su cabeza para observar la habitación en donde se encontraba. Se sintió muy confundido al ver que estaba en su cuarto, ¿qué hacía allí? ¿no se suponía que debía estar en un hospital? Pasó las manos por su cuerpo y se sorprendió al notar que no sentía nada de dolor. No encontró heridas, vendajes, nada. Frunció el ceño ¿qué estaba pasando?

Inspeccionó su habitación de nuevo con el ceño fruncido. Se dio cuenta que había afiches y cosas que había tirado a la basura hace años ¿quién las habría puesto de nuevo y por qué? Se levantó de la cama y por alguna razón sintió todo más ligeramente más grande. Extraño.

—¡Tobio, baja! ¡La cena está lista!

¡Esa voz!

Se quedó frío ¿había escuchado bien?

—¡Tobio!

Oh, Dios ¡Era él, era él!

Kageyama jadeó, esto no podía ser posible. Salió corriendo y bajó las escaleras casi cayendo por los nervios. Sus piernas estaban temblando. Entró a la cocina de golpe y paró en seco cuando vio al hombre frente a él.

—¡Tobio, ten más cuidado al bajar las escaleras! Sé que el Katsudon es tu favorito, pero no tienes que correr.

Los ojos de Tobio se llenaron de lágrimas otra vez ¿qué estaba pasando? Kageyama Kazuyo, su abuelo, estaba acomodando los platos en la mesa con tranquilidad. Se veía sano, fuerte, justo como Tobio lo recordaba antes de que el cáncer apareciera.

El viejo le sonrió. —Vamos, no te quedes allí. Vamos a comer.

—... ¿A-abuelo?

—¿Sí, mi niño? ¿Ocurre algo?

Kageyama mordió sus labios. Su cuerpo empezó a temblar, ¿qué estaba pasando? ¿esto era real? ¿o era un tipo de alucinación post mórtem?

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora