Protea

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(Hubo un pequeñísimo cambio en el capítulo anterior, no es necesario releer)

.

Después de todo lo ocurrido hace días la dinámica con su equipo y amigos cambió completamente. Era como si todos se hubieran metido en la cabeza la idea que Tobio debía ser protegido a toda costa y no importaba cuanto insistiera a Iwaizumi, Sato e Ito que estaba bien, que no necesitaba que miraran mal a todos los de su grado o lo acompañaran a las máquinas expendedoras en cada descanso, ellos no dejaban de actuar como perros guardianes.

Para variar Kindaichi y Kumini adoptaron una actitud similar. El primero interrogaba a todo compañero que se acercara a él alegando que de seguro tenían intenciones ocultas mientras que el último hacía temblar a todos con una simple mirada. En serio, ¿cómo no había notado antes lo terrorífico que podía ser Kunimi?

Oikawa también tuvo un cambio significativo en su comportamiento hacia él. No era protector como los otros chicos (gracias a Dios), pero si era más considerado.

A su manera al menos.

Kageyama no lo había notado al principio, fue Iwaizumi quien se lo hizo notar el final de una practica. Ese día en particular el entrenador los dividió a todos en dos equipos. Como era de esperarse Kageyama y Oikawa terminaron en equipos contrarios volviendo la práctica en un juego altamente competitivo.

Ninguno de ellos de contuvo pues hacerlo sería un insulto para el otro. Sus compañeros se vieron contagiados por su entusiasmo y ellos igual se esforzaron. El partido fue reñido, pero al final hubo un solo vencedor.

El equipo improvisado de Tobio ganó por poco, anotando el punto ganador al último minuto. Sus amigos y compañeros le felicitaron. Quería sentirse contento, todos ellos habían hecho un buen trabajo y de verdad ahora se sentía parte del equipo. Sin embargo, no pudo evitar mirar en dirección a Oikawa con preocupación.

Ya había hablado con él sobre querer jugar a su lado y trabajar juntos en la cancha. Pero sabía bien lo que las inseguridades y competitividad podían hacerle a uno. No quería que el castaño reaccionara mal cuando por fin estaban volviéndose cercanos. 

Oikawa se veía frustrado. Apretaba la pelota con fuerza, la punta de sus dedos tornándose blanca. Se sintió triste ¿acaso esto sería suficiente para perder todos sus avances?

Se acercó a él, ignorando las advertencias de Sato e Ito.

—Oi... Oikawa senpai. —Llamó en un tono tímido.

El mayor parpadeó un par de veces y levantó la mirada. Un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de Kageyama cuando le vio directamente. La expresión de Oikawa era helada.

Viejos recuerdos de peleas, confusiones e insultos ocuparon sus pensamientos.

—Yo... —Intentó hablar, pero el pánico de perder a este Oikawa se apoderó de él.

¿Y si lo hacía enojar más? ¿y si Oikawa se formaba una loca historia en su cabeza sobre Kageyama engañándolo para robarle su lugar? ¿y si le dejaba de hablar? 

Kageyama cerró la boca al notar un feo gesto dibujarse en el lindo rostro de Oikawa.

Quiso llorar.

Dios, ¿por qué esto me pone tan sensible? 

Aunque si lo pensaba tenía sentido. Oikawa siempre le hacía sentir mucho. Odio, amor, pasión, temor. Él le provocaba todo eso y más. La idea de perderlo por una segunda vez (aunque en otro sentido) le asustaba mucho.

El castaño  levantó una de sus manos y la acercó a su rostro. Kageyama recordando su primer año (o su primer primer año)  cuando Oikawa intentó golpearlo, cerró sus ojos y tensó su cuerpo esperando el impacto. 

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora