Camelia blanca

1.7K 204 49
                                    


No importaba lo mucho que lo negara, era un hecho...

Oikawa Tooru estaba a merced de Kageyama Tobio.

Era ridículo, ilógico. Ni él mismo comprendía cómo había llegado allí. Un día lo detestaba con todo su ser y al otro lo estaba acompañando a casa. Porque sí, Oikawa lo iba escoltar hasta la puerta de su casa sin importar que Tobio le dijera que la ruta era segura, él era un buen senpai.

 Tobio era insoportable, molesto y seguía amenazando su posición en el equipo. Sin embargo, no importaba lo mucho que Oikawa se esforzaba en mantenerse enojado con él, cada que se encontraba bajo la atenta mirada de esos ojos azules su mente quedaba en blanco y terminaba doblando las manos.

Iwaizumi y los otros dos idiotas que tenía por amigos le decían que era porque estaba enamorado de él. Oikawa pensaba que era ridículo, ¿él? ¿enamorado de Tobio-chan? ¡Que tontería!

Bueno, sí pensaba que era lindo. Y es cierto que podía ser algo tierno. En especial las últimas semanas que se había vuelto más abierto con sus emociones. También admitía que le gustaba que fuera tan atento con él, cuidando de su salud (aunque le frustraba no poder entrenar como antes) y llevando snacks espaciales solo para él.

¡Pero eso no significaba que le gustara el mocoso! Solo apreciaba lo que hacía por él y por eso Oikawa se estaba esforzando en cambiar. Sí, eso era. Tobio era muy amable, y era simplemente justo que Oikawa actuara igual, en especial cuando era el mayor de los dos. Tenía que demostrarle a Tobio lo genial y buen senpai que era.

Además, la reacción de Tobio esa tarde en el gimnasio había sido recordatorio suficiente de sus errores. El verlo cerrar sus ojos y tensarse con miedo le revolvió el estómago de forma terrible. Tenía que cambiar su actitud como de lugar y eso significaba controlar sus emociones y nunca volver a desquitarse con él ni con otro de sus compañeros por mucha envidia que llegase a sentir.

Y ni hablar sobre verlo llorar. Cada que esas traicioneras lágrimas hacían una aparición su mundo daba vueltas. Iwaizumi no lo entendía, él creía que era gracioso lo mucho que se estresaba. Pero no comprendía lo injusto que era que una persona que pensaba odiar pudiese hacerlo rendirse con una mirada.

Tonto Tobio-chan... De seguro sabe lo qué está haciendo. Con sus ojos de cordero y grandes cachetes... Él cree que es tan tierno.

—Oikawa-senpai está muy callado.

—Solo estoy pensando.

—¿En qué?

—En lo gran senpai que soy por acompañarte. —Mintió Oikawa con un tono de falsa superioridad.

Kageyama sonrió y pareció contener una pequeña risa.

—Ah, claro. De eso no hay duda. 

—¿Qué es esa sonrisa?

—¿Cuál sonrisa?

— Esa, esa de allí. Te estás riendo de mí ¿verdad? 

—Para nada, Oikawa-senpai es el mejor. —Tobio volvió a reír y Oikawa hizo un puchero.

—¿Por qué será que no te creo cuando lo dices así?

—¿Cómo más debería de decirlo? ¿con flores?

Ante la insinuación  Oikawa se sonrojó y paró de caminar.

—Deja esas ridículas ideas. Ya es la segunda vez que lo dices. 

—¿Es un no? —Presionó Tobio con una sonrisa traviesa.

Oikawa jaló su mejilla. —Basta, mocoso. Soy tu senpai, deberías de tratarme mejor.

—¿Y ofrecerte flores no es tratarte bien?

El castaño suspiró y liberó a Tobio de su agarre, pero antes de que pudiese alejar su mano el otro chico inclinó su cabeza, apoyando su mejilla contra la palma de su mano. La escena resultó terriblemente adorable y Oikawa solo pudo jadear ante la acción tan "atrevida" de Tobio.

Su corazón empezó a latir rápidamente y se sintió nervioso. Era justo como esas cosas que ocurrían en las novelas coreanas que tanto disfrutaba ver en secreto.

—¿Cómo... cómo puedes hacer cosas tan vergonzosas? —Murmuró con falsa molestia, pero no hizo ningún esfuerzo por apartar a Tobio.

Tobio sonrió levemente acompañado de aquel aire melancólico que luego lo envolvía cuando pensaba que nadie lo estaba viendo.

—No lo sé...  solo no quiero tener que ocultar lo que siento y perderme de oportunidades.

¿Oportunidades?

—Y como he dicho antes, Oikawa-senpai es especial... No me molesta hacer cosas vergonzosas para hacerle feliz.

Abrió su boca impactado por lo que había escuchado. No sabía qué responder a eso, antes de Kageyama nadie le había dicho algo así. Lo peor era que el mocoso no se veía ni un poco arrepentido. Es más, se veía orgulloso.

Definitivamente este niño no conoce la vergüenza.

Una euforia como ningún otra se extendió por todo su cuerpo.

—Tobio... —Llamó su nombre casi sin aliento.

En ese momento todo cobró sentido. Allí bajo la luz del atardecer a tan solo unos metros de llegar a la residencia de los Kageyama, Oikawa tuvo una de las realizaciones más grandes de su corta vida.

No puede ser... Estoy enamorado de Tobio-chan.

.

.

.

Camelia blanca: primer amor.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora