💕Desesperación

729 96 61
                                    


Años atrás

—Ven a Gusu conmigo.

Eso había dicho Lan WangJi cuando era niña. Quería ayudar aquel niño de la calle, cuya sonrisa era más brillante que el mismo sol.

Una tierna sonrisa que le produjo ternura.

— ¿Dónde queda?

—Por allá —señaló la niña a su izquierda.

—No quiero ser una molestia.

—No lo serás.

El niño estaba muy pensativo. Lan WangJi esperaba que accediera.

No tenía corazón para dejarlo en las calles, en una tarde fría y en un mundo de soledad.

— ¡Vamos entonces!—el pequeño tomó su mano—. Pero si a tus padres no les agrado, me iré... pero quiero seguir siendo tu amigo.

—Les agradaras.

—No me has dicho tu nombre.

Antes de contestar, los ojitos dorados de la niña se agrandaron con horror.

Un lobo enorme estaba sobre un tejado, mostrando sus horribles colmillos como afiladas cuchillas. Saltó hacía el niño.

Lan WangJi reaccionó rápido.

— ¡Cuidado!

Lo empujó con todas sus fuerzas y esas garras dañaron su espalda con tanta fuerza que la sangre salpicó.

El rostro del niño quedó manchado por ese líquido escarlata y se congeló tras ver a Lan WangJi en el suelo.

Los padres de la niña llegaron alarmados para socorrerla.

Wei WuXian quería saber cómo se encontraba su nueva amiga, sin embargo, aún seguía en shock. Esa zarpada fue demasiado brutal.

Había un charco de sangre en el suelo y el padre de Lan WangJi ya tenía sus túnicas cubiertas de manchas rojas.

Asustados y desesperados, los padres se alejaron corriendo. Eran más rápidos que el viento.

Era obvio que ella estaba perdiendo bastante sangre...

— Su espalda ya debió quedar desfigurada.

Demasiada sangre.

Alguien pateó a Wei WuXian y fue rodeado por varios adultos.

— Nadie querrá casarse con ella al saber que tiene cicatrices en su espalda

El niño se hizo un ovillo, aún aterrado.

— Buen trabajo, mocoso.

Deseaba a su mamá para que lo consolara.

— ¿Cómo permitiste que una niña se sacrificara por ti?

Quería saber cómo se encontraba su nueva amiga.

Pidió perdón en susurros y se quedó ahí, en el suelo, con los ojos cerraditos y chillando con impotencia.

Luego se sintió muy ligero y tibio.

Un hombre con túnicas moradas lo llevaba en brazos y se encargó de esos horribles adultos que lo único que hacían era señalarlo con crueldad.

—A-Ying, ¿verdad?

Asintió débilmente. Aún tenía hambre.

Con una sonrisa ligera, el buen hombre le ofreció un panecillo.

Esclavo de tu voz / WangXian HeteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora