Jungkook marchaba hacia su habitación después de pasar parte de la mañana en el comedor, sin atreverse a entrar a otras salas del castillo que tenían la puerta cerrada. Subía las escaleras del recibidor hacia el ala este cuando se giró sobre sus pies observando las del ala oeste. «¿Tanto misterio por ocultar lo que había allí? ¿Realmente era tan solo una simple habitación?» No se iba a quedar pensativo y de brazos cruzados imaginando qué demonios había en el ala oeste. No, ni hablar; iba a comprobarlo.
Bajó los pocos escalones que subió hacia el ala este para dirigirse al ala oeste. Sin duda era muy diferente de la otra ala. El pasillo era más lúgubre. Las docenas de estatuas de guerreros mirándose uno frente al otro adornaba todo el pasillo. Portaban en sus manos una espada que parecía incluso que iban a usarlas en cualquier momento. Incluso la alfombra bajo sus pies era más oscura. «¿Por qué se empeñaban en que todo fuese más oscuro?» Fue atravesando el pasillo con cautela hasta que llegó a una puerta. La abrió despacio, asomando la cabeza por el pequeño hueco; el dormitorio de Taehyung. Contempló lo único que veía desde ahí, buscándole principalmente, pero él no estaba allí.
Finalmente, abrió la puerta adentrándose en el interior de la estancia, caminando por esta mientras observaba cada rincón, intentando buscar algo más que no supiera de la Bestia. Como si quisiera encontrar una pizca de esperanza, de no ver el monstruo que parecía que se había convertido y cerciorarse de que, como bien dijo la señora Pots, Taehyung era un príncipe.
Pies paró frente al cuadro familiar arañado, seguramente por sus garras. Las personas adultas estaban intactas, portando un buen vestuario y atuendos, en cambio en la zona baja, parecía encontrarse un niño, el cual portaba el arañazo, el único en todo el lienzo. Diestra se aventuró a subir la tela rasgada, viendo así el rostro del que parecía le príncipe. Tapó sus facciones para dejar únicamente a la vista los ojos. Eran sus mismos ojos. La Bestia y él, él y la Bestia.
Dejó ir diestra por el lienzo en una caricia para alejarse del cuadro y vagar por la habitación. Sus ojos se toparon con el gran ventanal abierto donde se encontraba la pequeña mesa junto a la rosa. Esta vez no estaba el espejo. La boca de Jungkook se abrió de la sorpresa, anonadado por el brillo que esta desprendía. Se sintió atraído por la flor escarlata que no tardó en extender la mano hasta tocar la campana de cristal que la protegía.
—Es preciosa.
No era de extrañar que se lo pareciese cuando era alguien a quién le encantaban las rosas, recordándole ahora a su madre cuando le pidió que le trajera una en su marcha de la aldea por mercancía. Esa rosa se veía a simple vista que no era una rosa normal. Tenía algo que le hacía especial. Brillaba por sí sola, manteniéndose en el aire como en un encantamiento.
El joven se encontraba admirando la flor cuando, de repente, Taehyung cayó del cielo, ocasionando un ruido sordo cuando pezuñas tocaron el suelo.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó apretando sus dientes.
No quería parecer borde de primeras, pero había pillado al chico en el ala oeste, en su habitación y casi tocando la rosa. Nada bueno para él. El rostro de Jungkook detonaba sorpresa y estaba afligido por haber sido pillado de alguna manera haciendo una trastada. Se sentía tan embelesado con la rosa que no pensó en el tiempo que llevaba en la habitación de la Bestia. Esta se apresuró a tomar la urna de cristal entre sus garras, queriéndola proteger.
—¿Qué le has hecho? —abrazó a la rosa envolviéndola con sus brazos.
—Nada —respondió mirando hacia el interior de la habitación, ignorando a la bestia.
Era la primera vez que podía contemplarle y su cuerpo se volvió tenso no queriendo prestarle atención. Era demasiado repentino, no se había preparado para ello.
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La flor escarlata ✧ Taekook
Fanfiction❝¿Quién iba a ser capaz de amar a una bestia?❞ Kim Taehyung, un apuesto príncipe consentido es preso de una maldición por negarle cobijo a una anciana mendiga que le ofreció una rosa a cambio de su hospitalidad. Ésta al sentir que no había amor en s...