⚜ 02 ⚜

135 20 0
                                    

En lo que es capaz de durar un suspiro, cambió la vida de Jungkook de un día para otro y de un momento para otro. Se encontraba sentado en el suelo de la zelda, pensando en la vida que tenía en la pequeña aldea en la que vivía. De repente, la puerta de la celda se abrió sorprendiéndole. Reaccionó levantándose y cogiendo un pequeño taburete de madera que tenía a su lado. De nuevo, si tenía que usarlo no iba a dudar de él y tirárlo al rostro de quién fuese, menos la bestia, porque al menos había entendido que se podía hablar primero antes de lanzarle cualquier cosa a la cara.

—Perdone la intromisión, Monsieur. Vengo a acompañarle a su habitación —dijo una voz que sonaba divertida con un ligero acento francés.

—¿A mi habitación? —preguntó Jungkook confundido—. Yo creía qu-

—Ah lo de "cuando esta se cierre no se va a volver a abrir nunca, grr." —imitó a la bestia sonando hasta cómico—. Lo sé, se pone muy dramático.

Jungkook salió con cautela de la celda intentando buscar a quién estuviera hablando, aún con el taburete en mano. Quizás aparecería otra bestia de la que salir corriendo. Cuando volvió la cabeza buscando a la persona del acento francés remarcado y el toque cómico con el que hablaba que sonaba incluso agradable entre tantos muros tenebrosos, se encontró a un candelabro que se bajaba de un salto al suelo después de haber abierto la puerta de la celda. ¿Cómo? Más magia en todo el lugar.

Jungkook frunció el ceño, de nuevo pensando en que estaba viendo auténticas alucinaciones y tan solo llevaba ahí encerrado unos largos, y eternos minutos.

—Hola —dijo el candelabro moviendo uno de sus brazos simulando un saludo.

El joven reaccióno tirándole el taburete encima y rompiéndolo en pedazos al chocar contra el muro porque el candelabro saltó hacia un lado y estaba intacto.

—Oh, es usted muy fuerte. Es una cualidad notable.

—¿Quién eres tú?

—Soy Lumiere.

—Y puedes hablar.

—Por supuesto que habla, es lo único que hace. —Un nuevo tono de voz, cansado y jadeado, se unió a la conversación.

Jungkook miró a ver ahora de qué o quién se trataba. ¿Qué iba a ser? Una silla parlante, una olla que le quisiera comer, o mejor aún un libro que hablaría solo contando cada palabra que tenía dentro de sí. Pero no, lo que tenía ante sus ojos era un precioso reloj antiguo color dorado oxidado. Pareciera que le había costado llegar hasta la cima de la torre porque venía agotado seguramente siguiendo los pasos del candelabro.

—Lumiere, como responsable de la servidumbre exijo que vuelva a encerrarle en la celda —dijo el reloj.

—¿Qué desea ser el resto de tu vida, amigo? Un hombre o un reloj de sobremesa —se dirigió al reloj parlanchín.

Se acercó con dos saltos a Jungkook para tenerlo frente a sí.

—¿Preparado? —preguntó.

Jungkook asintió la cabeza sin saber muy bien qué hacer. Ahora Lumiere volvió a dirigirle la mirada al reloj con intenciones de zanjar la conversación.

—Confía en mí.

EL joven de la aldea caminaba por el castillo siguiendo al reloj parlanchín mientras que en su mano sujetaba a Lumiere. En el fondo, y sonando de lo más absurdo y alocado para cualquiera, le había caído bien ese candelabro. ¿De verdad iba a tener que ir a un manicomio en algún momento?

—Perdone esta primera impresión, espero que no se haya asustado demasiado, Monsieur.

—¿Por qué iba a asustarme? Estoy hablando con una vela —respondió Jungkook irónicamente.

La flor escarlata ✧ TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora