⚜ Epílogo ⚜

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Tras lo acontecido en el pasado, Taehyung necesitó reposo y unas profundas curas para poder sacar las balas de su cuerpo. Jungkook no se separó de él, al igual que los sirvientes, que recuperaron su cuerpo y sus vidas en el castillo.

La mañana estaba radiante, no había ni rastro del frío invierno que azotaba los anteriores días cuando Taehyung aún era una bestia. El sol irradiaba cada rincón del castillo, dotándolo de sus colores: madera, mármol y oro por cada rincón. No había ni una mota de polvo entre las enormes cortinas que adornaban la estancia y parecía que todo había sido construido de nuevo. En el jardín, las flores se veían hermosas con colores vivos y sin un ápice de nieve que congelase sus pétalos y tallos, haciéndolas marchitar al volverse de cristal. Todo volvió a la normalidad.

Lumiere y Din don arreglaban una estantería nueva que iban a colocar en el hall. Ambos, como humanos, conversaban sobre el bonito día que era y sobre la fiesta que iban a dar próximamente. Se les veía felices, disfrutando de la vida más que nunca al haberla casi perdido. También por allí se encontraba la Señora Pots, una mujer de unos cuarenta años, que aparentaba siempre mucha mayor edad de la que tenía. La acompañaba su hijo Chip, este tan solo tenía unos seis años, era muy juguetón y preguntón, ya que al ser pequeño y estar siempre rodeado de personas más mayores, no comprendía muchas de las cosas que veía que hacían. Ambos ordenaban cajas con los libros nuevos que habían llegado al castillo.

—Buenos días, príncipe —saludó la señora Pots.

—Buenos días, Taehyung —saludó Lumiere.

—Buen día, amo —terminó por mencionar Din don.

—Buenos días Señora Pots, ¿qué tal la mañana? —cuestionó Taehyung hacia la señora Pots que fue la primera que vio.

—¡Han llegado nuevos libros! —mencionó entusiasmado Chip, incluso daba saltos de la emoción.

—¿Ah, sí? Pero, pequeño, algunos no son para tu edad —respondió el príncipe tras haber mirado de reojo uno de ellos no apto para menores.

—Cuando tenga la edad para leerlos, lo haré.

—Así me gusta —terminó por decir el príncipe, dejándole una caricia en el cabello del pequeño.

A los otros dos que montaban la estantería, simplemente les sonrió, terminando por reír. Anduvo algunos pasos hacia la escalera principal cuando Jungkook bajó por ella con una vestimenta elegante, nueva. Estaba repleta de adornos y detalles minuciosos que hacían ver a la prenda de calidad y sobre todo le hacía verse impecable. Dejó boquiabierto a Taehyung, siguiéndole con la mirada cuando bajaba cada escalón hasta tenerlo uno por encima, igualando alturas. Los sirvientes también le dedicaron la mirada, pero estaban más pendiente de la pareja que de Jungkook en sí.

—Qué elegante está usted hoy, señorito Jungkook —mencionó Taehyung con un tono divertido.

—Vaya, muchas gracias por su halago, príncipe —acentuó la última palabra mientras compartían una mirada cómplice.

—Me da a mí que el príncipe es usted —aseguró dedicándole una mirada de arriba hacia abajo.

—No digas bobadas —dijo mirando hacia otro lado, a punto de ruborizarse.

—¿Le ha gustado los regalos? —cuestionó a la vez que manos agarraban las solapas de su chaqueta y las acentuaba al cuerpo ajeno de un tirón, haciendo a la misma vez que se acercase hacia él.

—Mucho... —susurró, mirada desviándose hacia sus labios por la cercanía ahora impuesta por el más alto.

Taehyung no tardó en sonreír con picardía, notando cómo Jungkook se moría por besarle, él también se moría por probar de nuevo esos labios que tanto le gustaban y le quitaba el aliento, y e igual lo haría sin importarle quién estuviera delante. También sabía que estaba siendo demasiado pícaro como para que esas ganas no se fueran tan fáciles.

La flor escarlata ✧ TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora