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—Sigue lloviendo. —Paul se queja mirando por la ventana de la casa de Daryl en Alexandría. Se suponía que estaría allí sólo unos días mientras cambiaban suministros, pero una tormenta les había atrapado. La lluvia no se había detenido desde hacía tres días, por lo que tuvo que quedarse. Algo como eso no le detendría, y aunque a Daryl tampoco, tenían cargamento que podría dañarse y no podían arriesgarse a perder. Además, el puente que debían cruzar para llegar a Hilltop, debía estar hundido en el río, el cual seguramente había crecido hasta desbordarse.
—Es seguro que estaremos aquí unos días más. —Daryl se acerca a su lado en la ventana viendo la lluvia caer.
—No me molesta descansar, es agradable de vez en cuando, pero quiero que se detenga para regresar a Hilltop. —Alexandría no estaba mal, pero en comparación, allí necesitaban menos su ayuda. Y a Paul le aburría las vidas tan tranquilas que llevaban las personas de Alexandría. —Aquí es tan aburrido.
Mirando de reojo al castaño de cabello largo, Daryl no puede decir que no tiene razón. —Ven. —le hace un gesto con la cabeza para que le siga. Aquel lugar era aburrido, pero había algo bueno en tener tiempo libre de vez en cuando, y era pasarlo con alguien. Era algo que pensaba pero jamás diría en voz alta.
Paul sigue a Daryl por la casa, quien les guía hasta una de las habitaciones. —Sientate. —señala la cama mientras se dirige al armario del lugar.
Rovia obedece recostandose del respaldar cuando se sienta en el borde. Entonces Daryl se acerca con una manta en la mano, dejándola en los pies de la cama para acercarse a Paul y arrodillarse comenzando a quitarle las botas.
—¿Qué haces? —suena bastante curioso y confundido mirando a Daryl, quien le sube los pies a la cama, empujandole para que se siente más al centro.
Dixon no dice nada, sólo se puede escuchar la lluvia fuera de la casa. Entonces vuelve a tomar la manta, subiéndose a la cama del otro lado, acercándose hasta que sus hombros chocan con los de Paul.
En el pasado, en los días lluviosos, estaba solo fuera de casa en el bosque. No le importaba mojarse, no quería estar en el mismo lugar que su padre. Sin embargo, ahora esos días podían traer a él otros recuerdos. Los cubre con la manta, Paul no ha vuelto a preguntar nada, sólo viéndole. Entonces, saca un libro de debajo de su almohada para pasárselo al apodado como Jesús, quien casualmente se había vuelto su compañero.
—Lee un poco. —le pide. Y cuando Paul toma el libro, él recuesta la cabeza sobre su hombro, cerrando los ojos para escuchar con más atención su voz.
Rovia parece desconcertado por un segundo, todo aquello parece la escena cálida y típica de una pareja de revista, pero luego se ríe porque es agradable, porque es Daryl quien organizó todo eso. Entonces se mueve en la cama hasta quedar cómodo contra el hombre a su lado, comenzando a leer tranquilamente apoyando la cabeza sobre la de Daryl.
Si pudiera tomar una foto, la apreciaría por el resto de su vida. Sólo ellos dos en la cama, abrigados por la manta y el calor corporal del otro, leyendo un libro mientras Dixon dormita en su hombro. El día lluvioso ya no parece tan lamentable como le hizo sentir cuando despertó.