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  Tilly organiza una fiesta de disfraces para Halloween, quería que algunas de las exhibiciones disfrutarán de la noche aunque no pudieran salir del museo. Y a todos les había agradado la idea, disfrutando de disfrazarse con lo que Tilly había llevado para ellos.

Actualmente, la música estaba alta, la fiesta estaba en lo más divertido del momento con todos bailando o conversando. Pero había un hombre que parecía estar demasiado distraído buscando algo, como para divertirse como los demás.

—¡Lance! —pero luego encuentra aquello que anhela ver.

Ahkmenrah aparece en el salón de la fiesta, le encuentra primero, como siempre. Lancelot le ve acercase con una enorme sonrisa, apreciando el revelador disfraz que llevaba. No era diferente a su usual vestimenta dorada, la cual permitia ver bastante de su piel. Lo que ahora cambiaba era que la ropa dorada de finas telas ahora eran vendas con una apariencia antigua y manchada.

—Su alteza. —el caballero saluda con una reverencia, lo que se volvió costumbre entre ellos. Ya Ahkmenrah no discute por eso, pero sigue sonriendo con burla y girando los ojos cada vez que lo hace. —Se ve bastante bien con su disfraz. —no podía negarlo, las vendas estaban colocadas en los lugares indicados, permitiendo ver espacios bastantes provocativas de piel. No era un secreto entre todos allí, que algo estaba calentándose entre esos dos.

Ahkmenrah niega con la cabeza sintiendo sus mejillas calentarse por el cumplido. Él no lo creía así, pero aceptaba las palabras de Lancelot. —No es muy creativo. —se queja. —Realmente soy una momia. —aunque sus verdaderos vendajes en esa forma, cubrían por completo su cuerpo. Tilly había ayudado a colocar esas. —Pero en cambio, tu te ves realmente atractivo. —el joven faraón nunca sentía pena al decir lo que pensaba sobre el caballero. —Me gustan las alas.

Lancelot siente algo de vergüenza, pero sonríe brillante e infla su pecho sintiendose halagado. Tilly había sido la de la idea, le había llevado personalmente el disfraz de cupido. No le gustó al comienzo, se sintió inseguro, pero ahora que Ahkmenrah había dicho su opinión, le encanta.

El disfraz, al igual que el de Ahkmenrah, mostraba la cantidad apropiada de piel. Era una túnica que pasaba por sobre un hombro mostrando parte de su pecho. Luego caía hasta sus rodillas en algo corto pero cómodo.

Tardo en acostumbrarse a tal vestimenta, pero luego entendió por qué algunos hombres en ese tiempo la usaban.

Para complementar, llevaba unas sandalias de tiras hasta por debajo de las rodillas, un arco enganchado a un tira en su cadera y alas dentras de la espalda. Incluso tenía algunas flechas en la mano. No tenían una punta filosa, no quería asesinar a nadie (aunque era imposible porque todos allí o ya estaban muertos, o no eran de carne y hueso). Las flechas tenían una punta con algo que Tilly no le había explicado bien como se decía, pero hacía que la flecha se pegara a donde fuera lanzada.

Siete. [Multishipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora