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Craig se acomodó en la amplia repisa de la ventana. Era la habitación del príncipe Kenneth (se había asegurado antes de que lo fuera), y ahora sólo tenía que esperar a que volviera durante la noche. Una vez que el príncipe regresase, Craig sólo debía temer de que el otro no abriese la ventana. Si al final resultaba como estaba planeado, tendría que esperar hasta que el príncipe estuviera dormido, entrar, cortarle la garganta, estrangularlo con una almohada, apuñalar su corazón, romperle el brazo, beber su sangre o cualquier otra cosa que se le ocurriera. El rey no había especificado qué método debía utilizar Craig para matarlo, siempre y cuando lo hiciera de forma rápida y silenciosa.

Craig disponía de unos días de margen antes de realizar esta misión. Había negociado eso antes de saber que el rey tenía un hermano que estaba "a salvo" en una villa rural. Entonces, Craig no supo qué hacer con aquellos días libres. Podía haber tardado en llegar, deteniéndose a ver las distintas aldeas por el camino. O podría haber aprovechado el tiempo extra para estudiar el palacio y hacer que su plan fuera infalible, pero Craig no era muy dado al turismo y, después de llegar a la villa del príncipe Kenneth, se había dado cuenta de que este sería el trabajo más fácil de su vida.

Había sido tan fácil entrar al palacio, que el asesino se preguntaba si el rey había planeado la muerte de su hermano cuando lo envió a aquel lugar.

Entonces recordó cuál era su trabajo y quién le había contratado.

Debido a la tumultuosa política de la época, el rey Kevin había puesto a su hermano, el príncipe Kenneth, bajo arresto domiciliario, de manera extraoficial. Según él, por "salvaguardar su protección", lo que significaba que aquellas vacaciones forzadas estaban casi desprovistas de compañía para el príncipe, y que la mayoría de las actividades divertidas estaban restringidas. Esto hizo que la rutina del príncipe fuera muy repetitiva, y Craig apenas había necesitado medio día para enterarse de todo y comenzar a planear el asesinato.

Sinceramente, estaba un poco decepcionado por la falta de desafío que presentaba este trabajo.

A Craig no le importaba un trabajo fácil de vez en cuando, pero era sencillo confiarse de ellos, así que tenía que tener cuidado para asegurarse de que, por ejemplo, no apareciese una criada para ventilar la habitación mientras él espiaba.

Y hablando de criadas, el asesino se alejó en las sombras cuando una entró a encender el fuego. Se colocó entre las sábanas y luego desapareció durante el tiempo suficiente para que Craig empezara a preguntarse si todo el palacio iba a arder y facilitarle aún más su trabajo.

El príncipe Kenneth entró en la habitación cuando la criada se marchaba; ella hizo una reverencia y él asintió con la cabeza al pasar. Craig observó desde la ventana cómo el de la realeza seguía su rutina mundana antes de acostarse, preparado para moverse si el príncipe mostraba algún signo de acercarse a la ventana. Un asesino podría ser atrapado y ejecutado porque su objetivo había decidido tomar un poco de aire fresco antes de retirarse a dormir.

Finalmente, el príncipe se dirigió a su cama, donde se despojó de la camisa antes de meterse bajo las sábanas. Craig lo agradeció en silencio; era una pena que el rey no se pareciera a su hermano. Si hubiera sido más rubio, más fuerte y más hermoso, tal vez el pueblo llano hubiera podido dejar pasar su egoísmo, su crueldad y su ignorancia. Tal y como estaban las cosas, el pueblo amaba al menor de los hermanos, y cuanto más amaba el pueblo al príncipe Kenneth, más lo odiaba su hermano. De ahí el trabajo de Craig.

No ayudaba el hecho de que Kenneth fuera mejor que su hermano en casi todo, desde el manejo de la espada hasta la estrategia militar.

En realidad, Craig había oído muchos elogios sobre la habilidad del príncipe con la espada. Casi deseaba haber podido cruzar espadas con él. O al menos, verlo en acción. Los envejecidos guardias que el rey había permitido llevar a su hermano no suponían un desafío en el ring de combate.