No Sin Mi Mary Jane (Style)

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Si había algo seguro en este mundo, era que nadie necesitaba salvar a Kyle Broflovski.

Sin embargo, había cierto superhéroe que no parecía entender eso.

— Uff, eso ha estado cerca, ¿verdad? — Spiderman pasó por encima del asaltante que había intentado robar a Kyle justo al lado de Times Square. — Podría... Podría haber pasado algo malo.

¿Todos los héroes eran así de torpes? Kyle frunció el ceño ante el héroe vestido con licra, disgustado porque Spiderman había acudido en su ayuda una vez más. La única razón por la que estaba en el suelo era porque la pelea se había vuelto demasiado intensa una vez que el justiciero intervino. Se puso de pie, ignorando que el otro le estaba ofreciendo la mano, y resopló.

— Supongo.

Era muy consciente de que Spiderman le observaba de cerca; el enmascarado cambiaba con el pie el peso de su cuerpo, como si quisiera decir algo pero no pudiera encontrar las palabras adecuadas. Kyle levantó una ceja, todavía molesto, y señaló a Spiderman la entrada del callejón.

— ¿Te importaría echarte a un lado?

— ¡Oh! — el héroe se apartó de un salto, pero volvió a mirar a Kyle. — Tal vez debería acompañarte a casa. Nunca se sabe quién puede estar al acecho en las sombras.

Pasando de largo, sin siquiera dedicar una mirada al otro hombre, Kyle respondió con rigidez:

— No necesito protección. Soy perfectamente capaz de cuidar de mí mismo.

Eso debería haber sido el final. Fue una despedida muy clara; cualquier otra persona habría asentido con la cabeza y habría seguido con sus asuntos.

Spiderman, al parecer, no entraba en esa categoría.

— Por supuesto, eso no lo pongo en duda. — aceptó, poniéndose a la par de Kyle. — Pero yo soy más rápido. Ya sabes, superpoderes.

— Ya. — Kyle apenas se abstuvo de poner los ojos en blanco. — Sin embargo, eso no significa que el resto de los mortales como nosotros seamos débiles.

— No me refería a eso.

Sintió una punzada de pesar (realmente apreciaba la ayuda del héroe, porque los hurtos no eran un asunto pequeño), pero Kyle se enorgullecía de su independencia. Se pasaba la vida trabajando duro para demostrar su valía a los demás. Spiderman no era la excepción.

— ¿No tienes a otros ciudadanos a los que proteger?

Los hombros de Spiderman se hundieron, pero antes de Kyle pudiera analizar eso, se enderezó de nuevo.

— Eres un hueso duro de roer, ¿eh?

Kyle parpadeó, sus pasos vacilaron sólo por un segundo.

— ¿Qué?

— Pero no te preocupes. — continuó Spiderman, como si Kyle nunca hubiera hablado. — No me rindo fácilmente. O en absoluto, en realidad. Soy increíblemente terco.

— Pero, ¿de qué estás hablando? — exigió Kyle. — ¿No te rindes en qué?

Spiderman le señaló. Su máscara era inexpresiva, pero Kyle sospechaba que debajo de ella, sus labios se curvaban en una sonrisa traviesa.

— ¡Rompiendo esos muros!

¿Muros? Su conversación no había durado ni veinte minutos. Por lo que sabía Spiderman, acababa de rescatar a cualquier otro ciudadano descontento. ¿De qué muros estaba hablando?

Pero antes de que Kyle pudiera exigir más respuestas, Spiderman disparó una telaraña desde su muñeca y se catapultó hacia el cielo, dejando escapar un grito al llegar a la cima de su arco. Kyle lo observó durante un minuto, haciéndose más pequeño cada milésima de segundo, desconcertado y, a pesar suyo, intrigado. Spiderman era sin duda un fanfarrón (cualquiera que hubiera visto sus acrobacias en el aire estaría de acuerdo), pero había un cierto misterio en él que nadie en Nueva York podía negar.

Una Semana Especial (South Park)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora