El olor a café recién hecho llenaba el lugar, mientras el trabajo comenzaba para Kyle aquella temprana mañana de junio.
Pasó un paño húmedo por la desgastada encimera que tenía delante, sin dejar de limpiar ni un centímetro de la mesa de madera que se ganaba los derrames de los cafés y las migas de los clientes diarios que visitaban la cafetería cercana a la estación de King's Cross.
Empresarios y extranjeros desde las ocho de la mañana solían pasar por allí para tomar un café o un tentempié y Kyle hacía lo posible (cuando no estaba atendiendo a otros clientes) por escuchar las diferentes historias que le contaban cada uno de ellos, deteniéndose de vez en cuando para dar un sorbo al buen café que el propio Kyle había preparado.
Suspiró y arrojó el paño a la encimera, poniéndose el delantal manchado de café que colgaba más cerca de la ventana que daba a las ajetreadas y poco iluminadas calles de Londres, todavía en su punto álgido de sueño mientras el sol se asomaba perezosamente por el cielo.
Eran las seis y media, según el viejo reloj de pie que estaba en el otro extremo de la cafetería. Era martes, el turno de Kyle junto a su amiga Bebe. Pero ella le había propuesto darle el veinte por ciento de su nómina del mes si no le decía a nadie que había ido a una cita con un muchachito llamado Kenneth.
Kyle estaba sentado, con la mirada perdida en la entrada, esperando...
Esperando a que alguien, un cliente o quizás incluso Bebe (pues podría haber cambiado de opinión) entre por la puerta.
El olor a café en grano y a pan recién tostado impregnaba todo el sitio cuando Kyle fue a sentarse junto a uno de las mesas, asomándose a la polvorienta ventana de cristal.
A Kyle le disgustaba bastante trabajar a esa hora, normalmente estaría estudiando o quizás incluso leyendo en ese momento, pero entonces el pensamiento de que el trabajo que actualmente lo mantenía a raya apoyaba sus estudios, simplemente lo obligaba a realizar sus obligaciones laborales.
Tenía que hacerlo. Terminar el instituto. Porque sus padres se han quedado sin trabajo y la realidad ha empezado a imponerse; el mundo real ha aparecido.
Si le gustaba o no, eso no importaba. Y además, al joven sólo le quedaba un año escolar. Así que esto era sólo un mero sacrificio que tenía que pasar.
La campanilla zumbó alegremente, tintineando en un cálido saludo, sacando al chico Broflovski de sus pensamientos mientras casi saltaba, sobresaltado.
Hizo un nudo detrás del cordón que colgaba del lado de la cintura de su delantal y se levantó para colocarse detrás del mostrador.
Apenas levantó la vista cuando el cliente dio su pedido, el tono parecía ser de alguien de su edad.
- ¿Qué va a pedir...?
Los saludos cordiales se disiparon debido a su falta de sueño de la noche anterior. Así que apenas pudo analizar al cliente cuando levantó la vista, sus ojos mirando lentamente a aquel chico familiar que tenía delante.
- Café con leche, por favor.
Los ojos de Kyle se agrandaron. ¿Era el efecto del sueño lo que le hacía imaginar que Eric Cartman estaba ahí, frente él? Parpadeó dos veces antes de tragar, con la confusión reflejada en sus ojos verdes.
- He dicho que quiero café con leche.
- ¿Qué? - preguntó Kyle, casi mudo.
La sonrisa y la malicia que parpadeaban en los ojos marrones y tormentosos del cliente no debían confundirse. Llevaba un jersey y unos pantalones negros, un periódico bajo el brazo, un pequeño maletín bajo el otro.
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Una Semana Especial (South Park)
FanficPequeña recopilación de OneShots de South Park.