"Y atrás se me quedó la emoción
Atrás se me perdió la ilusión
Atrás atrás atrás..."
"Veo el mundo cambiar
No sé dónde acudir"
"Y atrás miré para entender
Lo sueños que hubo en mí
Que cerca están temor y amor
¿Quién va a soñar así?
Ya lo veo por fin.
Ahora puedo creer esos cuentos de ayer"
"Y buscar la ilusión que perdí
Mirar eso que antes no vi
Ansiar... querer.... soñar... lograr...
Volar..."
Atrás de Gisela.
Sabía que no era necesaria la tanta duda que había de mí, pues cualquier persona normal de inmediato hubiera accedido a conocer a cada uno de los guardianes, en especial al legendario y único papá Noel, Santa Claus o cualquier otro nombre que le den a aquel hombre gordito, barbón con traje rojo.
En realidad, me hacía ilusión conocer a este ser, pues juraba solemnemente recordar a mi madre fingir ser Santa Claus en muchas ocasiones. Quizá era un bloqueo o una ilusión que el hombre daba a los niños cuando crecían para que pensarás que él no existía, ¡o quién sabe! Tal vez siempre pertenecí a la lista de niños malos, y para qué no estuviera triste por aquello, mi madre me daba regalos.
Nada era seguro, por eso, cuando Jack Frost nos trajo acá por medio de una esfera que le había robado al mismo señor Claus, miré todo asombrada, pues el lugar era enorme, y a pesar de su ubicación gélida, no sentía ni una pizca de ese frío extremo. Pues el ambiente era armonioso y cálido, que al instante me hacía sentir cómoda y rodeada de una enorme magia.
El taller de Santa era enorme y bello, decorado mayormente por un rojo intenso y vibrante con toques dorados, y cientos de yetis caminando alrededor y trabajando de manera seria para poder crear los mejores juguetes.
Además, también había duendes en el lugar, pero obtuve una enorme desilusión al enterarme por medio de la observación, que los duendes no eran para nada útiles, así que, básicamente toda mi infancia fue un engaño. Pero aquel privilegio de ver a los yetis trabajar, me hacía sentir tan eufórica. Quería ver el trineo, subirme a esté y disfrutar de la magia que me brindaba Jack Frost al traerme aquí.
Mi sonrisa era enorme, y, por ende, notaria. Jamie también estaba alegre y atento a todo lo que pasaba. Parecía un niño pequeño mientras observaba todo, siendo algo mágico y el peliblanco se daba cuenta de ello y nos sonría satisfecho.
─¿Qué tal? ─cuestionó el peliblanco alegre, atrayendo mi mirada, pues la mirada de Jamie aún seguía encantada con todo lo que sucedía. Parecía que nunca había estado en el lugar, como si esto era completamente nuevo y no quería perder ningún detalle, y yo sabía la razón: sus libros.
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🄳🄰🅁🄺 🄵🅁🄾🅂🅃 ❄️🄹🄰🄲🄺 🄵🅁🄾🅂🅃.
FanfictionCuando Jamie trata de hacer que su novia crea en los guardianes de la infancia, las relaciones entre los personajes comienzan a deteriorarse, provocando separaciones y conflictos entre ellos, que hacen que un viejo enemigo vuelva a acechar, aprovech...