O eso creí...
Cuando estaba profundamente dormida, algo me despertó: un ruido... un objeto caído, y al abrir los ojos, Jack estaba en mi habitación, viéndome con pena, por haberme despertado a tan altas horas de la noche.
—¿Qué haces aquí? —cuestioné intrigada, viéndolo con recelo a tal extraña aparición. Pues, aunque sea un espíritu y un amigo, ni a Jamie le perdonaría que apareciera de esa manera en mi habitación. Sin embargo, él de repente sonrió ampliamente mientras yo frotaba mis ojos, cansada.
—Te tengo una sorpresa —admitió, haciendo que lo mirara con una ceja levantada ante su entusiasmo—. ¿Confías en mí?
—Esto es demasiado extraño, Jack... —admití sentándome en mi cama y acomodando mi cabello y limpiando mi rostro, tratando de verme decente, aún adormilada.
—¡Es magnifico! —exclamó él, aún animado—. Te gustará.
Y ya conocía el significado de esas palabras. Él me enseñaría algo sobre los espíritus, y aún tenía al Hada de los dientes y al Conejo de Pascua para conocer, tenía mucha incertidumbre a donde me llevaría, y aunque sonara atrayente, era muy de noche y tenía frío. Pero la sonrisa de Jack... me hacía caer.
—Esto me preocupa... —murmuré, pero Jack sólo me extendió su mano hacia mí en la cama y abrió demasiado sus ojos con sus cejas alzadas, parecía muy alegre.
¿Y quién era yo para destrozar la emoción del espíritu del invierno? Entonces, sonreí y acepté su mano, y él, estiró de ella y me levantó de la cama, me atrajo hacia él y se lanzó volando hacia la ventana de una manera tan rápida que sentía el viento gélido tocar con mi piel y la escarcha pegarse en ella. Definitivamente esto no era disfrutable. Tenía mucho miedo, y más porque había unos dementes en el pueblo que se les había ocurrido lanzar cuetes y estábamos tan cerca de ellos, que tenía miedo de quemarme, pero Jack se mostraba tan tranquilo que sólo me limité a gritar y llorar mientras volaba con él, sin un destino fijo.
Él siguió llevándome en el aire sin parar, volando y volando mientras más se entumecían mis músculos.
—¡Jack! —grité, y él me tiró.
¡Jack Frost me había tirado! Por eso, grité con más fuerza esperando al cruel piso recibirme, pero no fue así. Antes de tocar el suelo, apareció una rampa de hielo, la cual me recibió como una resbaladilla gigante que el espíritu del invierno dirigía a su antojo.
Estaban sucediendo tantas cosas que aún no sabía bien procesar todo. Y mis gritos eran lo único que para mí tenían sentido.
Recorrí una ciudad o pueblo desconocido para mí con esa rampa que subía y bajaba, convirtiéndose en mi montaña rusa personal que me hacía gritar como demente.
Al principio, no entendía porque de repente Jack me acercaba mucho a ciertas ventanas de hogares y otras no, hasta que dirigí mi vista en ellas, dándome cuenta que había pequeñas haditas que entregaban monedas a cambio de dientes. Pequeñas haditas disfrazadas de pájaro. Pero aquello no me importaba, mis gritos no cesaban por el éxtasis que sentía ante esta experiencia mágica, que hizo enojar hasta las hadas que me rodearon para reclamarme, hasta que Jack las calmó y me dejaron, como que Jack también las tenía hechizadas a ellas.
Ignorando aquello, y aún envuelta en mi ensueño, Jack lanzó de repente una esfera al camino, que se convirtió en un hoyo negro en donde se lanzó y dirigió mi camino allí, lanzándome a lo desconocido con él.
Solté un enorme grito mientras me recibía un enorme palacio sin ventanas, con muchas haditas al rededor, teniendo una vida muy rápida que me agobio muy pronto. Aun así, me atrajo, pero antes de que intentara levantarme del suelo, unas náuseas me invadieron y tapé mi boca, tragando lo que quería salir y sintiéndome mareada, miré con asco mi alrededor, atrayendo la atención de Jack.
ESTÁS LEYENDO
🄳🄰🅁🄺 🄵🅁🄾🅂🅃 ❄️🄹🄰🄲🄺 🄵🅁🄾🅂🅃.
FanfictionCuando Jamie trata de hacer que su novia crea en los guardianes de la infancia, las relaciones entre los personajes comienzan a deteriorarse, provocando separaciones y conflictos entre ellos, que hacen que un viejo enemigo vuelva a acechar, aprovech...