—¿Tú lo viste al tipo de la mesa diez?
Así fue como saludé a Liv al entrar por la puerta del apartamento, lanzando mi bolso a una silla, mis zapatos a algún lado, revolviéndome el pelo y tirándome en el sofá. Mi amiga enarcó una ceja y me miró sobre su taza de café con un gesto herido.
—Hola, Isa, todo bien, gracias, ¿y tú? —dijo con sorna, antes de romper la máscara y sonreír amplio de oreja a oreja—. Obvio que lo vi. Es más, me dije a mí misma: "Isa va a venir hablando de este man y no va a parar en todo el santo día".
—No, no, no —la interrumpí emocionada—. Tú no lo viste. Ese tipo, Liv, es precioso.
—Santo Dios —Liv se puso los lentes y regresó la vista a su laptop, ignorándome.
—No, no —insistí—. Estoy hablando en serio.
—Babosa.
—Gorda, ese hombre me sonrió y mi estómago se hizo tiritas —confesé sin ningún problema.
Ahí ella sí me dio atención y volvió los ojos hacia mí, dejando su taza en la mesita ratona y enarcando ambas cejas con una mezcla de incredulidad y diversión. Le sonreí de oreja a oreja, satisfecha como un gato feliz, y me acurruqué en el pedacito de sillón en el que me había tirado al entrar. No podía aguantarme el chisme, menos aún frente a mi mejor amiga. Estaba que echaba arcoíris por los ojos, y era obvio que Liv lo notaba, porque no volvió la vista a su laptop ni a su café.
—¿Por qué te gustan los problemas grandes, mujer? —suspiró Liv al final, impaciente.
—¿Porque son más emocionantes? —respondí con total sinceridad.
—¿Más emocionantes?
—¿Quieres que mire a uno de los malamuerte del bar?
—Ese que miraste hoy es del bar, querida, y si no es de malamuerte... —Liv mordió su labio, y enarcó la ceja izquierda—. ¿No crees que es raro que haya decidido sentarse ahí a tomar?
—Lo mismo pensé al principio —dije—, pero después de un rato, cuando él todavía no había acabado su comida... Que yo elegí el plato porque él me dijo que confiaba en mi gusto, y le di un sándwich de milanesa —me empecé a reír al recordar esa parte, y tardé un minuto en volver a calmarme—. Como decía, cuando él seguía comiendo, llegó una mujer y se sentó con él. Creo que había estado esperándola, porque miraba su reloj de vez en cuando.
—¿O sea que te coqueteó a ti pero luego tenía una cita con otra? —bufó Liv casi escandalizada. Le dirigí una mirada de decepción.
—Cálmate, gorda. No me coqueteó. Bueno, no mucho. Pero la cosa es que su cita aparentemente no fue bien. Empezaron hablando normal, yo no escuchaba porque estaba en otras mesas y no quería ser obvia, claro. Pero luego parece que empezaron a discutir, ella parecía más enojada que él, y en un momento se levantó y se fue sin haber pedido nada.
—Todo lo guapo que era, y la cita le sale al revés —dijo Liv, y se empezó a reír sola. ¿Qué carajo le pasaba?
—¿Lo odias o algo? —pregunté torciendo el gesto.
—No sé, es que parece un idiota. Uno de esos ricos atractivos con poco cerebro que juegan con las mujeres.
—Creo que leer tantas novelas históricas te está haciendo mal, Liv —Le puse mi pie descalzo en el rostro en venganza, y me lo apartó de un manotazo, aunque reía.
—A ver, te miró con todos tus rizos de agua de lluvia como si tuvieses un sol en la cara, pero luego resulta que tenía a otra. Es un descarado. Dime tú si no.
No podía discutirle eso, pero tampoco le iba a dar la razón. Aquel hombre (del cual ni el nombre sabía, pero eso no era importante) había sido por mucho el más atractivo que había visto en mi vida, y el más caballeroso también. ¡Conmigo! ¡Una mesera empapada en agua de lluvia y roja hasta las orejas! Porque sí, no tardé ni cinco minutos en ruborizarme en cuanto él me prestó su atención.
No le iba a decir nada de eso a Liv. Era demasiado precioso como para compartirlo, y no entendería esa sensación cálida en el pecho, esas mariposas en el estómago, esos eternos segundos en que me había quedado contemplando el rostro de él porque era demasiado hermoso como para pertenecer al amargo mundo real. Liv se autoproclamaba romántica, pero era al mismo tiempo demasiado exigente. Yo era... simple. Y con ello feliz.
—¡Bueno! —exclamó Liv, y tardé en procesar que se dirigía a mí, porque yo estaba en la luna. Di un respingo, parpadeé y me enfoqué en ella y en su sonrisita irónica—. Se te cae la baba, querida. Disimula un poco. ¿Cómo sigue la historia? ¿Él se fue? ¿Se quedó?
—Hmm... —Carraspeé e hice memoria—. Se quedó unos minutos en su mesa sin tocar la comida y con cara de depresión, y luego se puso de pie, pero en lugar de marcharse fue hasta la barra y se sentó. Como yo lo estaba mirando —"Obvio", musitó Liv rodando los ojos, y le levanté el dedo del medio antes de seguir hablando—, él me llamó y me pidió que le sirviese vodka. Y siguió pidiendo y pidiendo y pidiendo alcohol con cara de que se quería matar. No sé si lo de la mujer fue su culpa o qué, pero me dio mucha pena.
—Y curiosidad, no me engañes.
—También.
Liv se quedó un momento en silencio, y luego enarcó las cejas.
—¿Y? —preguntó— ¿Qué más?
—Eventualmente le dije que no podía servirle más bebidas por su propia salud. Se rió ya ebrio, y me tendió cien dólares por un vaso más. Le devolví el dinero y le serví agua, y pensé que me iba a mandar a la mierda o hacer un escándalo, pero sólo se quedó mirándome por un rato largo. Yo seguí atendiendo mesas y la barra, y él seguía mirándome.
—Carajo.
Me encogí de hombros, avergonzada.
—En cierto modo se sintió bonito. No era acosador, y no me miró las tetas ni el culo...
—Y con el culo que tienes, además. Mi Kardashian.
Soltamos una carcajada al unísono, y le di un empujón cariñoso.
—Pues me miraba sólo la cara. O el pelo, supongo, si yo estaba de espaldas. Así hasta que cerró el bar y amablemente tuve que decirle que saliera, el último de todos los clientes. Ni me protestó, y cuando vi, hasta el agua se había tomado. Y me dejó los cien dólares bajo el vaso.
—¿De propina? ¿O por lo que bebió?
Sonreí de oreja a oreja.
—Propina. Lo otro lo pagó cuando le dije que tenía que irse.
—Asumo que lo vas a compartir con tu amada amiga —dijo Liv, haciéndome ojitos e inclinándose hacia mí.
—Sólo si me dejas más espacio en el sillón.
—Pero si a ti te gusta estar hecha una bolita.
—Entonceeess... Si me convidas de tu café.
—Trato hecho.
Nos empezamos a reír de nuevo y me acurruqué con su taza mientras ella volvía a su lectura. Mi mente, en cambio, vagaba por los dulces y embriagantes campos de la ensoñación.
¿Le volvería a ver?
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ISA ✵ Batman & Loki & OCs
FanfictionIsabel es una chica huérfana que vive en Ciudad Gótica. Trabaja en un restaurante con su mejor amiga, Liv, y su vida se reduce a soñar despierta y sobrevivir con poco dinero... Hasta que conoce a Bruce Wayne, quien acaba de volver después de años de...