Volar al atardecer

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—¿Cómo haces para verle la belleza a todo?

Bruce había aparecido como siempre, en silencio y de imprevisto, pero no me sobresalté. Desde que había subido a la terraza del edificio para contemplar el atardecer sabía que él iba a presentarse, tarde o temprano, y esperaba eso. Contemplé de reojo su silueta oscura detenerse de pie a mi lado, y sonreí sin girar la cabeza para mirarlo.

—Toma una cierta práctica, pero se puede. Incluso con esa terrible voz que pones con el traje. Después de un rato, puedo hasta encontrarle la melodía.

Se rio, una risa en voz baja pero muy real, y cuando volvió a hablar seguía poniendo la voz de Batman. Supuse que era para mantener el hábito y no hablar en tono normal con un villano por equivocación. Ya me había acostumbrado, de todos modos.

—¿También encuentras la belleza en los murciélagos?

No me esforcé por ocultar la sonrisa ladina que tiró de mis labios, y me di vuelta para mirarlo a la cara. Sus ojos se entrecerraron detrás de la máscara, pero sus labios también sonreían.

—Cuando el murciélago es un hombre de casi dos metros con los abdominales marcados y una sonrisa preciosa, sí. Puedo encontrarle la belleza.

Mostró todos sus dientes en una sonrisa y bajó la mirada, negando con la cabeza.

—Batman necesita unas lecciones de vida —contestó, con un tono de humor que no cuadraba con esa voz salvaje.

—¿De una simple chica de clase baja? —enarqué las cejas, siguiéndole el juego.

—De una chica que sabe ver como Batman no puede. La vida a veces se me hace oscura, Isa. Tan oscura que no creo que jamás amanezca.

—Eventualmente saldrá el sol. La noche siempre es más oscura antes del amanecer.

—Hablas como si ya pudieras ver el amanecer.

No me había parado a pensarlo. Contemplé los colores rojos de las nubes, sobre el sol que ya se había ocultado tras los edificios, y luego volví a mirar a Batman.

—No lo veo, pero sé que está ahí. Es el punto de la esperanza, ¿no?

Extendió una mano y acomodó un mechón de pelo detrás de mi oreja. Sus guantes de cuero negro eran sorprendentemente suaves. Me esperaba algo más áspero, tanto como su voz.

—¿Qué esperanza tienes puesta sobre nosotros?

—Puedo ser tu amanecer. Puedo prometerte que, mientras esté en mis manos, me encontraré ahí al final de la noche. ¿Es eso suficiente para ti? ¿Es suficiente para Batman y para Bruce a la vez?

Batman dio un paso más y se inclinó hacia mí, cubriéndome con su sombra. Llevándose una mano al rostro se quitó la máscara y luego terminó de inclinarse para dejar un beso en mis labios. Si hacía frío, yo ya no lo sentía en absoluto. En el fondo de mi mente, aprecié que fuese Bruce en ese momento, sólo Bruce.

—Te quiero —murmuré cuando él se separó, apenas un instante. No me contestó, pero volvió a besarme de nuevo, esta vez atrayéndome con una mano en mi cintura y otra en mi cuello. Me sentí frágil, tanto que podría partirme en dos si hiciese un poco más de fuerza, y a la vez supe que era la persona más protegida de toda Gotham.

Era... ¿cuánto? ¿La segunda, tercera vez que me besaba? Fuese cual fuese, no creía que nunca fuera a acostumbrarme a la sensación. En una oficina de día o en una azotea de noche, el momento se sentía igual de único, igual de irreal y real al mismo tiempo. Separé mi boca de la de él y lo abracé fuerte por la cintura, ignorando la dureza de su armadura. Olía a goma y cuero, a calle, a gasolina y a ropa nueva, todo a la vez. No debía haber nada más que oliese así en el mundo.

—¿Cómo haces para volar? —pregunté con los ojos cerrados, disfrutando el tacto de sus brazos rodeándome los hombros.

—Es una técnica similar a la de un parapente, o de las ardillas voladoras. Eso, o cables retráctiles.

—¿Puedes llevar acompañante?

—¿Acaso quieres probar? ¿No le tienes miedo a las alturas? ¿Vértigo?

Me reí contra su pecho.

—Bruce, aunque no lo parezca, mi sueño fue siempre tirarme en paracaídas de un avión. Si siento vértigo, valdrá la pena.

—Pues agárrate fuerte.

No esperaba que accediese tan pronto, pero me reí y me aferré a él, levantando la vista hacia su rostro. Bruce se colocó la máscara y caminó los dos pasos que nos separaban del borde del edificio. Me sonrió dejando a la vista sus afilados colmillos y luego saltó.

Solté un chillido involuntario con el vértigo de la caída, y otro más cuando Batman abrió los brazos y su capa se desplegó, tal y como él había dicho, a modo de parapente. Con un tirón el aire nos sostuvo y planeamos entre dos edificios a cierta velocidad. Agarrada a él con todas mis fuerzas, me atreví a mirar sobre mi hombro y contemplé las luces de las calles allá abajo, pasando rápido como un río de colores. Empezamos a perder altura y con un sonido de latigazo metálico Batman disparó de su brazo derecho un cable que se enganchó en el borde de un puente y nos izó sin esfuerzo con la misma inercia del vuelo.

Aterrizamos con más suavidad de la pensada en las vigas de acero, a varios metros sobre el puente donde cruzaban autos en ambas direcciones. Batman se puso en cuclillas como tenía por costumbre, y lo imité, aunque con su traje de murciélago él quedaba mucho más estético que yo con mis pantalones cargo y un suéter tejido. La viga era lo suficientemente ancha como para mantener el equilibrio sin problemas.

—Si hay algo de lo que nadie podría quejarse, es de las citas que puede ofrecer Batman —dije con la admiración pintada en todo mi rostro al contemplar la vista—. Algo así jamás lo conseguiría con otro hombre. Nunca.

—Son autos, y una avenida en un puente. ¿Le has encontrado la belleza a eso también? —preguntó Batman, otra vez con la voz gutural y mirándome con la cabeza ladeada.

—Sí, y más contigo a mi lado.

Desvió el rostro, pero podría jurar que sonrió.

Desvió el rostro, pero podría jurar que sonrió

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(Dibujo hecho por mí.)

ISA ✵ Batman & Loki & OCsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora