Alcohol y vendas

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—¡Bruce!

No esperaba ver eso al abrir la puerta. Recortado contra la oscuridad de la noche e iluminado de frente por la cálida luz de nuestra sala de estar, Bruce se sujetaba el costado y la sangre goteaba entre sus dedos. Traía puesto el traje de murciélago, y así me sentía incluso más pequeña de lo que siempre me sentía frente a él.

Liv salió corriendo de la cocina en cuanto me oyó, y tras procesar lo que pasaba en apenas unos segundos, corrió a cerrar las cortinas del departamento. Luego resopló, volviéndose hacia Bruce mientras él entraba y yo cerraba la puerta detrás.

—¿Qué haces aquí? —preguntó mi amiga mordazmente, pero le lancé una mirada asesina.

—Está herido, Liv.

—Está con ese traje, mujer.

Liv se acercó un poco, pero no como para ayudar. La sangre siempre le había dado mareo, yo lo sabía.

—¿Es una herida de bala?

—Sí.

—¡Santo cielo! —exclamó y comenzó a caminar de un lado a otro.

Bruce comenzó a sacarse su traje rígido, y entonces ambas caímos en la cuenta.

—¿Cómo te hicieron esa herida con ese traje puesto?

Era evidente el dolor que estaba sufriendo, se le veía en la cara.

—No tenía puesto el traje.

Mi cuerpo se quedó rígido y el de Liv también. Las dos comprendimos lo mismo a la misma vez.

—Vieron tu rostro —susurró Liv.

—Pero no vivieron para contarlo.

Jamás había escuchado a alguien hablar de la muerte con tanta tranquilidad. Liv se puso pálida, pero yo cerré los ojos un momento y me obligué a enfocarme. Luego los volví a abrir para dar órdenes.

—Tráeme la botella de alcohol, Liv. Bruce, va a doler.

* * *

Si quisiera enumerar todas las diferencias entre Bruce y yo, estaría un día entero en ello. Y para decir qué teníamos en común, me bastaría un segundo.

A pesar de eso, o a causa de eso, algo dentro de mí tiraba hacia él, incluso después de todo el tiempo separados, y de jamás oír una palabra de disculpa de sus labios.

¿Disculpa de qué?, intercedió mi mente por él, pero decidí no prestarle atención porque no sabía la respuesta.

La camisa que Bruce llevaba debajo del traje era totalmente blanca, o lo había sido al menos. Ahora el rojo de la sangre teñía más de la mitad, pintando sus dedos cuando tocó el lugar de la herida y dejó salir un siseo de dolor entre los dientes.

—¿No hace esto Alfred, normalmente? —pregunté, pero ya de todos modos le estaba ayudando a desabotonar la camisa. Sus manos temblaban aunque yo sabía que estaba acostumbrado al dolor.

—Preferiría no cruzarme con él por el momento —contestó secamente.

—Por Dios, Bruce —lo amonesté, sonando más ácida de lo que había pensado—. Pelearte con la gente parece ser tu pasatiempo favorito. No puedes vivir así.

—¿Crees que alguien con su personalidad puede vivir en paz con el resto? —soltó Liv de cuajo, porque era lo que pensaba sencillamente. Estaba detrás nuestro, ya con el alcohol en las manos.

—Liv... —empecé.

—Déjala —dijo él con una medio sonrisa dibujada en su cara—. Mi pasatiempo favorito es pelearme con la gente y el de ella es odiarme.

—¿Odiarte? Si te odiara no estaría aquí con la botellita de alcohol en la mano, murcielaguito.

—¡Basta!

—Estás aquí por Isa, no por mí. Puedo morirme si espero por ti.

—Bueno...

—Liv, cállate —la frené.

Por un milagro del cielo cerró la boca, y Bruce también. Cada uno estaba yendo por sus razones, y en mi caso tampoco ayudó en absoluto el ver a Bruce sin camisa.

Herido, con sangre, y estando enojada y asustada y todo, los músculos del hombre seguían estando ahí, y su piel era cálida aunque cruzada por mil cicatrices. Decididamente no tenía una situación así en mente al pensar en cómo se vería sin ropa, cuando me lo preguntaba.

Mis pensamientos se estaban yendo a cualquier lado, y sacudí la cabeza para enfocarme.

—¿Sacaste la bala?

—Antes de ponerme el traje.

—Necesita puntos, pero no sé hacer eso —dije, preocupada a medias.

—Yo sí. Eso no es problema.

—¿Entonces para qué viniste? No me digas que no tienes alcohol, porque lo tienes en todos los colores y marcas.

Se rio, como si de verdad le hubiese hecho gracia.

—No quiero ver a Alfred, pero necesito un momento en un lugar seguro para recuperarme. Y quería hablar contigo.

Liv suspiró, agitó la botella de alcohol para llamar la atención, y sonrió de oreja a oreja.

—Gorda, toma tu botella de alcohol —Extendió la mano, y se giré hacia Bruce—. Si te sabes curar solito, me voy al comedor. Sus babosadas me alteran.

Sentí que me ponía roja.

—¿Qué problema tiene conmigo? —inquirió Bruce, y contesté a tiempo para que Liv escuchase antes de salir de la habitación.

—Lo pendejo que eres.

Lució enojado pero sonrió al mismo tiempo, y escuché la risa reprimida de mi amiga.

—Ya hablas igual que ella.

—No —me defendí, aunque no había caso. No replicó, pero su sonrisa era suficiente. Se la borré al instante con el contacto del alcohol en su herida.

No hizo ningún ruido de dolor, por orgullo de hombre supuse, pero todos los músculos de su mandíbula se marcaron.

—Tocó algún nervio o algún órgano interno, ¿cierto? —pregunté sin dejar que me engañase. Él conocía el dolor, y lo soportaba mejor que esto en la mayoría de los casos.

—He pasado cosas peores.

No era una respuesta satisfactoria.

Me miró mientras desinfectaba la herida. Hice lo posible para ignorarlo, pero sentía sus ojos clavados en mí, detallando cada uno de mis rasgos, y no pude aguantarme al final.

—¿Qué me ves? —pregunté.

—Estoy siguiéndote, no quiero que hagas algo mal y me saques la vida por ahí.

—¡Bruce!

No me respondió, sólo me sonrió de lado.

No había vuelta que darle. Estaba más que enamorada de él.

ISA ✵ Batman & Loki & OCsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora