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Ahi, frente al peliazul, se hallaba uno de los hermanos de Roppongi. Souya con aquella mirada característica de él era que se quedó mirando al ajeno en busca de alguna señal de peligro.

─ ¿Acaso no estabas en prisión? ─ Fueron las primeras palabras del gemelo.

Una sonrisa se pudo observar de Rindō, así como una risa se escapó de sí mismo. Sus manos pasaron a colocarse en sus bolsillos del pantalón, mientras mirada dió de arriba a abajo hacia el gemelo Kawata.

─ Sí, pero acabo de salir ¿No te alegra verme? ─ Exclamó sin ningún tapujo.

Un chasquido hizo con la lengua el hermano Kawata, mientras que de manos se cruzaba frente al pecho. Para nada le entusiasmaba el hecho de mirar ahí al menor de los Haitani, y mucho menos siendo que estaban solo los dos en el lugar; y él sin nadie de su lado.

─ De ninguna manera. ¿Acaso... Vienes a algo? ─ Fue la respuesta de Souya, mientras dos pasos atrás dió.

Así como dió ambos pasos fue que Rindō los recuperó avanzando dos pasos más. Una sonrisa de satisfacción se hallaba en el rostro del mayor, como extasiandose de la situación en la que estaba poniendo al ex miembro de la ToMan.

─ No, de ninguna manera pero... ─ Fue lo que salió de este mientras se levantaba una parte de la chaqueta que mantenía. Ahí mismo se lograba ver como una parte de la camiseta que vestía se encontraba en rojo; parecía ser que se había metido en problemas recientes. ─ Me han contado que eres bueno con estos problemas. ─

Los ojos de Souya miraban perplejos la posición del de Roppongi ¿Apenas salía y ya estaba herido? No era lo que esperaría de su antíguo rival y bien sabiendo la capacidad que tenía en cuanto a peleas se trataba. Aún dudoso se acercó estando atento a todo momento que Rindō no hiciera algo de imprevisto.

─ Demonios ¿Cómo es que te hiciste esto? ─ Fue lo que exclamó, en tanto levantó con cuidado la camisa de este dejando en vista la piel ajena. Parecía que alguien le había apuñalado, si era así entonces no tenía mucho tiempo para divagar.

─ Sólo, bajé la guardia un momento. ─ Fue la respuesta del Haitani mientras una mueca de dolor demostró en su rostro. Souya sabía que no podría quedarse ahí más tiempo, por lo que volvió a incorporarse no sin antes tapar la herida nuevamente.

─ Si llegaste aquí entonces supongo que puedes caminar. Pero no voy a arriesgarme; quédate aquí, iré por mi moto. ─ Fueron sus palabras y sin dejar que el mayor exclamara palabra alguna.

Se dió media vuelta el de cabello azules para entonces echarse a correr. Bien ni siquiera sabía la razón de porqué sería una buena idea ayudar a su antiguo rival, pero ahí estaba, corriendo como un loco a toda velocidad para poder trasladarlo a un lugar que pudiesen atenderlo. Una vez tuvo su motocicleta cerca fue que no se tomó molestia en colocarse el casco y sólo abordó la misma manejando a toda velocidad de vuelta al lugar.

Llegando a la calle fue que estacionó la misma frente a ella, encontrando aún al menor de los Haitani sentado con la espalda contra la pared y sujetandose el costado. Se acercó el Kawata, colocándose frente a este así como le extendió la mano para que tomara la misma.

─ Vamos, no perdamos más tiempo. ─ Fueron las palabras del peliazul, sin embargo fue que se escucharon pasos al otro lado de la calle. Unos tipos armados con palos de hierro buscaban a alguien.

─ Maldición. ─ Exclamó Rindō de forma baja. Souya pasó su vista del de ojos violetas hacia aquél grupo. No estaba listo para pelear, tenía ya mucho tiempo que no se metía en cosas como esas.

─ Escucha. Haremos esto: mientras sigan distraídos te llevaré a la moto, te subirás y si las cosas se ponen mal entonces tú vete en mi motocicleta; yo me hago cargo. ─ Fueron las claras palabras de Souya. El Haitani negó ante tal idea, sujetando el hombro de este. ─ Son demasiados hasta para ti, idiota, te van a matar. ─

Labios frunció el menor de los Kawata. No había más, era arriesgado sin embargo era la única opción que tenían. Mirada volvió al Haitani negando así con la cabeza. ─ Estaré bien, ahora vamos. ─ Murmuró.

Con algo de esfuerzo fue que jaló del brazo a este, siendo asi que Rindō comenzó a caminar por si mismo, de forma lenta mientras Souya se mantenía al tanto a sus espaldas. La distancia entre ellos y la moto era de al menos unos cuarenta metros, no sería mucho pero en esas situaciones si era una distancia que no ayudaba tanto.

Sigilosamente se deslizaban, ya faltaba muy poco pero entonces el grupo fue advertido por uno de los mismos que lo integraban.

─ ¡ALLÁ ESTÁ, QUE NO SE ESCAPE! ─ Fueron las palabras del bribón y que denotaron la atención del resto de sus iguales, haciendo que echaran a correr en dirección a Rindō y Souya. En ese momento, era justo el momento donde debían ser más rápidos.

Maybe, is love. ❪ RinGry ❫ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora