Capítulo 4

120 8 0
                                        

Al terminar mi ronda de guardia de la noche, caí rendido en un sueño profundo debido al cansancio de estar tantas horas en aquel tejado. Sam se había hecho cargo de vigilar a la chica desconocida después de media noche, y yo me había recostado en el frío tejado con la cabeza apoyada en las piernas de mi esposa, con una manta que me cubriera de la helado brisa nocturna. Hacía un frío espantoso, y una vez más, la hipotermia volvió a ser una de las causas de preocupación en mi vida. A pesar del frío, y la dolorosa superficie donde estaba recostado, logré dormirme con rapidez.

Cuando Sam me despertó, a penas comenzaba a amanecer, y aún estaba un poco oscuro, pero el sol ya comenzaba hacer acto de presencia desde el este.

Los caminantes ya se habían ido por completo, al parecer tomaron el mismo camino por donde vinieron. Así que eso nos hacía descartar la idea de buscar provisiones en el pueblo que le sigue a este.

Así que, decidimos viajar por el bosque.

No era una idea que me entusiasmara, pero necesitábamos alimento, y Sam es buena cazadora.

Por lo que acordamos rodear los próximos kilómetros del pueblo por el bosque, hasta estar lo suficientemente largo de la horda de caminantes.

Sam había hablado con Natasha mientras yo dormía, por lo tanto le había comunicado que podía quedarse con nosotros si ella quería. Mis esperanzas de seguir siendo solo mi esposa y yo, se desvanecieron cuando vi a Natasha ayudando a la hija de Daryl Dixon llenar las botellas de agua, y consiguiendo nuevas botellas de agua, destinadas para limpiar las presas por sino encontrábamos agua en el bosque.

Ya listos, partimos de aquella vieja casa, con los sentidos alertas a posibles caminantes. Pronto nos internamos en el bosque en silencio, porque Sam estaba alerta de si había algún animal que podía cazar.

Sin embargo, mi esposa siempre se había quejado de que hacía demasiado ruido cuando ella cazaba, pero con la desconocida, estoy seguro que todos los animales habían escuchado sus pasos medio kilometro a la redonda, ya que parecía que tropezaba con cada raíz de aquel bosque.

Luego de media hora, Sam me miró exasperada, con una mueca de frustración en su rostro, y con una suplica silenciosa en su mirada.

Asentí en su dirección sin ganas. No me hacía gracia tener que quedarme solo con la desconocida.

Frené mi caminar, y esperé a Natasha que venía metros atrás. Con un ademán silencioso le indiqué que se detuviera y esperáramos.

Tome asiento en una gruesa raíz, recostando la espalda en el árbol, mirando a Sam alejarse. Minutos después, la muchacha también tomó asiento, recostando su espalda en un árbol frente a mí.

No hablamos en la hora que pasó desde que Sam se fue. Bebí un poco de agua, para calmar un poco el hambre que comenzaba a retorceme las tripas.

En todo ese tiempo, estuve pensando en mí familia, en cómo se encuentran, y el por qué aún mi padre no se ha comunicado conmigo. Pero todo estos pensamientos desaparecieron cuando comenzó a formarseme un nudo extraño en la boca del estómago, que no tenía nada que ver con el hambre. Ya había pasado mucho tiempo, y mi esposa no regresaba.

Por norma general, nunca se alejaba mucho. Comencé a impacientarme, pero me obligué a pensar, en que Sam estaba bien, y que se había alejado porque no había podido cazar nada. Para despejar mi mente del miedo que comenzaba a formarse en todo mi ser, decidí iniciar una conversación con Natasha.

-Cuando se toparon con los caminantes ¿Habían encontrado otras casas antes, de la de donde dormimos? - le pregunto.

Noto que hace una mueca de confusión cuando digo "caminantes", pero después parece entender a que me refiero a los muertos.

LiderazgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora