Capítulo 2

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Debo reconocer con mucha alegría, que Sam no se equivocó al adivinar que por fin hoy saldríamos de ese maldito bosque. Tardamos alrededor de seis horas de caminata —dentro de la cual tuvimos que matar unos cuantos caminantes— hasta que por fin podimos divisar una vieja carretera. De a partir de ahí, tardamos alrededor de media hora en dar con una vieja casa de dos pisos que parecía estar apunto de derrumbarse. Sin embargo, estábamos tan exhaustos, que no nos importó el deterioro de aquella vieja casa de madera.

Para nuestra grata sorpresa, por dentro de la casa, tenía muy buen aspecto, dejándonos así sin la preocupación de que se derrumbara sobre nosotros. A pesar de esto, cada paso que dábamos, hacía crujir el desvalido piso de madera.

Todavía quedaba un par de horas para que se ocultara el sol y a decir verdad, me sentía realmente exhausto, y Sam también lo estaba.

Esta vieja casa nos dio una gran sorpresa, ya que contaba con un pozo de agua, el cual tenía que bombearse un rato, para que llegara agua a una vieja tubería ubicada fuera de la vivienda. Al principio, el agua salió mezclado con barro y arrumbe, pero luego de unos momentos fue aclarando, hasta que salió normal.

Fue bueno poder abastecernos de agua, bañarnos después de unos cuantos días, y calmar nuestra sed. Sam aprovechó para limpiar las ardillas que había cazado esta mañana, y yo me encargue de buscar algunas ramas que nos sirvieran de leña para encender una fogata fuera de la casa y así poder asar las ardillas.

Claramente, una vez estas cocinadas, me encargué de apagar la fogata por completo, ya que no queríamos llamar la atención si por alguna razón alguien vivo pasaba cerca.

Así que esta noche cenamos ardillas, bebimos bastante agua y podimos recuperar fuerzas.

Antes de irnos a dormir, me apresuré a asegurar todas las entradas de la casa, y bloquear las escaleras del segundo piso que era donde íbamos a dormir. Así que después de varios días Sam y yo podimos dormir en una suave cama sin preocuparnos por hacer guardia, lo que nos permitió estar tranquilos y sin preocupaciones, así que después de varios días, volví a hacer mía a mi linda chica, para después ambos dormirnos exhaustos.

Al amanecer, me sentí con energías renovadas, así que nos preparamos para seguir nuestro camino sin rumbo fijo, ya abastecidos con agua, pero aún así, necesitábamos encontrar provisiones porque las pocas latas de comida que nos quedaban, ya no nos duraría más que un día más.

Abandonamos aquella casa, casi al amanecer, con la esperanza de encontrar otras viviendas que tuvieran alguna que otra lata de comida.

-¿Crees que encontraremos provisiones pronto? - me pregunto Sam con preocupación. - Entre más nos alejemos del bosque, menos posibilidades tengo de cazar algo.

La miro mientras caminamos lado a lado, por la vieja carretera.

-No lo sé. - contesto con pesar. - Lo más seguro es que pronto encontremos más casas, esperemos que todavía no hayan sido saqueadas.

Trato de convencerme a mismo, a pesar de se lo decía a Sam, sin embargo ¿Qué esperanza había en que pudiéramos encontrar comida en esas casas? Si en la anterior no encontramos nada, salvo el agua.

Suspire con cansancio, sintiendo como el sol quemaba mi piel.

Miré a Sam, notando el color sonrojado de su piel debido al sol, así que me quité mi sombrero y se lo coloqué en la cabeza.

-Gracias Sheriff. - dijo sonriendo mientras se ajustaba mejor mi sombrero en la cabeza.

Yo le sonreí.

Hasta que de pronto algo me hizo dejar de sonreír, y ponerme alerta. Compartí una mirada con Sam y ambos desenfudamos nuestros armas.

Ya que el claro grito desgarrador de un hombre había irrumpido el silencio de la carretera.

LiderazgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora