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Hiwa Clark.

Supongo que la vida tiene muchas cosas sorprendentes, da muchas vueltas, a veces ni siquiera te da lo que quieres.

A veces sientes que todo es una mierda o que la vida es horrible, pero creo que así como la vida te demuestra que hay cosas malas, también hay cosas buenas.

A veces pienso en lo mucho que tuve suerte de encontrar a alguien como ella, ella me ilumina, ella me hace feliz y me divierte mucho.

Su personalidad despreocupada, el cariño que tiene hacia sus hermanas, su fortaleza, y sus defectos, todo de ella me llena de felicidad, pienso en que si ella no hubiera llegado hacia a mi con sus planes raros y sus comentarios sin sentido me hubiera quedado en mi propia oscuridad.

—“soy afortunado, ¿no lo crees?”— le dije a mi hermana.

—¿en qué?— preguntó ella hacia mi repentino comentario. 

—“en tener una novia como ella”

—si para ti tener suerte es tener a una novia súper idiota y rara, pues supongo que si, tienes mucha suerte.

Yo la miré con molestia por su comentario y ella solo rió.

—es broma, estoy agradecida con ella.

—“¿por qué?”

—te sacó de ese hoyo en donde te estabas hundiendo poco a poco, ni siquiera sonreías y mirate ahora, sonríes todo el tiempo como un idiota.

Le di mi mejor sonrisa y asentí un poco, tenía razón después de todo.

Después de aquella comida con mis suegros todo siguió igual, mi hermosa novia se había disculpado por lo de ese día en varias ocasiones y yo le seguía diciendo que no había nada de malo, fue muy incómodo no voy a negarlo, pero me sentí feliz.

Supongo que hasta ahí iba bien, hasta hoy, que lo encontré cerca de ella, otra vez intentando de nuevo captar su atención con regalos.

Sentí un sabor amargo subir desde mi estomago hasta mi boca y me acerqué a ellos más que molesto. Lo tomé del hombro y lo aparté de ella bruscamente.

—¡¿que carajos te pasa idiota?!— gritó. Llamó la atención de muchas personas que estaban en el mismo lugar, pero no me importó.

Tenía tantas ganas de amenazarlo, decirle que no se le vuelva a acercar, que no la tocara, que ni siquiera se le ocurriera mirarla de nuevo, pero no pude y eso me frustró más.

Supongo que mi mirada demostraba todo lo que quería decirle porque retrocedió un paso, pero me miraba retadoramente.

—esta bien Hiwa, vámonos ya— la voz de Megan me devolvió un poco a la realidad, pero seguía molesto, me giré y me encaminé con ella.

—estaba por patearlo, lo tenía bajo control— volvió a hablar, cerré los ojos con fuerza y la tomé del brazo hasta llevarla un baño, cerré la puerta y la acorrale contra la pared.— ¿cariño, acaso son celos lo que éstas sintiendo ahora?— enrolló sus brazos al rededor de mi cuello.

Nuestras miradas estaban conectadas, no intenté hacer ningún movimiento con la cabeza para afirmarlo o negarlo, tampoco hice alguna seña, pero sonrió con comprensión.

—no necesitas poder hablar para decirme todo lo que sientes, puedo verlo en tus ojos, puedo sentirlo.

Mi corazón latió desbocado y la besé. Nuestro beso estaba cargado de nuestros sentimientos, amor, cariño, deseo.

Ella profundizó el beso enrollando sus dedos en mi cabello negro, nuestras lenguas  danzaban juntas y oí un jadeo salir de sus labios.

Pegué aún más nuestros cuerpos y hundí mis dedos en su cintura por arriba de su ropa, soltó un pequeño gemido cuando mis besos pasaron a su cuello y su clavícula.

Su camiseta me empezaba a estorbar y molestar, ella pareció notarlo pues se separó de mi y se quitó la camisa con un rápido y, a mi parecer, sensual movimiento.

Mi boca se acercó a uno de sus pechos aún con su sostén puesto, su cuerpo se erizó al sentir mi respiración chocar con una de sus partes sensibles, y cuando estaba dispuesto a pasar mi legua por la extensión de su piel la puerta del baño sonó en un intento por abrirse.

—¿que rayos? ¿Por qué está cerrada?— oímos la voz de una chica, nos quedamos inmóviles por un momento esperando a que se vaya pero la chica no se movió de ahí.— oh, ¡disculpe!— oímos que gritó— señor ¿podría abrir la puerta?

—claro, señorita.

Maldición, el sonido de las llaves se oyó y pronto se escuchó como metían la llave, me moví rápidamente y nos metí a un cubículo justo cuando la puerta se abría.

—gracias señor.

La chica entró al cubículo junto al nuestro y escuché que empezaba a orinar, volví a poner atención a la situación en la que nos encontrábamos, miré el torso semi desnudo de mi novia y Sonreí, de pronto recordé y busqué con desespero algo y ella lo notó.

—¿que pasa?— susurró.

Yo sujeté mi camisa y se la mostré, ella pareció entender pues sus ojos se abrieron con preocupación, justo cuando se oyó la puerta del cubículo ser abierta.

Caminó hacia los lavamanos u se enjugó las manos y empezó a retocarse el maquillaje.

—¿que carajos?— escuchamos y maldije internamente— ¿y esta camiseta?

Su voz se oía cerca y sentí que el alma se me iba por la boca.

—ey, ¿por qué tardas?— se escuchó otra voz en la puerta del baño.

—lo siento, estaba maquillandome.

—deberias apurarte, ¿que es eso?

—no lo sé, lo encontré tirado.

—pues dejalo, debe de ser de alguien y lo vendrá a buscar.

—es raro, la puerta estaba cerrada.

—me molesta que quieras hacerla de detective, ya vámonos.

—esta bien

Los puerta se oyó de nuevo ser abierta y cerrada y cuando pasaron unos segundos salimos.

—es tu culpa por calenturiento— me reprendió como si solo yo tuviera la culpa, la miré ofendido mientras recogía su camiseta.

—“pues resistiendote no estabas”— le saqué en cara.

—ay ajá, solo no quería hacerte sentir mal.

—“eres mala mintiendo”

—solo vámonos antes de que nos encuentren.

Yo sólo asentí y la seguí afuera del baño, mientras Caminábamos Sonreí, casi nos encuentran por andar de fogosos.

—¿donde estaban?— habló una voz detrás nuestro, al girarme me topé con mi hermana.

Miré de reojo a Megan y ella estaba pálida, estaba por responder pero se me adelantó gracias a su ataque de nervios.

—nada

Esto no pareció convencer a  mi hermana pues alzó una ceja en mi dirección.

Lo ven, es muy mala mintiendo.

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Janneth.

Silencioso Amor [libro #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora