Capítulo 9

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Dos semanas pasaron, dos largas y tediosas semanas que me arrastraron por diferentes estados de ánimo, como en una montaña rusa; hasta sumergirme en una rutina agobiante pero necesaria. Dos semanas en las que concentré todo mi esfuerzo en la nueva oportunidad laboral. Sí, 

al final decidí aceptar la beca que me ofrecieron, tenía que pensaren mi superación profesional, porque al fin y al cabo, es para lo que luché todos estos años. El reconocimiento de mi trabajo debía bastar para sentirme feliz.

Volvía trabajar a la oficina por unas semanas, necesitaba dejar mi actual sector encaminado para quien ocupase el lugar por esos meses de ausencia. Asumí la responsabilidad con tantas ganas que enfoqué toda mi energía en mi nuevo proyecto. Colmar la rutina con trabajo tiene su lado bueno, no te da tiempo para sentir dolor.

La empresa necesitaba a todo su personal concentrado al cien por ciento. Por alguna razón, en en último año, bajaron las ventas y pronto la fusión de las compañías haría sus estragos. Mientras tanto todo el personal pensaba en ideas para recuperar terreno frente a la competencia.

Al principio no entendía porque el señor Rossi me había elegido para este desafío, miraba a mi alrededor y veía personas con más trayectoria y mejor formados, no lograba comprender la decisión. Pero la realidad es que dejé de cuestionarme el por qué y entendí que si me había elegido de seguro vio en mí, algo que yo no era capaz de ver, por esa misma razón no podía fallarle. En cuestión de días estaría lejos de todo, estudiando y preparándome para lo que siempre quise.

La empresa se había puesto como objetivo recuperar el nivel de ventas perdido en el último trimestre y el tiempo que estuviese ahí trabajaría duro para colaborar con el objetivo. Por eso al finalizar el día terminaba llevándome parte del trabajo a casa o me quedaba a hacer horas extras. Centrar mi tiempo y esfuerzo en el trabajo era la mejor opción para no pensar.

"Bip-bip", "bip-bip", sonó el celular sobre el escritorio que en medio del silencio hizo eco en la oficina, eran más de las diecinueve horas y la mayoría del personal ya se habían marchado, pero yo seguía ahí, trabajando en un proyecto que quería presentarle a Rossi antes de irme. La pantalla decía "mensaje de Lau".

19:04_Lau

Manu, ¿estás en tu casa?

Necesito verte.

19:05

No.Aún estoy en la oficina.

Salgo en diez minutos.

19:10_Lau

¿Vamos por un café?

Te espero en el café de la esquina del periódico...

19:12

Ok. Nos vemos ahí

Hace tiempo trabajo en la misma empresa y nunca había pisado aquel café. Pero siempre hay una primera vez y luego de una larga jornada necesitaba algo fuerte para liberar el estrés. 

Al entrar al lugar vi a Laura sentada en la última mesa, contra la ventana que da a la calle, allí con la mano alzada hacía gestos para que me percatase de su presencia, imposible no verla; todos los presentes se dieron vuelta, para ver quien le provocaba tanta efusividad a aquella mujer.

—Ya podés bajar la mano —dije un tanto incomoda con la situación.

—Yo también estoy feliz de verte —respondió con ironía.

"La memoria del corazón" - Parte 1 ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora