Capitulo 18

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Advertencia: Puede que algo de lo que lean no les guste. No me hago responsable de lo que pase y no serán aceptados comentarios despectivos, hacia mi, la historia o algún seguidor/ra. Pero se que no les importara esta mini advertencia y leerán igual, eso es todo *c va*

[...]

Pov M.Yoona

Se encontraba amarrado a la silla, que esta vez era de metal. Otra vez. Anteriormente el castigo de sus actos fue algo brusco, por no decir violentamente bruto. Tanta llego a ser la fuerza utilizada y el enojo liberado, que la no tan cómoda silla de madera voló en pedazos. Literalmente.

No sabia cuantas horas habían pasado desde que escucho los gritos de su madre. Solo sabia que mientras más tiempo pasase, todo iba a empeorar. Aunque, no hay que engañarnos, todo fue culpa de ese maldito accidente causado por él. No, no tenia intención de nada, ni tenia la mente en algo así. Solo sucedió; como siempre. Pero el precio a pagar era grande, y él lo estaba viviendo en carne propia.

Hubo una época donde su madre sonreía y lo despertaba con desayuno en la cama, su hermano también sonreía y no lloraba por las noches. Aunque, esa es otra historia, cuyo origen fue después del comienzo de su desgracia. Por otro lado, su padre no cambio. Seguía siendo el hombre frío e inexpresivo que siempre fue.

Sentía sus manos y brazos entumecidos, mientras el metal de las cadenas mordía su piel. Como vampiro saciando su sed de sangre con la desgraciada victima. Tal era el frío que calaba sus huesos, que de vez en vez lograba contemplar su propio aliento como una neblina repentina. Y la causa de todo era el estar casi desnudo.

Luchaba y luchaba por mantener abiertas sus pesadas pestañas. La fuerza se le iba. El frío avanzaba.

Sus palabras cada vez más claras en su engañosa mente: —"Si no eres capaz de luchar contra el sueño. Entonces, con un hombre estarás muerto"—. Una clara amenaza de violación. ¿En serio esa era su madre? ¿A quien quiso tanto?

Pero si queremos ver el lado bueno de esto, al menos su estado actual lo distraía de sus enfermedades mentales.

O como mierda le digan a eso.

De repente escucho algunos gritos, provenientes de la planta superior. Los reconocía a la perfección; su hermano. Aunque, al cabo de unos minutos eternos, cesaron.

Quería correr a donde sea que se encontraba, pero las malditas ataduras contra su cuerpo no se lo permitían. De lo poco que sabia, entendía que estaba siendo victima de abuso y violencia familiar con tan solo seis años de edad, pero, ¿Su hermano? No, él no se merece nada de esto.

Solo tiene once cortos años de haber nacido en este jodido mundo.

Y fue cuando escucho algunas pisadas próximas a la puerta del sótano. Mierda, ¿Qué habrá pasado? ¿Vendrá ella o la luz de su salvación?

—Que estúpido iluso, pobre niño soñador.

Levanto su cabeza alertándose, observando sus alrededores una y otra vez. ¿Qué fue eso? Nadie a entrado, se hubiese dado cuenta. No había nada.

Bajo la mirada.

—¿Acaso esa puta no te ha enseñado modales? Te los enseñare si quieres, crio.

La misma voz. Levanto la mirada y esta vez si había alguien. Un hombre que no pasaba de los treinta y cinco. Su ropa era negra, pero estaba desarreglada. El hombre camino un poco, abandonando la oscuridad que lo cubría, dejándose apreciar mejor.

Y allí lo notó. Su chaqueta tenia rastros de algo rojo y blanco.

Para la mente del joven niño era algo difícil de descubrir. Pero si tan solo hubiese sido capaz de descubrir que era en ese entonces, tal vez hubiese repudiado al hombre que tenía al frente.

Los Problemas de Min YoonGi [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora