7. Baji y Chifuyu

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—¡Qué estúpido! —soltó Chifuyu de imprevisto, reaccionando impulsivamente a aquello que leía acurrucado en la esquina de su habitación.

Luego de su repentina acción fue cuando dio cuenta de su error.

Baji alzó la mirada de su revista para posarla sobre él con una expresión de confusión. El pelinegro alzó una ceja, curioso, y preguntó: —¿Qué se supone que es estúpido?

Chifuyu cerró rápidamente el manga que sostenía e intentó cambiarlo con disimulo por otro que tenía a su lado, ya preparado para este tipo de situaciones.

—Nada, olvida eso, Baji-san —respondió rápidamente con una pequeña sonrisa angelical y una ligera gota de sudor bajando por su cien. A la vez que abría el nuevo manga en su mano y fingía leerlo.

Baji no era tan estúpido para no darse cuenta del repentino cambio, tanto de actitud como de material de lectura, del rubio.

—Oye, ¿Por qué no solo me dices, Chifuyu? —cuestionó, empezando a incorporarse de la cama del rubio, donde antes descansaba.

—Porque no es nada, Baji-san.

—Jum.

Baji pretendió perder el interés mientras se quedaba sentado en su lugar en silencio, mirando a otro lado. Chifuyu claramente esperaba que el chico se hubiera olvidado de la situación, pero mientras tanto, permanecía aún con el volumen sobre motocicletas abierto, leyendo palabras al azar antes de poder volver a su lectura original: un manga de romance.

Justo cuando el rubio soltó un poco de aire, relajándose, Baji se movió de forma brusca y repentina hacia donde estaba Chifuyu. Este abrió los ojos de par en par, encogiéndose sobre sí mismo.

—¿¡Baji-san!?

El pelinegro lució una gran sonrisa maligna cuando divisó su objetivo. Chifuyu siguió su mirada, quedando en el manga de romance que había dejado a un lado, pensando en que el contrario no se había dado cuenta de su movimiento.

Rápidamente lo escondió detrás suyo, en el espacio que quedaba entre su cuerpo sentado en el suelo y la pared. Baji paró repentinamente, quedando a pocos centímetros frente al chico, con ambas manos apoyadas a los costados de este.

Chasqueó la lengua; —Chifuyu, ¿Qué escondes? —interrogó, acercando un poco más su rostro, enseriándolo—. Siempre tienes esos extraños libros con la portada oculta, ¿Qué lees?

Chifuyu tragó saliva por la cercanía de Baji, sin tener escapatoria, pues con ambas manos sosteniendo el manga detrás suyo, si lo soltaba existía una gran oportunidad de que Baji le arrebatara el libro con facilidad, pero en esa posición no tenía como alejar al chico que se acercaba cada vez más a él, apresándolo contra el muro a sus espaldas.

—No es nada importante, simplemente deberías olvidarlo —Alcanzó a responder con voz sorpresivamente firme.

Baji había ido esa tarde a pasar el tiempo en su habitación, como ya era bastante normal, pasaban el rato ya sea en su alcoba o en la de Baji, después de que ambos llegaban de la escuela.

Chifuyu disfrutaba leyendo mangas de romance. Claramente no era el único género que leía en su día a día, pero si era uno de sus favoritos.

Antes solía mantenerlo como un secreto bajo llave, pues estaba obsesionado con mantener una reputación ruda en la escuela, por lo que había empezado a cubrir las portadas de sus mangas de este género con protectores para libros de color negro, ocultado así el contenido a simple vista y siendo capaz de leerlo en cualquier sitio sin que nadie se enterara de sus preferencias.

Cambios [Tokyo revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora