Aka

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La luna adornaba el cielo nocturno junto con las estrellas, esto lo hacía más brillante a pesar de la oscuridad. Un nipón se encontraba en su habitación, sentado en su cama mientras varios pensamientos nublaban su mente. Demasiados eventos habían ocurrido en aquel día, para poder explicarlo debemos rebobinar los sucesos que pasaron con anterioridad.

Ese día había comenzado a diluviar desde que el sol comenzaba a asomarse por el cielo azul. Las gotas que caían sobre la urbe nipona eran como pequeños cristales, el sirimiri era muy leve, así que las personas podían seguir con sus actividades diarias, y en los planes de un joven de aquella ciudad se contemplaba ir a visitar a su pareja para ver una serie que su amiga le había recomendado y quería verla con él.

Se levantó de la cama mientras escuchaba las pequeñas gotas de agua golpear contra el cristal de su ventana formando una melodía relajante, el día era perfecto para hacer la actividad que se disponía hacer en pareja, sería una buena idea llevar algunas galletas para compartir con su amante. Se acercó a la ventana, logrando vislumbrar luces por la distorsión que está le daba al cristal, además de estar a punto de rocío, se podrían dibujar figuras en ella, eso le sacó una efímera sonrisa al adolescente. Alejándose del cristal para dirigirse a su armario para buscar ropa limpia, afortunadamente encontró su atuendo favorito limpió: su típica playera roja, chaqueta azul, sabía que más tarde se odiaría a si mismo por ello pero, se colocó sus pantalones capri beige oscuro y para finalizar sus uwabaki, pues se encontraba dentro de casa. Una vez listo salió de su habitación y bajo la escalera, sonrió al encontrar el lugar tranquilo, su tía seguro estaba dormida.

Se dirigió a la cocina, era una suerte que no fuera como aquellas personas desdichadas que haciendo cereal con leche quemaban la cocina. Abrió el refrigerador encontrándose con el ingrediente más típico al momento de pensar en un desayuno: huevo. No quería hacer algo muy elaborado, no tenía ganas de jugar a ser itamae, así que sólo sacó aquel blanco alimento junto con el aderezo más popular y salvador del mundo: mayonesa.

Procedió a prender la estufa y calentar una sartén con aceite mientras hacía la mezcla de huevo para su desayuno. En su pantalón se encontraba su teléfono el cual comenzó a vibrar junto con el sonido predeterminado del aparato entendiendo que tenía mensajes por leer, seguro era su pareja preguntado la hora de su encuentro. Una vez terminó la mezcla de ingredientes y su aceite caliente, vertió su mixtura sobre el sartén caliente con cuidado porque el aceite puede ser engañoso, en lo que el huevo se estaba cociendo sacó su celular de su bolsillo y sus ojos almendrados expresaron sorpresa al ver el remitente.

- ¿Cómo obtuvo mi número?-. Se cuestionó a si mismo, el número desconocido pero la foto de perfil no lo era, aquella foto de un joven latino sostenido una guitarra era evidente, en el mensaje ponía un simple "Hola", decidió ignorar aquel saludo, no le interesaba saber acerca de aquel mexicano que tan destrozado lo había dejado en el pasado. Aquellos pensamientos desaparecieron de su mente cuando recordó que tenía un desayuno propenso a quemarse en el fuego, al voltear su mirada al platillo soltó un pequeño soplo al ver que estaba en el punto para hacer los dobleces, dejando de lado el asunto comenzó a enrollar el huevo y así repetidamente hasta terminar su mezcla, cuando está se acabó sacó el rollo de la sartén, apagando el fuego busco un cuchillo para por fin terminar su tamagoyaki y poder desayunar.

Comenzando a comer, por fin había recibido el mensaje de su pareja, preguntando la hora de su llegada. Respondió que después del desayuno se encaminaría para su departamento y podrían pasar todo el día de diluvio juntos. Una vez terminó su comida, el chico colocó sus trastes en el lavabo y volvió a bajar las escaleras donde dejó sus uwabaki y se colocó sus tenis antes de pasar al área del negocio, anticipadamente al salir tomó algunas galletas y un paraguas.

Una vez afuera las gotas comenzaron a hacer una nueva melodía al chocar con la tela del paraguas. Comenzó a caminar por las concurridas calles a su destino. Cuando estuvo frente al edificio donde Marco se hospedaba, envío un mensaje para notificar su presencia frente al edificio, él cual no tardó en contestar con un: "Ya voy".

Guardo el móvil de vuelta en su bolsillo, sólo pasaron unos segundos cuando fue atrapado por unos brazos y esto produjo una risita en el japonés.

- ¿Cómo está el genio más lindo de todos?-. Pregunto se manera melosa el mexicano al chico entre sus brazos. - Bien, ¿Cómo está el karateca más valiente de todos?-. Le siguió el juego Hiro. - Bien-. Respondió y así se finalizó aquel pequeño juego. El moreno se separó del chico y tomó su mano para adentrarlo al edificio.

...

Una vez ambos se encontraban entre las paredes de aquel departamento, se dispusieron a ver la serie animada que la amiga rubia del latino les había recomendado, trataba de un chico que despierta en una especie de escuela y supuestamente todos estaban muertos, la rubia era muy perversa. Una que otra mirada era compartida, y uno que otro ósculo era robado de los labios de ambos chicos. Se sentían a gusto con la compañía del otro, su calor y su aroma los hacia sentir a gusto, además de que el clima lluvioso era perfecto para estar piel con piel con tu pareja, reuniendo calor.

El ambiente era romántico y si estuvieran en una serie animada seguro el fondo sería de color rosa con muchos corazones. Todo era perfecto y tranquilo hasta que el teléfono del japonés volvió a sonar con la notificación de un mensaje.

- ¿Quién es?-. Pregunto el mexicano con curiosidad reflejada en sus ojos, por otra parte Hiro conocía la respuesta. - Nadie de importancia, hoy es nuestro día-. Pero el aparato no parecía tener intenciones de parar. - Seguro es tu tía, mejor contestale-.

El japonés soltó un suspiro y sacó el teléfono, viendo en primera estancia un: "Necesitamos hablar". Hizo una mueca de disgusto al ver la foto de la persona, cosa que erróneamente su pareja no noto al estar viendo la escena de la serie que estaban viendo. Una melodía de un solo de guitarra comenzó a sonar captando la atención de los espectadores y poniendo atención a la letra, aquella letra junto con el mensaje que acaba de recibir lo dejaron pensando, tal vez... Debía perdonar.

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Nota de autora: Desaparecí por una buena razón, necesitaba empaparme de cultura japonesa para esta historia, termine mi búsqueda y ya estoy aquí:^) además de escuela.

Colors III  (Quinto libro) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora