9.Cristal Morgan

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CAPÍTULO 9

{Laila}

El sol brillante, los pajaritos cantando y Ángel... Esperen ¿Ángel?

—Buenos días Moore, es una buena mañana, no creés?

—¿Tú qué diablos haces aquí?—Ángel estaba sentado en la silla frente a mí cama viéndome fijamente.

—amm.. Estoy viendo una película de vaqueros, no es obvio?

—Me refiero a que haces en mi habitación viéndome dormir, tarado. Pareces acosador.

—Quién te asegura que no lo soy?

—Ja-Ja.

—¿cómo sabes qué no me encantas y vivo en una obsecion contigo desde hace años? Qué te asecho como loco y te veo dormir mientras me toco como un depravado? ¿Qué me muero de ganas por tenerte?—podría estar más loco de lo que crees, puedes estar viviendo con un maníaco sin saberlo.

Quedé atónita.

<<si supieras que el que convive con uno eres tú>>dijo mi consciencia.

—Eso no responde a tu pregunta.

—Es lo único qué diras—dijo Ángel.

—Y.o..yo..

—Tú... Tú...

—Solo..

—Solo..?—Ángel levantó una ceja—como sea, saldré de aquí, no vaya a ser que la princesa se ofenda.

Ángel salió de mi habitación.

Alto alto, qué putas fue eso?

Me tire a la cama viendo al techo, de verdad que no entendia a Ángel.

¿A qué se refería con todo lo que dijo?

Esto no se quedara así.

Me metí a bañar super rápido, lave mis dientes y me puse una sudadera larga como vestido. Aún con el cabello mojado sali de la habitación y busque a Ángel.

Ángel estaba sentado en el sofa hablando con una chic... Esta hablando con una chica.

La chica era alta y delgada. Su cuerpo era muy escultural, vestía una falda de cuero negra con un body debajo, sus labios iban tintados de rojo, cosa que hizo que su cabello negro reluciera y sus ojos caramelo brillaran con intensidad.

Jodida mierda.

Me quedé parada asimilando todo. Parece ser que me quede demasiado tiempo mirándolos ya que sin darme cuenta los ojos de ambos estaban puestos en mi.

—Moore, te ves.. Wow—escuche suspirar a Ángel.

—¿Se ve wow?—dijo la chica riendo.

—No sabia que tenias compañía Scott—le dije a Ángel.

—¿Ahora me dices Scott?

—¿Por qué no? Tu me dices Moore.

—Eso suena justo—volvió a hablar esa... Chica.

Un silencio incómodo inundó el aire, hasta que la chica lo rompió.

—Soy Cristal Morgan—dijo estirando la mano en forma de saludo.

—Laila Green Moore—dije tomando su mano.

—Green M...

—Si, los dueños de Greenhart.. Blah blah.

Estaba cansada de que le tomarán tanta importancia a mis apellidos, la familia de la que provengo no define la persona que soy. Creo que solo en la boca de Ángel sonaba bien.

—Okey....—dijo Ángel alargando la palabra.

—¿Es tu novia?—esas palabras salieron de mi boca sin poder controlarlas.

Los ojos de Ángel se abrieron con sorpresa, al igual que los de Cristal. Se voltearon a ver y comenzaron a reírse.

—Bien, fue un placer conocerte Laila, creo que llegó el momento de irme—dijo Morgan.

También a ella le diría por su apellido, no tenía ganas de decir su nombre.

—Que te vaya bien—respondí con toda la hipocresía del mundo.

Scott acompañó a Morgan a la puerta, cuando volvió se quedó parado escaneandome de pies a cabeza.

—¿Qué putas fue eso?—dijo Ángel.

—Fue tu “amiga” presentándose, ¿ahora tu eres el ciego?—le respondí con obviedad moviendo mis dedos y haciendo énfasis en “amiga”.

—Wow, alguien amaneció de malas—dijo Ángel.

—Adiós Scott—dije antes de dirigirme a mi habitación.

—Espera—tomó mi mano regresandome a él.

—¿Si?—dije mostrando poco interés (aunque por dentro mis hormonas estuvieran vueltas locas).

Ángel me tomó de la barbilla para acercar mi cara a la de él. Se acercó a mí boca y...

—Tienes pasta de dientes en tu ropa—dijo con descaro viendo como yo cerraba los ojos con su tacto.

—Pudrete—en ese momento si salí corriendo de ahí.

Estúpida estúpida y mil veces estúpida.

Escuche una risa de Ángel, pero no me detuve.

Llegué a mi habitación y cerré con seguro. Comencé a caminar en mi cuarto de un lado para el otro desesperada.

Maldito y mil veces maldito.

Jale mi cabello conteniendo mis ganas de gritar.

Saque la navaja que tenía oculta y...

¡Es hora de que esta nena vuelva a la cacería!

Me dije a mi misma con una sonrisa de oreja a oreja, lo necesita, necesitaba ver sangre rodear mis brazos, sentir mi navaja clavada en el cuerpo de alguien. Mi adicción a la sangre cada vez estaba más intensa y ya no sabía de que manera controlarla, me estaba volviendo loca. Comencé a tallar mi antebrazo con brusquedad, necesitaba ver sangre caer. Así fuera de mi propio cuerpo. La única clase de adrenalina que podía llenarme era esta. Una vez que comienzas es imposible parar, para mí lo es. Lo dejo un tiempo, pero terminó regresando a lo mismo, necesito volver a mi Vitrina. Mejor dicho, ¡volveré a la Vitrina de cristal!.

La cazadora volvió más sádica que nunca.

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Propiedad de Alejandra Gonzalez

Obra registrada bajo derechos de autor

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16/09/21

La Sangre De LailaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora