CAPÍTULO 4

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Megan se levantó esta mañana con la noticia de que todos los estudiantes del orfanato Warmell —los de la zona de adolescentes— asistirían a una excursión por los alrededores. Aquel orfanato se encontraba en una zona desierta, apartada de la ciudad. Lo rodeaba un bosque en la parte de atrás y una carretera donde continuamente transitaban autos queriendo salir de Centerville.

Mientras Megan ataba sus zapatos, ya lista, Marla y Christie cuchicheaban algo sobre no hacer ese tipo de actividades desde hace un tiempo.

Mary le había informado el día anterior. Parecía muy atenta con ella, como si fuera una alumna especial y se asegurara de hacerle saber todo. Incluso la tarde de ayer la había invitado a merendar en el comedor con un sándwich que Megan amó.

Sí, ya había pasado casi una semana.

Varios chicos ya se encontraban afuera esperando por los demás para irse.

Megan salió después de Marla, seguida de Christie quien cerró con llave la puerta de la habitación. Enseguida que las chicas salieron se fueron a saludar a un grupito que tenían cerca. Pero luego volvieron quedándose cerca de Megan, sin saber que a ella le daba igual si se alejaban o no.

—Megan, ¿quieres? —Mary se paró a su lado y le ofreció una cajita de chicles.

¿La directora del orfanato Warmell ofreciendo chicles?

Megan negó con la cabeza y siguió a los demás que ya habían empezado la caminata. Mary había dicho que el objetivo era tomar el aire fresco un rato. Hacía calor, Megan no se pudo quejar.

Traía unos pantalones negros de licra y una camiseta sin mangas. El cabello lo traía suelto. Siempre.

—Querida, ¿Te sientes bien en este lugar? —preguntó la mujer rubia sacando un paquete de caramelos de la nada. —Me refiero a si tienes alguna inquietud.

Megan volvió a negar sin mirarla. Era cierto que no quería estar ahí, pero al menos Mary y las chicas se habían comportado muy bien con ella. Y todo el servicio allí era excelente.

—Eso es bueno. Hacemos todo por hacer sentir bien a nuestros chicos. Lo que no te aseguraré esas mismas atenciones cuando seas trasladada. —dijo las palabras acompañadas de una sonrisita.

¿Eh?

Mary debió ver la cara de confusión total de Megan.

—Oh, te lo iba a decir. Pero he estado tan ocupada y pensé que las chicas te lo dirían. —dejó de masticar. —Mira, debes encontrar extraño el hecho de que con 17 años seas trasladada a un orfanato. Un lugar especialmente para niños. —aclara. —Tú y otros jóvenes serán trasladados en unos meses al lugar donde deben estar. Un internado.

Hizo una pausa.

—Si te preguntas por qué has sido enviada directamente acá, es porque en ambos lugares tenemos problemas de capacidad y ahora mismo estamos en espera. O sea, en cuanto nos avisen que hay espacio para nuevas matrículas, entonces enviamos a once de nuestros jóvenes. —concluye.

A Megan no le interesaba tanta palabrería, pero le resultó interesante el dato.

Era evidente que Mary ya se estaba acostumbrando a hablar con Megan y recibir por parte de ésta absoluto silencio. Incluso parecía leer las preguntas en los ojos de la chica y les daba respuestas.

—¡Mamá! —escuchó la voz de una niña desde atrás. Mary se volteó y abrió los ojos.

—¡Stephanie! ¿Qué haces aquí? —dijo alarmada. La pequeña tenía el mismo cabello que Mary. Se notaba que era su hija. Parecía que venía corriendo desde la entrada del orfanato hasta el lugar donde ya estaban todos.

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