CAPÍTULO 7

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Tayson

Acomodó cuidadosamente los pequeños frascos de medicina encima del carrito. Podría decirse que, más que trabajar un poco y ayudar, se pasaba el santo día ordenando cualquier desorden que veía.

No era una obsesión, tan solo le gustaba el orden y la limpieza. Lo mantenía entretenido.

Desde que entró a Warmell con 15 años se mostró muy voluntarioso y dispuesto a ayudar en la enfermería. Ser doctor era su sueño.

Charles al principio no lo dejaba hacer mucho porque temía que las manos ignorantes de Tayson hicieran algo mal con algún paciente; pero el chico sí tenía unos pocos conocimientos. Nunca dijo de quién los obtuvo.

Sintió movimiento a su derecha, la chica que reposaba en la camilla se frotaba la frente.

—Buenas noches, señorita. ¿Cómo se siente? —preguntó girándose hacia ella en una pose casual.

Oh, cierto, que no va a responder.

Aún le hacía preguntas y luego caía en cuenta que era inútil.

—¿Hambre?

Ella negó con la cabeza.

—¿Cansancio?

Volvió a hacerlo.

Asintió, poniendo su atención nuevamente en lo suyo. Tenía que asegurarse, le pidieron que hiciera esas preguntas.

La chica de ojos negros posó su vista en un lado de la habitación y de ahí no la quitó más. La había visto hacer eso varias veces, mirar hacia un punto y quedarse ahí por mucho tiempo. Como si lo que sea que estuviera pensando le robara la capacidad de concentrarse y mantenerse en este mundo.

—Charles se fue y me dejó a cargo. Me dijo que cuando despertaras te revisara y luego te llevara a tu habitación. ¿De acuerdo? —terminó lo que estaba haciendo y se acercó a Megan. —¿Todo bien? —preguntó refiriéndose a su estado actual. 

Ella asintió y entonces él le tendió una mano para ayudarla a levantarse. La tomó.

Y sus dedos eran tan fríos que creyó sentir un latido fuerte y rápido ante la sensación. Hizo un ademán de levantar un brazo para sostenerla mejor por si caía pero ella enseguida se alejó evitando eso.

Era extraña, callada, seria, malhumorada, distante... pero curiosa. A él le causaba curiosidad y no sabía exactamente en qué sentido.

Megan llegó a la puerta y al abrirla miró a los lados, no sabía dónde carajos estaba, era obvio. Menuda testaruda.

Él la esperaba unos pasos atrás de brazos cruzados y con una sonrisa de suficiencia.

—¿Qué pasó? ¿No puedes ir solita? —se burló haciendo un puchero.

Megan resopló demostrando la gracia que le hacía, y se cruzó de brazos también parándose a un lado de la puerta. Esperando, un poco incómoda.

Tayson negó con la cabeza y la tomó de la muñeca guiando su trayectoria por los pasillos y escaleras. La dejó en el piso inferior, en el pasillo principal. Ella ya sabía por dónde coger.

—Si te sientes mal, puedes avisarle a Mary. O como sería más probable viniendo de ti, te paras en la puerta de enfermería. El médico va a entender. —no fue hasta ese momento que notó la unión de sus manos. Megan se soltó de golpe.

La castaña le dirigió una breve mirada seria al chico burlón y se fue.

Él esbozó una sonrisita mirando su camino.

***

Megan

Después de comerse los sandwiches (sólo dejó uno) el médico entró y le recetó pastillas para dormir bien y la larga lista con lo necesario para que se recuperara. Estuvo tumbada en la cama por un largo rato; durmió unas horas y al despertarse lo primero que vio fue a Tayson acomodando algunos pomos de medicina encima de un carrito.

Qué fastidio.

Le caía muy mal.

Ya era de noche, y ya había cenado. Muy bien de hecho. No recordaba las cosas que Mary le puso delante en la bandeja metálica, sólo las devoró sin pensarlo dos veces. La directora de Warmell mostró una leve sonrisa sin que ella se diera cuenta. Era hora de borrar esa imagen de Megan; la pobre estaba en los huesos.

Mary tenía las esperanzas que le faltaban a Megan de que se iba a recuperar. Poco a poco, pero lo iba a hacer. Ella misma se encargaría de eso. Y no tenía razones para hacerlo, como Megan habían varios y hasta en peor estado, pero creía que no las necesitaba. Le salía solo ese instinto de protector que sabía que Megan ya no recibía.

La mujer rubia se fue, dejando a Megan comiendo en tranquilidad.

—Oye, nueva. A las 12:00, entrega. —por su lado pasó el rubio de los otros días, guiñandole un ojo.

Ya sabía lo que eso significaba.

Así que terminó su cena, dio unas cuantas vueltas por allí, se fue a su habitación a esperar a la media noche y un minuto antes ya estaba en el oscuro patio trasero.

Un grupo salió por aquella puerta ruidosa —el mismo de la otra noche— y un solo chico se perdió por la oscuridad de un lado del orfanato. Regresó con una caja idéntica. Quizá la misma.

Megan, tan silenciosa como de costumbre, se acercó y logró tomar dos cajas de cigarrillos de menta. Fumar ni siquiera era algo que le gustaba hacer antes. Pero daba igual.

Se sentó en una banca prendiendo el cigarrillo con el encendedor que siempre cargaba en el bolsillo de sus pantalones holgados. Apenas el humo entró a sus pulmones y luego salió
lentamente, sintió que por fin se relajaba.

—¿Por qué lo haces?

Pegó un respingo ante la voz seria que resonaba por todo el patio.

Ella le dirigió una clara mirada de: no te interesa.

—No vienes de una familia poco preocupada. Eso se nota. Por lo que deduzco que ese hábito no lo hacías en tu casa. —comentó Tayson muy tranquilo jugando con una hoja de una planta. —Si lo haces para despejarte de cualquier cosa que tengas en la cabeza, pues es algo muy ridículo. No te estás curando, te estás enfermando aún más. ¿No lo sabías? —dijo con sarcasmo.

¿Y a ti qué mierda te importa?

—Pero bueno, ¿quién soy yo para juzgar? —posó un tobillo en la rodilla de la otra pierna, suspirando con inocencia.

Entrometido. Megan gruñó dentro de su cabeza.

—Lo usas como distracción. Y eso tiene su puntito. Porque la mía solía ser acomodar todos los estantes de medicina de aquí y el área de niños. No me gusta el desorden, era algo parecido a una terapia. —hizo una pausa. —Sin embargo, eso... —señaló el cigarrillo que brillaba en la oscuridad. —no es una terapia.

Honestamente, ni ganas le daban de cuestionarle o corregirlo de alguna manera. Ni ella misma sabía la razón de hacerlo. Porque no tenía algo semejante a una terapia o algo que la hiciera olvidarse un poco de todo.

Megan no entendía porqué Tayson le decía aquellas cosas en primer lugar. Apenas la conocía y ella había demostrado muy claramente el poco interés que tenía hacia su constante palabrería.

Sin embargo, el muchacho le regaló un buen rato de silencio; y su presencia, con el pasar de los minutos, no le molestó tanto.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2021 ⏰

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