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Sentía como si mi cabeza se estuviera rompiendo, dolor en mis brazos y abdomen, aparte de un fuerte dolor en los ojos al sentir una intensa luz blanca.

Abrí lentamente los ojos y miré a mi lado el cabello despeinado de Baji, quien estaba durmiendo a un lado de la camilla mientras tomaba mi mano.

Sentí mis ojos picar otra vez al recordar todo lo sucedido y me removí, haciendo que se presente ese molesto dolor punzante en mi abdomen.

Baji se levantó y ni bien me miró, sus brazos me rodearon con fuerzas y lo escuché sollozar otra vez.

-Me asusté mucho, no vuelvas a hacer algo así y menos por salvarme, ¿Entendiste?

-No.

-Hablo en serio.

-Yo también habló en serio, Baji, arriesgaría mi vida por ti las veces que sean necesarias.-Me acomodé en la cama y le hice un espacio señalándole que se acueste conmigo.

-Ay, que atrevida.-Murmuró divertido mientras se acomodaba.

-Acabo de volver de la muerte, trátame bien.

-No es gracioso.-Dijo serio.

-Bueno... ¿Qué pasó con Kazutora?

-Está detenido y esperaban a que despiertes para tomar tu declaración, pero hice un escándalo y aceptaron venir cuando estés lista.
-Él... ¿Está bien? No, espera, que pregunta tonta. Quiero verlo.

-Ahora no puedes, probablemente no lo veas por muchos años ya que tu padre estuvo muy alterado cuando se enteró y más cuando le dijeron que no podía encargarse del caso. En cambio tu mamá sólo estaba muy triste y quería hablar contigo apenas despiertes.

Sentí pánico y traté de levantarme de la cama otra vez, quería hablar con mis padres y pedirles que ayuden a Kazutora, pero Keisuke me detuvo y trató de tranquilizarme diciendo que él llamaría a mis padres y me dijo que le haga una lista de cosas que quería de casa así las trae mientras yo hablo con ellos.

Luego de varios minutos, mamá y papá entraron con mucha preocupación a la habitación, mamá estaba llorando y papá, aunque trataba de mantenerse fuerte, se notaba que también quería llorar.

-Cariño, ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

-Estoy bien, muchas gracias... quería hablar con ustedes de algo, más bien, pedirles algo.

-Claro, te escuchamos.

-¿Hay...-Sentí miedo a la reacción de mis padres, pero me armé de valor y dispuesta a hablar con firmeza.-¿Hay manera de dejar impune el caso?

Mamá me miro asombrada y sin saber cómo reaccionar a mi petición, mientras que papá quedó confundido y luego de unos segundos frunció el ceño.

-¿Qué te pasa? Ese chico te lastimó. Pudiste haber muerto.-Exclamó papá enojado.-¿Estás loca?

-Isamu, no le hables así a mi hija.-Le respondió mamá con seriedad.

-Akira, ¿Si te das cuenta de lo que pidió? Ese muchacho debe estar preso.

-¿Te puedes tomar el tiempo de escucharla al menos?

-¡Está pidiendo una imprudencia! ¿Te crees que está en condiciones de pedir algo con sentido? ¡Mira la barbaridad que vino a decir! No voy a escuchar ni me interesa hacerlo, mientras yo procuro la seguridad de mi hija, tú te sigues guiando por tu sensibilidad y el apego que tienes a él.

-Te calmas o te vas del hospital, Isamu.

Sentí ganas de llorar otra vez al ver como discutían por mi culpa y traté de calmarlos, pero ellos seguían peleando por quién tenía razón.

Kazutora Hanemiya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora