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Narradora.

Ban parecía haber tenido una herida cercana a la boca, pero no se veía a simple vista, cosa inexplicable ya que según él, no había participado en ninguna pelea como para tener una herida.

Una hipótesis que se formó en la mente de este, fue que Merlin hubiera conjurado un hechizo suyo. Si se pensaba lógicamente, podría ser real, ya que la discusión de minutos anteriores parecía haber afectado bastante a los dos.

En cambio, esa idea no tenía cabida en los pensamientos de Michiro, puesto que confiaba plenamente en la pelinegra, y esperaba que simplemente fuera una mera coincidencia.

Tras haber cerrado la puerta de la pequeña habitación, tomó un pañuelo de tela color huevo, que en apenas unos segundos se tiñó de un rojo intenso, indicador de que, efectivamente, estaba limpiando el rastro de sangre que cruzaba lentamente desde su boca a su pecho.

Una vez dejando todo su rostro y torso limpio, hizo que el más alto se sentara para pararse frente a él, a revisar su boca.

Ban tenía la cabeza mirando en diagonal hacia abajo, con la boca abierta, naturalmente.

Mientras tanto, Michiro observaba atentamente el interior de esta, esperando encontrarse con una herida que dara sentido al sangrado.

Aunque la de cabello violeta se concentrara en curar a Ban, este únicamente fijaba su vista en los pechos de su contraria, ya que gracias a tener que permanecer sentado en un taburete para el tamaño de Michiro, habían quedado poco más abajo que su cara en esos momentos.

Un sonrojo apareció sobre sus mejillas, y aunque trató de disimularlo, Michiro se dio cuenta.

Sir Ban, está colorado, ¿Acaso tiene calor? Iré a abrir la ventana, por favor, manténgase paciente en esta posición, no mueva la cabeza. — Advirtió muy seriamente, mientras abría la ventana y una brisa entró por esta. Sólo pasaron unos segundos para que los dos comenzaran a escuchar golpecitos; estaba lloviendo. — Bueno, supongo que con eso puedo lavar mi ropa.

Michiro seguía, a pesar de que hubieran pasado dos o tres días, con el vestido que Elizabeth le prestó.

Tenía pensado ir al pueblo y comprar algo más de ropa, cómo máximo, tres conjuntos de ropa, pero con todo lo ocurrido, se le olvidó.

Una vez en la misma posición de antes, encontró la tan buscada herida, justo detrás de los dientes inferiores, bajo la lengua.

Podría ser que por lo poco que sangraba, se habría acumulado ahí y luego, mientras hablaba, se le hubiera salido.

Limpió la herida con jabón, y llamó a Elizabeth para que la cerrara.

Michiro suspiró al saber que ya estaba bien, esperando a que Ban la acompañara para volverse a reunir con el resto de Los Pecados.

— Me gustaría poder ir a Liones para comprar algo de ropa, esta empieza a mancharse, y no quiero destrozarlo, ya que es de Elizabeth. — La nombrada Suspiró, ya que le daba igual el vestido, pero sabía que a Michiro no.

— Sate, prepárense y salimos en cinco minutos. — Contestó el Capitán. — Saldremos todos, por si acaso.

Todos asintieron y varios de ellos subieron a sus habitaciones en busca de sus pertenencias.

Meliodas, Diane y Michiro se mantuvieron en la planta baja del edificio. Por aburrimiento especialmente, Michiro se acercó a Diane.

— Disculpa, Diane, ¿Tú has deseado en algún momento volverte de estatura normal? No es por ofender, ni en lo más mínimo, sólo una curiosidad momentánea.

— Pues sí, siempre he querido esa posibilidad de regular mi altura. Por ello, Merlín me da pastillas para cuando quiera hacerme pequeña.

Michiro asintió, comenzando a caminar de vuelta hacia la estructura. Todos los Pecados, menos Diane, se encontraban esperándola para asegurarse de que estuvieran completos.

— Elizabeth, Diane, King, Gowther, Merlin, Escanor, Michiro y yo... — hubo un silencio — Falta Ban.

Todos empezaron a revisar el salón con la vista, hasta que optaron por subir. Meliodas fue hasta la 2ª planta, tocando todas las puertas.

— ¡Estoy cagando! — Gritó Ban tras típico sonido de ❝knock knock❞. — ¡Salgo en unos minutos!

Ya en el pueblo, todos caminaban hacia el centro

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Ya en el pueblo, todos caminaban hacia el centro. Algunos estaban emocionados, y otros, simplemente indiferentes, mientras trataban de caminar entre la pequeña llovizna que caía.

— ¡Buah! ¡Mira eso, Diane! — Michiro señaló con entusiasmo el vestido corto de una tienda. Las dos abrieron su boca, en forma de ❝O❞. — ¡Y ese pijama!

Realmente se lo estaban pasando muy bien, y también fortalecían su amistad.

Los otros reían a sus espaldas, pero Ban y King sonreían embobados viendo la inocencia de sus amadas, mientras que estas seguían viendo todo como si fueran niñas pequeñas, admirando cada pequeño detalle.

Tras algunas horas de búsqueda, quedaron sólo el dúo de extrovertidas por comprar.

Entraron en la última tienda del reino, observando los atuendos.

— ¡Michiro, este me encanta! — La ojimorado tomó una camisa sin mangas con capucha naranja saturado corta, que mostraba el ombligo, bastante suelta. También traía de serie un short con un color más intenso que el de la camisa. Unas medias verdes de medio tamaño iban a juego con guantes a rayas de ese color pradera.

Michiro aprobó su decisión con una sonrisa mientras levantaba su pulgar.

La susodicha continuó buscando atuendos mientras su contraria pagaba y el resto la esperaba. Al final, Ban se acercó a ella para abrazarla de la cintura, poniéndola nerviosa.

— Esos dos me gustan, pruébatelos. — Dijo en tono dominante, causando que la femenina frunciera el entrecejo y se girara a verlo. — Por favor.

Después de haber asentido, tomó los dos conjuntos y entró en el pequeño espacio delimitado por las cortinas.

Con una sonrisa, dio unas vueltas con el primer traje, viendo la cara de sus compañeros. Hizo lo mismo con el segundo.

Pagaron los dos trajes a causa de la indecisión de la pelimorado y se dirigieron de nuevo hacia la Taberna.

El atardecer se hacía presente, turnando el cielo de color cian que hacía apenas una horas se mostraba, a una paleta de color cálidos en el que la única excepción era el violeta.

Todos estaban en el tejado en forma de sombrero, observando cómo el sol se ocultaba tras las montañas de horizonte, y se llevaba consigo su luz cálida que daba un especie de protección, ya que, casi todas las cosas malas pasan en la noche, ¿No?

「 𝐓𝗋𝖺𝗍𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖣𝖾 𝐄𝗇𝖺𝗆𝗈𝗋𝖺𝗋𝗍𝖾 」- Ban × Female Reader -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora